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domingo, 19 de diciembre de 2021
El novato Dustin Hoffman, "El graduado" y la pierna que no era de Anne Bancroft
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sábado, 18 de diciembre de 2021
"El sol de la mañana" de Hopper Vs "Suave es la noche" de Scott Fitzgerald
“De algún modo se había acostumbrado a que fuera él el que pensara por todos y, en sus ausencias, antes de dar el menor paso siempre pensaba automáticamente en lo que él hubiera hecho; por eso ahora no se sentía preparada para oponer su propia voluntad a la de él. Y, sin embargo, tenía que pensar por sí sola. Por fin se había aprendido el horrible número de la puerta que llevaba al mundo de los sueños, el umbral de una salida que no era tal salida. Sabía que el mayor pecado que podía cometer tanto en aquél momento como en el futuro era engañarse a sí misma. Le había costado mucho aprenderse aquella lección, pero al fin la había aprendido. Si te niegas a pensar, otros tienen que pensar por ti y les cedes el poder, dejas que perviertan y reglamenten tus condiciones naturales, que te civilicen y te esterilicen.”
El fragmento pertenece a "Suave es la noche" (Tender is the night - 1934), una de las grandes obras de Francis Scott Fitzgerald. Para ilustrarlo hemos elegido el cuadro "Sol de la mañana" (Morning Sun - 1952) de Edward Hopper, en el que una mujer, en soledad y silencio deja bañar sus pensamientos por la luz de un nuevo día y abre la ventana de par en par para que marche la oscuridad de su desnudo cuarto. Hopper necesitaba poco para lograr un simbolismo realmente significativo.
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viernes, 17 de diciembre de 2021
La "Pietá" de Bouguereau: El dolor de un pintor por su hijo
Bouguereau pintó esta sensacional "Pietá" (1876) en un momento crítico de su vida, cuando se encontraba totalmente arrasado por el dolor provocado por el reciente fallecimiento de uno de sus hijos a la temprana edad de 16 años. Bouguereau estaba tan hundido como la Virgen de su obra que, enlutada, es mostrada con el rostro sombrío y lleno de pena, ojos enrojecidos por el llanto y entrelazando fuertemente sus manos alrededor del pecho de su hijo en un último abrazo que parece que no querrá soltar jamás. Alrededor del luto riguroso de la Virgen y del blanco reluciente del cuerpo de Jesús, hay nueve ángeles que a pesar de su afectado dolor resultan a la vez una explosión de color que todavía realza más la sombra que la Virgen lleva en su rostro. Todo es dolor, pero no el de la Virgen (que también) sino el de un pintor destrozado por la pena, el que Bouguereau dejo por su hijo en cada una de las perfectas pinceladas de esta maravillosa obra de arte.
William-Adolphe Bouguereau (1825-1905) fue un pintor francés muy famoso en su época a pesar de su academicismo. El olvido actual en el que se ve envuelto para la gran mayoría se debe principalmente a que su producción artística coincidió mayormente con esa revolución artística que fue el impresionismo y que con su éxito terminó por ocultar todo lo demás. Algunos de sus contemporáneos como Gauguin, Cezanne o Van Gogh lo aborrecieron o ignoraron abiertamente. No siempre se puede estar acertado a pesar del propio talento. Huysmans decía del pintor en su diccionario de arte: "condenado durante años como maestro en la jerarquía de la mediocridad y enemigo de todas las ideas progresistas".
Aunque poco a poco las ideas han ido cambiando y recuperándose la admiración por este sensacional artista del que decía Damian Bartol: "William Bouguereau es, sin duda, uno de los mayores genios artísticos de la historia. Sin embargo, en el último siglo, su reputación y sus logros incomparables han sufrido un ataque difamatorio, deshonesto, implacable y sistemático de inmensas proporciones. Su nombre fue borrado de la mayoría de los textos de historia y cuando se incluyó fue solo para degradarlo y menospreciarlo ciegamente a él y a su trabajo. Sin embargo, como veremos, fue él quien abrió las academias francesas a las mujeres, y fue él quien podría decirse que fue el pintor más grande de la figura humana en toda la historia del arte. Sus figuras cobran vida como ningún artista anterior lo ha hecho antes o desde entonces. No solo fue el mejor en pintar anatomía humana, lo que es más importante, capturó los matices tiernos y sutiles de la personalidad y el estado de ánimo. Bouguereau atrapó las mismas almas y espíritus de sus súbditos al igual que Rembrandt. Se dice que Rembrandt capturó el alma de la vejez. Bouguereau capturó el alma de la juventud."
La "Pietá", que actualmente pertenece a una colección privada, fue hasta no hace mucho propiedad del actor Mel Gibson.
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jueves, 16 de diciembre de 2021
Billy Wilder, "El apartamento" y los rusos
"Yo vivía como Robinson Crusoe... era un náufrago entre ocho millones de personas, hasta que un día vi pisadas en la arena y la encontré a usted."
"Recuerdo haber visto hace mucho tiempo una película muy bonita de David Lean, "Breve encuentro", la historia de una mujer casada y un hombre, que para sus citas amorosas usan la habitación de un amigo del amante. Siempre pensé que ahí había un personaje interesante, el que presta el apartamento, un personaje gracioso y conmovedor; y conservé esta idea en mi cabeza". Así nació el sencillo y solitario CC. Baxter (Bud), uno de los mejores personajes de Jack Lemmon. Junto a él estarían Fred MacMurray como el aprovechado Sheldrake y la citada Shirley MacLaine como la encantadora ascensorista Srta. Kubelik.
Billy Wilder, que había incluido directamente al comunismo soviético en la trama de obras como "Ninotchka" (1939), dirigida por Ernst Lubitsch pero en la que el guion corrió de su parte o "Uno, dos, tres" (1961) con un sensacional James Cagney al frente, tuvo una reacción inesperada de los rusos, siempre dados a interpretaciones muy singulares, a favor de "El apartamento". Lo cuenta el mismo Wilder en el libro "Billy & Joe" de conversaciones de este con Michael Climent:
- Una historia como esta puede pasar en cualquier sitio, no solo en Nueva York, sino también en Estocolmo, en Buenos Aires, en Tokio. Sin embargo tengo que admitir que no podría tener lugar en Moscú - Estaban muy contentos de que eso no pudiera ocurrir allá. Entonces les dije por qué:
-En Moscú nadie podría darte la llame de un apartamento para hacer el amor con una mujer, porque cuando entraras te encontrarías con las otras seis familias que viven en el mismo sitio-. Eso tampoco les hizo mucha gracia."
Wilder contaba que Fred MacMurray era un actor muy tacaño, y a este respecto le gustaba contar que en una de las escenas de "El apartamento", su personaje, Sheldrake, debía dejar una moneda de 25 centavos como propina a un limpiabotas. Como quiera que la escena no terminaba de salir bien, Wilder le aconsejó al actor, al que ya había dirigido en esa maravilla que es "Perdición" (Double Indemnity - 1944) que le entregara una moneda mayor, una de 50 centavos. MacMurray se negó alegando que: "Yo nunca le daría cincuenta centavos, ¡no puedo interpretar la escena!".
De la maravillosa escena final no contamos nada, en consideración de los que tengan la suerte de no haberla visto todavía y la paladeen por primera vez. La química fue tan buena entre Wilder, Lemmon y la MacLaine que no tardaron en reunirse para regalarnos esa otra joya que es "Irma la dulce" (1963), pero eso ya es otra historia...
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miércoles, 15 de diciembre de 2021
El día que Sara Montiel se puso a romper platos por Billie Holiday
«Yo no quiero decir que fuera súper, súper, súper; pero un poco súper sí que era»
Tan super que más que solo Sara, muchos la conocían como "Saritísima", el apodo que cariñosamente le puso el admirado Terenci Moix, quien decía de la actriz y cantante: "Ella es nuestra Mae West; representa la inspiración máxima del erotismo tranquilizador, donde la agresividad de la hembra manchega viene suavizada por sus extravagancias externas: vestuario, fraseología, simpatía, canciones...".
En Sara Montiel todo era superlativo, hasta su nombre real tenía miga: María Antonia Alejandra Vicente Elpidia Isidora Abad Fernández. Ella misma aclaraba su origen: "Antonia: Por mi abuela. Alejandra: Por un amigo de mi padre llamado así. Vicenta: Por mi madre. Elpidia: Por mi hermana, que fue madrina de mi bautizo. Isadora: Por mi padre."
Pero más allá de esta singularidad de su nombre o de la ya conocida historia de los huevos fritos que le preparaba a Marlon Brando, la anécdota que queremos contar hoy de ella esta relacionada con su amistad con Billie Holiday, la extraordinaria cantante de jazz. En cierta ocasión decidieron ir juntas al restaurante "Four Seasons" de Nueva York, lugar en el que no dejaron entrar a Billie por ser negra, en una muestra más del racismo que tantas veces sufrió la cantante de "Strange fruit" en sus carnes. Sara Montiel, totalmente indignada montó un escándalo en el lugar, tiró violentamente de los manteles de varias mesas, desparramando por el suelo todos los platos. El suceso le costó una multa y seguro que la admiración de muchos.
Se apartó de la primera línea cinematográfica cuando el cine erótico llegó a España: "Me di cuenta de que el “cine del destape” no era para mí.", "Veía a Carmen Sevilla o a Nadiuska con los pechos al aire, yo tenía 43 años y estaba como un tren. Me ofrecían millonadas. Pero yo preferí que el público me recordara como era". Pero eso no quita que supiera como sacar provecho a sus formas, y en una época en la que todavía toda la ropa era muy recatada en nuestro país, se presentó para rodar una escena invernal con un vestido que lucía un amplio escote. El director le dijo:
- Pero Sara, ¿cómo vienes vestida así, si los figurantes van con ropa de invierno?
- ¿La gente quiere ver a ésos o a éstas? Contesto Sara Montiel señalándose los pechos. No cabe duda de que sabía muy bien lo que se hacía.
"Yo era una mujer de caerse de espaldas. Empecé a maquillarme de vieja, pero yo con 20 o 25 años era muy bonita". Y sin duda era una mujer de rostro bellísimo. Ella decía: "Lo único que pido es luz blanca directa a la cara. Nada más. Es lo único que necesito para salir estupenda.", algo que era corroborado por J. Peverell Marley, director de fotografía nominado al Óscar y ganador de un Globo de Oro, quien decía de la actriz: "Sara es la única actriz del mundo a la que se puede fotografiar de cualquier lado y siempre queda bien..."
Algunas frases suyas para enmarcar:
“Le dije a mi madre 'No te preocupes, madre, tu hija no va a ser ni borracha ni p-u-t-a'. No he sido borracha, y lo otro... bueno, un poquito solo”.
“Yo siempre duermo con el culo al aire, desnuda y con las sábanas de seda”
"Me importaron los cerebros de los hombres... Fui analfabeta hasta los 22 años y eso es un "handicap" de por vida, pero sé escuchar y sé callar cuando no tengo nada que decir".
"Mi trabajo ha consistido siempre en adelgazar para poder trabajar. ¡Anda que no he pasado yo hambre! Pero para interpretar 28 canciones seguidas, y encima enseñando sin parar la pierna izquierda, hay que estar en buena forma…".
"En Hollywood, la Warner me ofreció un contrato de siete años, pero no quise firmar. En esos siete años no podía casarme, no podía viajar, no podía salir del país sin su permiso... Y yo tenía 23 años y ya conocía a Severo Ochoa. Yo era una mente libre y a mí siete años me parecían siete siglos. Ya ves, hoy pienso que se me habrían pasado volando".
"La película de mi vida fue "El último cuplé". Costó tres millones de pesetas y recaudó más que "E.T.". Estuvo un año en cartel".
"Después de mis estrenos, me iba a la Dirección General de Seguridad a sacar de allí a todos los gays que habían sido detenidos por ir vestidos y peinados como yo. Me daba pena que fueran a la cárcel por querer ser yo".
El director de cine Mario Camus decía de ella: "Sara Montiel sabía de luces, de montaje, conocía bien el cine. Decían que era una actriz complicada. No, era cumplidora, no tenía caprichos. Sabía cómo fotografiarse, cómo se montaban los filmes, dominaba los "playbacks"... Porque, como ella misma decía, lo suyo no era ser actriz o cantante, sino otra cosa. Estrella"
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martes, 14 de diciembre de 2021
Jean Simmons: A bofetones en una "Cara de ángel" (1953)
Poco antes de que la maravillosa Jean Simmons cumpliera su contrato con los Estudios Rank, el todopoderoso Howard Hugues, multimillonario y dueño de la RKO, se encapricho de ella y sin previo conocimiento de la actriz, compró sus derechos cinematográficos, casi como el que compra un juguete en un mercadillo o como dijo la actriz: "la habían vendido como un trozo de carne". Jean Simmons tenía una proyección enorme, no hacía mucho que había rodado "Cadenas Rotas" de David Lean, "Narciso negro" junto a Deborah Kerr y acababa de ser nominada al Oscar por su actuación en "Hamlet" (Laurence Olivier), título que además había ganado el premio a la mejor película de 1949. Como quiera que el contrato que Hugues había comprado a la Rank estaba a punto de expirar y con el sus derechos sobre la actriz, el magnate la presionaba enormemente no solo para que renovara, con la promesa de hacerla una gran estrella (o hundirla en la miseria si se negaba), sino que a la vez pretendía sus favores tal y como ya había conseguido con una interminable lista de actrices famosas.
Jean Simmons, que por entonces tenía poco más de 22 años, estaba recién casada con Stewart Granger, quien cuando supo los avances que "el aviador" hacía para conseguir a su esposa lo amenazó severamente por teléfono: "Señor Howard, maldito Hughes, lo lamentará si no deja en paz a mi esposa". Esta amenaza puso frenético a Hugues que además de ver como no conseguía sus propósitos carnales con la Simmons, esta además se negaba a firmar el nuevo contrato. Hugues preparó su venganza milimétricamente.
Primeramente, negó a la actriz el poder protagonizar "Vacaciones en Roma", película para la que era insistentemente reclamada por William Wyler y que le valió un Oscar a su sustituta, la aún novata Audrey Hepburn. Después la obligó a participar en "Cara de ángel" (Angel face - 1953), película para la que contrató a un director que tenía fama de ser durísimo con los actores: Otto Preminger. El director no gustaba del proyecto y Hugues tuvo que esforzarse para convencerlo, dándole carta blanca para cambiar cuanto deseara del guion. A cambio le pedía terminar la película en el escaso margen de tiempo de contrato le quedaba a la Simmons, si lo lograba se llevaría una bonificación y además le daba carta para ser con ella tan dura como desease. "Voy a vengarme de esa pequeña perra", le dijo Hughes al director, "y tú me ayudarás".
Simmons, respondió inicialmente cortándose el pelo, conocedora de que a Hugues le gustaban las actrices con el pelo largo y creyendo, erróneamente, que así no la admitiría en la película. Fue un detalle que se corrigió de inmediato obligándola a usar en todo momento una peluca.
Lo peor fue lo en serio que se tomó Preminger el encargo de complicarle la vida a la joven actriz. En una de las escenas de "Cara de ángel", Robert Mitchum, el protagonista masculino de la película, tenía que pegar un bofetón a la menuda actriz y Preminger, de manera sádica, no paraba de repetir la escena y de conminar al actor a que se emplease a fondo y la golpease más fuerte. Mitchum que notó como el rostro de la actriz estaba ya rojo a causa de tanta inútil repetición, se volvió hacia el director y lo abofeteó duramente, a la vez que le decía ¿Así le parece bien? Preminger iracundo, acudió a Howard Hugues, pidiendo que despidieran a Mitchum, pero aquel tenía en gran aprecio al actor y lo mantuvo en la película. "Cara de ángel" debía haber sido un fracaso, el hundimiento de Jean Simmons en el mundo del cine y sin embargo no fue así. Gracias a la prestancia de Mitchum, a la calidad como director del tiránico Preminger (una cosa no quita la otra) y sobre todo a la maravillosa actuación que Jean Simmons desplegó como Diane Tremayne, una inolvidable y perversa "femme fatale", el título se convirtió en una grandiosa película, admirada por todos y esencial dentro de la historia del cine negro. Ni que decir tiene que Diane Tremayne, de ángel solo tenía la cara.... y que igual que recibía las tortas las devolvía.
Jean Simmons tuvo que meterse en pleitos para desligarse totalmente del caprichoso Howard Hugues, pero en el futuro le esperaban, entre otros, títulos como: "La túnica sagrada","Désirée", "Sinuhé el egipcio", "Ellos y ellas", "Pasos en la niebla", "Horizontes de Grandeza", "El fuego y la palabra" y como no "Espartaco". Una grandiosa actriz.
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lunes, 13 de diciembre de 2021
Homenaje a Verónica Forqué (D.E.P.)
Hoy ha fallecido Verónica Forqué, al parecer de forma
trágica, la que tanto nos hizo reír, la que nos aclaraba ¿POR QUÉ LO LLAMAN
AMOR CUANDO QUIEREN DECIR SEXO?, la que tenía claro que si hay que
"BAJARSE AL MORO" se baja y punto, esa estupenda "KIKA", que
no tenía nada de superbruja. La que nos hacía reír hasta con “LOS OJOS VENDADOS”.
La cosa no pintaba bien, no ha sido este "EL AÑO DE LAS LUCES" para
ella, en el que pretendían que supiera usar la "SALSA ROSA" mejor que
cualquier chef avanzado. Lo suyo era otra cosa, todos, "MOROS Y
CRISTIANOS" sabíamos que era una Reina entre las "REINAS" de
nuestro cine, sonrisa infinita y singular que nunca nos llevaba a pensar "¿DE
QUÉ SE RIEN LAS MUJERES?", solo nos movía a reír con ella; era la imagen de
"LA VIDA ALEGRE" y ahora, fíjate, como Robin Williams, nos deja sin
avisar, acortando "EL TIEMPO DE LA FELICIDAD" que ella nos regalaba.
No creo que sea fácil para los directores de cine encontrarle sustituta por
mucho que se repitan aquello de "SE INFIEL Y NO MIRES CON QUIÉN?" El tiempo, con eso de "HACERSE MAYOR Y OTROS PROBLEMAS" y la tristeza siempre se comportan como un cruel "MATADOR" que clava
su espada, "SIN VERGÜENZA" alguna, sobre las personas que más se
quieren. Ahora se nos va Verónica Forqué, "la Forqué", que no era ni
mucho menos "LA DAMA BOBA" de nuestro cine a pesar de su
singularísima y entrañable forma de hablar, una maravillosa actriz que de
seguro ahora se estará preguntando, en ese "VIAJE A ALGUNA PARTE"
que a todos nos toca hacer al final: "¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO?"
Descansa en Paz “MI QUERIDA SEÑORITA”
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domingo, 12 de diciembre de 2021
Quentin Tarantino y su cine en 12 citas
“Claro que Kill Bill es una película violenta. Pero es que es una película de Tarantino. Uno no va a ver a Metallica y les pide que bajen el volumen de la música”.
"Cuando estoy haciendo una película, no hago nada más. Se trata de la película. No tengo esposa. No tengo un hijo Nada puede interponer"
“Las películas son mi religión y Dios es mi patrón. Soy afortunado de estar en mi posición. No hago películas para pagar facturas. Cuando hago una película, la hago para mí, como si me fuera la vida en ello.”
“Robo ideas de toda película jamás hecha. Los grandes artistas roban, no hacen homenajes.”
“Para mí, las películas y la música van de la mano. Cuando estoy escribiendo un guion, una de las primeras cosas que hago es encontrar la música que voy a tocar para la secuencia de apertura.”
“Para mí la violencia es un asunto estético. Decir que no te gusta la violencia en el cine es como decir que no te gustan las escenas de baile en las películas de Minelli.”
“Cuando alguien me pregunta a cuál escuela de cine he ido, yo respondo: No fui a ninguna escuela de cine, yo solo fui al cine.”
“No creo en el elitismo. No pienso en la audiencia como esa persona tonta e inferior a mí. Yo soy la audiencia.”
“Si eres un cinéfilo, coleccionar videos es como la marihuana. Los DVD son como la cocaína. Y los rollos fotográficos son la heroína, ¿de acuerdo? Es como si te estuvieras drogando cuando empiezas a coleccionar los rollos. Así que en cierto modo me metí demasiado en ello, y tengo una gran colección de la que estoy muy orgulloso.”
“No tengo miedo a decir algo. Escribo sobre lo que conozco, sobre mi versión de la verdad. Y eso es parte de mi talento. Traslado a mis personajes el modo real que tiene la gente de hablar. Mi única responsabilidad es con mis personajes, por eso siempre les sitúo allá donde yo ya he estado.”
“Mis películas son dolorosamente personales, pero nunca trato de decirte cuán personales son. Es mi trabajo hacer que sea personal, y también disfrazarlo para que solo yo o las personas que me conocen sepan cuán personal es. Kill Bill es una película muy personal.”
"Sabes, es gracioso, para mí la mayoría de las escuelas de cine no te enseñan lo que necesitas para crear tu propia estética, tu propio estilo. Y en realidad parte de convertirse en un artista es descubrir tu estilo. Pueden enseñar a sincronizar la banda sonora con las imágenes, o puede ser que te enseñen algunos trucos diferentes de edición o "Oh, puedes hacer esto con una cámara" y te mostrarán algunas películas. Pero parte de convertirse en un artista es descubrir tu estilo, cuando empiezas "me gusta esto, pero no me gusta esto otro...". Pero luego empiezas a darte cuenta de la diferencia entre un buen trabajo y un mal trabajo, no solo "me gusta esto, pero no me gusta esto otro...". Y entonces comienzas a afinar tu estilo, y ya solo es ponerlo en práctica."
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sábado, 11 de diciembre de 2021
"Johnny Guitar" y una Joan Crawford desencadenada
Johnny Guitar: ¿A cuántos hombres has olvidado?
Vienna: A tantos como mujeres tú, me imagino.
Johnny Guitar: ¡No te vayas!
Vienna: Pero, si no me he movido.
Johnny Guitar: Dime algo bonito.
Vienna: Claro. ¿Qué deseas oír?
Johnny Guitar: Miénteme. Dime que me has esperado todos estos años. Dímelo.
Vienna: Todos estos años te he esperado.
Johnny Guitar: Y que habrías muerto si no hubiese venido.
Vienna: Habría muerto si tú no hubieses venido.
Johnny Guitar: Y que todavía me quieres como yo te quiero a ti.
Vienna: Te quiero como tú me quieres a mí.
Johnny Guitar: Gracias
Un intercambio de frases maravilloso para una pareja que prácticamente no se soportaba. Joan Crawford era tan dura con sus compañeros de reparto como dura era la imagen -a la vez que sensacional- que muestra en esta película en el rol de Vienna, en la que a fin de cuentas, el machote de la película era ella. Sterling Hayden, que de blandengue no tiene nada, resultaba en principio una opción algo extraña para encarnar al pistolero Johnny Guitar -no sabía montar a caballo, ni disparar y menos tocar la guitarra-, pero se supone que en definitiva de eso se trata actuar. El actor terminó por no soportar a Joan Crawford y sus continuos celos y tejemanejes, tanto que llegó a decir: "No hay suficiente dinero en Hollywood para atraerme a hacer otra película con Joan Crawford. Y me gusta el dinero" o "Estuve en guerra en esa película, durante el día, con Joan Crawford y por la noche con mi segunda esposa", unas manifestaciones que tenían mucho que ver con la forma en la que la actriz trataba a Mercedes McCambridge, su oponente femenino en la película en el rol de Emma Small.
Joan Crawford luchaba por cada detalle y mucho más por parecer lo más joven y atractiva posible. Por aquel entonces ya rondaba los cincuenta años (no se tiene claro del todo su fecha de nacimiento) y para lucir lo mejor posible obligaba a que todas las escenas que requerían primeros planos suyos se rodaran en estudio con la luz adecuada para favorecerla. No ayudó a calmarla el hecho de que su oponente, Mercedes McCambridge, fuera casi 15 años más joven, así, su lucha con ella fue tan tenaz como la que sostuvo con Bette Davis. Molesta por esta circunstancia y por lo bien que abordaba sus escenas, una noche, enfurecida por la borrachera, Crawford esparció los trajes usados por McCambridge a lo largo de una carretera de Arizona. El equipo de rodaje tuvo que ir a recogerlos. En otra ocasión y en un nuevo brote de furia, la Crawford se metió en el camerino de McCambridge y cortó su ropa en pedazos. McCambridge culpó de los siguientes dos años de inactividad en el mundo del cine a las presiones de la todopoderosa Johan Crawford y a sus repetidos intentos por incluirla en la lista negra.
Esa enemistad entre las dos actrices venía de perlas a la tensión precisa entre sus dos personajes en la película, pero el coste emocional para los que trabajaban en ella también era considerable. Nicholas Ray, el director, que se vio obligado a rodar las escenas de McCambridge por la mañana, antes de que llegara Johann Crawford, para evitar sus arrebatos, decía de esta última que era el peor ser humano y que, algunas veces, cuando había de ir a trabajar por la mañana en su coche, tenía que detenerse a vomitar solo ante la idea de trabajar con ella.
El crítico Dennis Schwartz al respecto de la película apuntaba: "François Truffaut dijo que le recordaba a 'La Bella y la Bestia', siendo Sterling Hayden la belleza". En cualquier caso, la Crawford esta sensacional en esta película que no sería ni mucho menos la misma sin la fuerza que ella logra transmitirle, haciendo de Vienna uno de los personajes femeninos icónicos dentro de la historia del cine.
La película, con esa calculada mezcla de romance, odio y violencia tuvo mucho más éxito en Europa que en Estados Unidos donde no obtuvo buenas críticas y donde solo con el tiempo logró la consideración de obra maestra que tiene hoy.
Ficha de la película:
Imágenes: De Flickr - Imagen 1 (CC BY-NC-SA 2.0) / Cortesía de Doctor Macro: Imágenes 2 y 3
viernes, 10 de diciembre de 2021
"El emigrante" de Juanito Valderrama: La primera canción protesta española
“Con
‘El emigrante’ yo fui el primer cantautor que hubo en España. El primero que
llegó al gran público con una letra que había escrito yo mismo y donde se
recogían los sentimientos, las alegrías y las penas de todo un pueblo. Cómo
será la fama de ‘El emigrante’, que de esa canción hasta Franco me pidió un
bis.”
Son palabras del gran Juanito
Valderrama, una de las voces más soberbias y populares del pasado reciente
de nuestro País y una persona realmente querida por todos, que resulta que
además de cantautor resultó tremendamente valiente al abordar un tema
verdaderamente espinoso (por no decir peligroso) hilvanado con primor sentimientos ocultos para muchos españoles de aquel entonces entre los
aparentemente inocentes versos de "El emigrante".
La canción empieza a tomar
forma en 1948, cuando Valderrama, durante una gira por España en la
que iba acompañado por el gran Niño Ricardo, encontró inspiración
en unas notas improvisadas por el músico. Al respecto cuenta Manuel Román:
“Un
día, el guitarrista Niño Ricardo, uno de los más grandes en su género,
improvisó unas notas que alimentaron la inspiración de Juanito, hasta el punto
de que, ‘por lo bajinis’, le susurró que no las olvidara, con las que minutos
después, ya en el camarín, compuso unas estrofas, aquellas que luego rezarían
así: ‘Adiós, mi España querida, dentro de mi alma, te llevo metía…’
Eran años en los que los vencidos de la Guerra Civil habían de abandonar España
para buscar fortuna lejos de una tierra que les cerraba todas las puertas y en
la que no pocos eran perseguidos. Ya en 1949, Juanito Valderrama iba a viajar a
América, lugar al que se habían exiliado muchos españoles, especialmente a
México, y con la base de las notas de Niño Ricardo y con el
pensamiento puesto en los que marcharon, logró terminar la letra sobre una
factura de hotel cuando estaba camino de Larache en una gira por Tánger.
Durante la Guerra Civil, Valderrama se alineó con la República y
se alistó en un batallón de la CNT donde, junto con otros
artistas en situación similar, actuó para combatientes y heridos de guerra.
Antecedentes que refuerzan la idea de que más que a los emigrantes que
marchaban de España en busca de trabajo, un fenómeno que no llegaría hasta años
más tarde, la canción iba dirigida a los exiliados políticos, debiendo ser
considerada como una verdadera "canción protesta". Al
respecto diría Manuel Francisco Reina:
“Hombre de filias republicanas, en cuyo bando estuvo alistado durante la
guerra, escribió esta canción que, sin duda, se convirtió en himno de todos los
exiliados republicanos por todos los márgenes de la España de Franco y dentro
del miedo y el silencio de sus fronteras.”
Así,
Juanito Valderrama es para no pocos, uno de los primeros cantautores españoles
(muy admirado por Serrat, que lo considera fuente de inspiración),
y logra además de interpretar, componer un repertorio propio, en el que
introduce matices críticos con el entorno que le toca vivir.
Curiosamente, "El emigrante" era una de las canciones
favoritas de Franco y al respecto decía el propio Valderrama:
“A
Franco le encantaba ‘El emigrante’. Decía que era muy patriótica. No debía
darse cuenta de que esa canción iba en contra de su política, pues su argumento
no era otro que el de tantos exiliados españoles que vivían fuera de España en
la posguerra. Durante años, cada 18 de julio me enviaban desde el palacio de El
Pardo una invitación para acudir a otro palacio, el de La Granja, al
aniversario del comienzo del Alzamiento Nacional, por cuyo motivo se celebraba
una gran fiesta en sus jardines con asistencias de todo el Cuerpo Diplomático y
grandes personalidades del Régimen. A aquella recepción íbamos muchos artistas
de la canción española. Y yo tenía que cantar siempre ‘El emigrante’, pues
sabía que a Franco le gustaba, incluso tuve una vez que hacer un bis.”
De ese
famoso bis contaba Carmen Sevilla, que había ocurrido cuando tanto
ella como Valderrama habían sido invitados a cantar en una fiesta organizada
por un señor acaudalado y a la que asistía Franco. Cuando llegó el momento de
cantar y en presencia de tanto uniforme, Juanito Valderrama sudaba de puro
miedo, cuando el maestro Quiroga le dijo que la canción que
deseaban oír era "El emigrante". Cuando terminó la canción, se hizo
un silencio que duró unos segundos, tras los cuales, inesperadamente y en
contra de su costumbre, Franco le pidió que la volviese a cantar, pues la
consideraba una canción patriótica muy de su gusto. Solo después de mucho
tiempo Valderrama contaría a Carmen Sevilla la razón de sus sudores aquella
noche, que no era otra que la verdadera naturaleza del contenido de la canción,
y el "escogido público" ante el que había de cantarla.
Seguro
que ahora la canción ya no suena igual:
... “Cuando salí de mi tierra, volví la cara llorando porque lo que más quería, atrás me lo iba dejando. Adiós mi España querida, dentro de mi alma te llevo metida. Y aunque soy un emigrante jamás en la vida yo podré olvidarte.”
Esta entrada se publicó originalmente en nuestro blog anterior: "Una pizca de..." el 30/12/2012
jueves, 9 de diciembre de 2021
Dirk Bogarde, Mahler y el horror de Bergen-Belsen
Sir Derek Jules Gaspard Ulric Niven van den Bogaerde, ese era nada más y nada menos que el nombrecito real de Dirk Bogarde, uno de los más sobresalientes actores británicos. Persona de gustos refinados y gran sensibilidad (ya retirado del cine se volcó en la escritura -con cierto éxito-, la poesía y la pintura) sufrió un duro embate durante su servicio en la Segunda Guerra Mundial. Sirvió en la Unidad de Inteligencia Fotográfica Aérea y alcanzó el rango de mayor -comandante-. Apodado "Pippin" y "Pip" durante la guerra, recibió siete medallas en sus cinco años de servicio activo. Cuando rodó "Un puente lejano" (1977), era el único miembro del rodaje que había participado en las batallas que se describen en la película.
El actor resultó ser uno de los primeros oficiales en participar en la liberación del campo de exterminio de Bergen-Belsen. Los horrores que allí presenció, cerca de 60.000 prisioneros, la mayor parte de los cuales estaban medio muertos de hambre y enfermos; y la dantesca visión de 13.000 cadáveres, desnudos y esqueléticos tirados por el campamento aún sin enterrar, le marcaron profundamente y eran recuerdos que intentaba evitar a toda costa. Con el tiempo contaba: "A los 24 años, la edad que tenía entonces, la conmoción profunda permanece registrada para siempre. Un tatuaje interno que solo se puede quitar mediante cirugía, no puede eliminarse convenientemente solo con el paso del tiempo". Para el actor, comprender lo que allí ocurrió, era en sus palabras como "investigar el Infierno de Dante". Más abajo dejamos varios extractos de sus memorias al respecto de sus vivencias de guerra. La traumática experiencia en Bergen-Belsen le provocó una cierta aversión hacia todo lo alemán, lo que le llevó a frases tan drásticas como aquella en la que mantenía que "con un alemán no compartiría ni el ascensor", una posición que sin embargo no le impidió enfundarse el uniforme alemán en más de una película. Baste recordar su papel como oficial de las SS en "El portero de noche" (1974), película que según el actor le dejó emocionalmente agotado y le llevó a considerar retirarse del cine, cosa que no hizo hasta 1990.
Para Dirk Bogarde, que ya había hecho algún papel antes del conflicto, fue terminar la guerra y empezar una exitosa carrera como actor: “Primero fue la guerra y después la paz, y de repente yo era una estrella de cine. Todo sucedió muy pronto”. Poco importaba su delgadez: “Estaba tan flaco como una gallina desplumada. La Rank Organization me abastecía con pesas. Me ponía dos jerseys debajo y encima la camisa”, su talento natural ante las cámaras y su capacidad para dar credibilidad a los más diversos personajes hicieron de el un actor muy cotizado, que siempre daba buen juego en la taquilla. Para el recuerdo quedan sus interpretaciones en "El sirviente", "Portero de noche", "La caída de los dioses", "Darling" y sobre todo su papel de Gustav von Aschenbach en la obra maestra de Luchino Visconti: "Muerte en Venecia" (1971), una obra sobre la cual Dirk Bogarde contaba una divertida anécdota que le fue contada por Visconti.
Al parecer, al finalizar una proyección de "Muerte en Venecia" a unos ejecutivos cinematográficos de Los Ángeles, todos quedaron en un incomodo silencio que al principio Visconti interpretó de manera positiva, aunque pronto se dio cuenta que más bien no habían entendido nada de nada. Bogarde describía la situación así: "aparentemente se quedaron atónitos en un horrorizado silencio ... Un grupo de hombres desplomados con trajes de nailon miraba con tristeza la pantalla en blanco". Un ejecutivo nervioso, sintiendo que había que decir algo, se levantó y preguntó: "Signore Visconti, ¿quién fue el responsable de la banda sonora de la película?"
" Gustav Mahler ", respondió Visconti.
"¡Simplemente genial!", Dijo el hombre nervioso. "Creo que deberíamos ficharlo".
Lástima que el gran Mahler, el compositor de ese maravilloso Adagietto que ya por siempre ira unido a las imágenes de la película, llevase ya 60 años fallecido. No es casualidad que Visconti eligiera ese tema de la quinta sinfonía de Mahler para la película, de hecho Thomas Mann, el autor del libro en el que se basa el film, amaba tanto la música de este compositor que el personaje central, Aschenbach, se llama Gustav en homenaje a él. Es más, Visconti mutó la profesión de escritor que en la novela tiene Aschenbach por la de músico para todavía resaltar más este homenaje.
Algunas frases de Dirk Bogarde:
"¿Televisión? ¡Nunca! No quiero que mi público se orine o prepare té mientras yo trabajo duro."
"El cine es solo una forma de masturbación. Alivio sexual para personas decepcionadas. Las mujeres que me escriben me dicen: "Dejé que mi marido lo hiciera porque fantaseaba con que eras tú el que estaba encima de mí".
"Simplemente amo la cámara y ella me ama a mí. Pero la cantidad de concentración que tienes que usar para alimentar la cámara es tan enorme que al final del día estás absolutamente destrozado después de hacer algo simple, como mirar."
"El tipo de actuación que solía hacer ya no existe porque su consideración principal es el presupuesto, el tiempo de ejecución, el costo, y si lo entenderán en Milwaukee."
"Después de la guerra siempre supe que nada, nada, podría ser tan malo... nada podría asustarme más, quiero decir, ningún hombre podría asustarme más, ningún director... nada podría ser tan malo como la guerra, o las cosas que vi en la guerra "
Sobre la entrada en Bergen-Belsen en sus memorias: “Creo que fue el 15 de abril, no estoy muy seguro de cuál era la fecha, cuando abrimos el campo de Belsen, el primero que veíamos. Ni siquiera sabíamos lo que eran. Habíamos escuchado vagos rumores, pero nada podía ser peor que eso. Las puertas se abrieron y me di cuenta que estaba ante el Infierno de Dante: nunca había visto nada tan espantoso. Y nunca lo haré. Se acercó una chica que hablaba inglés, porque reconoció una de las insignias, y sus pechos eran como una especie de carteras vacías. No tenía la parte superior del cuerpo cubierta, sólo llevaba un pijama de hombre, pero sabía que era una chica por sus pechos, que estaban vacíos. Supongo que tendría 24 o 25 años, hablamos y ella estaba emocionada, mientras alrededor había montañas de muertos hundidos en el barro, tanto que cuando caminabas pasabas sobre ellos sin darte cuenta. Un superior me dijo que me retirara porque casi todos los sobrevivientes tenían tifus y era muy contagioso. Pero la chica vio en la parte trasera del jeep una porción de ración diaria envuelta en un diario. Preguntó si podía dárselo, pero mi superior me ordenó que no le diera comida, porque se la comería de inmediato y moriría en diez minutos. Pero ella no quería la comida, quería el pedazo de diario, porque no había visto ninguno durante cinco años. Era estonia, y eso era todo lo que quería. Me dio un beso, que fue muy conmovedor, pero mi superior me sacó a rastras. No la volví a ver, por supuesto, porque murió. Supongo que todos murieron. Pasé luego por algunas de las chozas y había montañas de gente putrefacta, pero mezclados quedaban algunos con vida, levantando la cabeza intentando sobrevivir. Eso fue lo peor. Después de eso supe que nada, nunca, podría ser tan nefasto, que nada podría asustarme más, que ningún hombre podría asustarme más, ningún director, ni siquiera el más exigente podría ser tan horrible como las cosas que vi en la guerra”. (Autobiografía)
miércoles, 8 de diciembre de 2021
Billy Wilder y el éxito en el cine
Son palabras, del siempre agudo y genial Billy Wilder, uno de los mejores directores de la historia del cine y al que podemos ver arriba junto a Gloria Swanson, actriz con la que rodó la estupenda "Sunset Boulevard" (El crepúsculo de los dioses - 1950).
Al respecto de su muerte, en una muestra más de su inagotable humor decía:
"Me gustaría morir a los 104 años, completamente sano, asesinado por un marido que me acabara de pillar, in fraganti, con su joven esposa"
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original
martes, 7 de diciembre de 2021
Fragmento de "Drácula" (Bram Stoker)
"Cuando entramos precipitadamente en la habitación, el conde volvió la cabeza y en su rostro apareció la expresión infernal que tantas veces había oído describir. Sus ojos brillaron, rojizos, con una pasión demoníaca; las grandes ventanas de su nariz blanca y aquilina estaban distendidas y temblaban ligeramente; y sus dientes blancos y agudos, detrás de los labios gruesos de la boca succionadora de sangre, estaban apretados, como los de un animal salvaje"
El fragmento es de "Drácula" obra de Bram Stoker publicada en 1897, En la imagen, Christopher Lee, dando vida al protagonista de la novela en la película "Horror of Drácula" (Drácula - 1958) dirigida por Terence Fisher.
Imagen: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro: Fuente original.
lunes, 6 de diciembre de 2021
Madrid, la Babilonia a la que Lope de Vega cantó antes que Sabina
Mucho antes de que el ubetense Joaquín Sabina escribiera, allá por 1980, aquellos versos destinados al álbum "Malas compañías" que decían: "Allá donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir, donde regresa siempre el fugitivo, pongamos que hablo de Madrid", otro genio de las letras españolas, nada más y nada menos que Lope de Vega, escribió otros de espíritu similar, el soneto nº 142, también dedicado a Madrid, en este caso su ciudad natal y que había de abandonar camino de Valencia por una condena de destierro motivada por problemas amorosos que el escritor no supo solucionar de manera elegante. Tampoco el Fénix de los ingenios, como admirativamente Cervantes llamaba a su vecino Lope, fue condescendiente con la ciudad, toda una Babilonia a sus ojos, que como a Sabina, le provocaba sentimientos encontrados. El poema dice así:
Hermosa Babilonia en que he nacido
para fábula tuya tantos años,
sepultura de propios y de extraños,
centro apacible, dulce y patrio nido;
cárcel de la razón y del sentido,
escuela de lisonjas y de engaños,
campo de alarbes con diversos paños,
Elisio entre las aguas del olvido;
cueva de la ignorancia y de la ira,
de la murmuración y de la injuria,
donde es la lengua espada de la ira;
a lavarme de ti me parto al Turia,
que reír el loco lo que al sabio admira,
mi ofendida paciencia vuelve en furia.
Por supuesto, Lope de Vega no tardó en volver a Madrid, al lugar donde regresa siempre el fugitivo, allí murió y allí quiso quedarse, pongamos que Madrid, aún tenía un sitio para él.
Imagen: De Wikimedia Commons - (CC0) - Dominio Público - Fuente Original
domingo, 5 de diciembre de 2021
Marlon Brando y el cine en cinco frases
"El cine... Es extraño. La gente compra una entrada. Esa entrada es su puerta a una fantasía que tú creas para ellos. La tierra de la fantasía, eso es todo, y tú das vida a sus fantasías. Fantasías de amor, de odio o de lo que sea."
"Un actor es una persona que no te escucha a menos que estés hablando de él."
"La única razón por la que estoy en Hollywood es que no tengo el coraje moral de rechazar el dinero"
"La actuación es la expresión de un impulso neurótico. Es una vida de vagabundo. Dejar de actuar, ese es el signo de la madurez"
"El éxito excesivo puede arruinarte, igual que el fracaso excesivo"
La imagen es de "El rostro impenetrable" (1961 - "One eyed Jacks") - La única película dirigida por Marlon Brando.
Imagen: De Wikimedia Commons (CC0) - Dominio Público - Fuente Original
viernes, 3 de diciembre de 2021
Franz Kafka, la "Carta al padre" y el inicio de "La metamorfosis"
“Carta al padre” de Franz Kafka
Queridísimo padre:
Hace poco me preguntaste por qué digo que te tengo miedo. Como de costumbre, no supe darte una respuesta, en parte precisamente por el miedo que te tengo, en parte porque para explicar los motivos de ese miedo necesito muchos pormenores que no puedo tener medianamente presentes cuando hablo. Y si intento aquí responderte por escrito, sólo será de un modo muy imperfecto, porque el miedo y sus secuelas me disminuyen frente a ti, incluso escribiendo, y porque la amplitud de la materia supera mi memoria y mi capacidad de raciocinio.
(...) He sido un niño miedoso; sin embargo, también era seguramente testarudo, como son los niños; es probable que también me malcriara mi madre, pero no puedo creer que fuese especialmente indócil, no puedo creer que una palabra amable, un silencioso coger-de-la mano, una mirada bondadosa, no hubiese conseguido de mí lo que se hubiese querido. Es verdad que tú, en el fondo, eres un hombre blando y bondadoso (lo que viene a continuación no será una contradicción, sólo hablo del efecto que tu persona hacía en aquel niño), pero no todos los niños tienen la constancia y la valentía de escarbar hasta dar con la bondad. Tú sólo puedes tratar a un niño de la manera como estás hecho tú mismo, con fuerza, ruido e iracundia, lo que en este caso te pareció además muy adecuado, porque querías hacer de mí un chico fuerte y valeroso.
(...) Tú estabas dotado para mí de eso tan enigmático que poseen los
tiranos, cuyo derecho está basado en la propia persona, no en el pensamiento.
En cualquier caso, a mí me lo parecía.
(...) La imposibilidad de unas relaciones pacíficas tuvo otra consecuencia, en el fondo muy natural: perdí la facultad de hablar. Seguramente tampoco habría sido nunca un gran orador, pero el lenguaje fluido habitual de los hombres lo habría dominado. Tú, sin embargo, me negaste ya pronto la palabra, tu amenaza: «¡No contestes!» y aquella mano levantada a la vez me han acompañado desde siempre. Delante de ti -cuando se trata de tus cosas, eres un magnífico orador- adquirí una manera de hablar entrecortada y balbuciente, pero hasta eso era demasiado para ti; finalmente acabé por callarme, al principio tal vez por obstinación, después porque delante de ti no podía ni pensar ni hablar.
(…) No se podían roer los huesos, tú sí. No se podía sorber el vinagre, tú sí. Lo importante era cortar el pan en rebanadas regulares, pero que tú lo cortaras con un cuchillo chorreando salsa, eso daba igual. Había que tener cuidado de que no cayera comida al suelo, donde más había al final era debajo de ti. En la mesa sólo había que ocuparse de la comida, pero tú te limpiabas y te cortabas las uñas, afilabas lápices, te limpiabas los oídos con un mondadientes. Padre, por favor, entiéndeme, en sí eso habrían sido detalles sin la menor importancia, y si a mí me agobiaban era sólo porque tú, un ser para mí tan absolutamente determinante, no acatabas los mandamientos que me imponías a mí. Por ello el mundo quedó dividido para mí en tres partes: una en la que yo, el esclavo, vivía bajo unas leyes que sólo habían sido inventadas para mí y que además, sin saber por qué, nunca podía cumplir del todo; después, otro mundo que estaba a infinita distancia del mío, un mundo en el que vivías tú, ocupado en gobernar, en impartir órdenes y en irritarte por su incumplimiento, y finalmente un tercer mundo en el que vivía feliz el resto de la gente, sin ordenar ni obedecer.
(...) Tú decías: «¡No contestes!», queriendo así reducir al silencio las fuerzas desagradables y opuestas a ti que había en mí; pero ese influjo era demasiado fuerte para mí, yo era demasiado obediente, enmudecía por completo, me escabullía de tu presencia y sólo osaba empezar a moverme cuando estaba tan lejos de ti que tu poder, al menos directamente, no llegaba hasta allí. Pero tú estabas allí delante y siempre te parecía que todo te «llevaba la contraria», siendo como era la natural consecuencia de tu fuerza y de mi debilidad. Tus sumamente efectivos y, conmigo al menos, infalibles recursos retóricos en la educación eran: insultos, amenazas, ironía, risa maligna y -curiosamente autoinculpación.
(…) En aquella época -y en aquella época en todo momento- hubiera necesitado el estímulo. ¡Si ya estaba yo aplastado por tu mera corporeidad! Me acuerdo, por ejemplo, de cómo muchas veces nos desvestíamos juntos en una cabina. Yo flaco, enclenque, esmirriado, tú fuerte, alto, ancho. Ya en la cabina, mi aspecto me parecía lastimoso, y no sólo delante de ti, sino del mundo entero, pues tú eras para mí la medida de todas las cosas. Pero cuando salíamos de la cabina delante de la gente, yo de tu mano, un pequeño esqueleto, inseguro, descalzo sobre las planchas de madera, con miedo al agua, incapaz de imitar los movimientos natatorios que tú, con buena intención pero en realidad para mi gran oprobio, me enseñabas todo el tiempo, entonces estaba completamente desesperado y todas mis malas experiencias en todos los terrenos venían a coincidir maravillosamente en tales momentos. Cuando más a gusto me encontraba, era si alguna vez tú te desvestías primero y yo podía quedarme solo en la cabina y aplazar el oprobio de la aparición pública hasta que tú venías por fin a ver qué pasaba y me sacabas de allí..
(...) Y también en este punto estaba esa enigmática inocencia tuya que te hacía intangible, tú insultabas sin sentir el menor reparo, y encima rechazabas y prohibías que insultaran los demás. Los insultos los reforzabas con amenazas, y eso sí que ya me concernía directamente. Para mí era horrible por ejemplo la siguiente: «Voy a despedazarte como a un pez», aunque yo sabía que eso no iba seguido de nada malo (cuando era muy pequeño, sin embargo, no lo sabía), pero encajaba casi plenamente con la idea que yo tenía de tu poder el que también fueses capaz de eso. También era horrible cuando corrías dando voces en torno a la mesa para agarrarle a uno, por lo visto no querías hacerlo, pero fingías quererlo y la madre, por fin, parecía salvarlo a uno. A aquel niño le parecía que, una vez más, había conservado la vida gracias a tu clemencia y que el hecho de seguir vivo era un inmerecido regalo tuyo. Aquí hay que situar también tus amenazas por las consecuencias de mi desobediencia. Cuando yo empezaba a hacer algo que no te gustaba y tú me amenazabas con el fracaso, mi respeto a tu opinión era tan grande que ese fracaso, aunque tal vez viniese más tarde, ya era inevitable. Perdí la confianza en lo que hacía. Era inseguro, dubitativo. Cuantos más años iba teniendo, tanto mayor era el material que tú podías presentarme como prueba de mi nulidad; poco a poco empezaste a tener realmente razón, en cierto sentido. Otra vez me guardo de afirmar que yo haya llegado a ser así únicamente por ti; tú sólo reforzaste lo que había, pero lo reforzaste mucho, por ser tan poderoso conmigo y por emplear todo tu poder en ello.
(...) Es cierto que mi madre era infinitamente bondadosa conmigo, pero para mí todo aquello estaba en relación contigo, o sea, en una relación mala. La madre tenía, inconscientemente, el papel que tiene el montero en la caza. Si, en un caso improbable, tu educación, al generar oposición, aversión o hasta odio, hubiese podido emanciparme de ti, la madre restablecía el equilibrio con su bondad, con sus palabras sensatas (en el caos de la infancia ella fue el arquetipo de la sensatez), con su mediación, y yo estaba otra vez reintegrado en ese círculo tuyo del que si no, para tu provecho y el mío, quizás habría podido evadirme. O también sucedía que no había una reconciliación propiamente dicha, que la madre sólo me protegía de ti a escondidas, me daba, me permitía algo a escondidas, y entonces yo era otra vez para ti ese ser retorcido y falso, que se sabe culpable, y que, por ser tan nulo, hasta aquello a lo que creía tener derecho no lo conseguía sino por caminos sinuosos.
(...) También es verdad que apenas me has pegado alguna vez de verdad. Pero aquellas voces, aquel rostro encendido, los tirantes que te quitabas apresuradamente y colocabas en el respaldo de la silla, todo eso era casi peor para mí. Es como alguien a quien van a ahorcar. Si lo ahorcan de verdad, ha muerto y todo ha terminado. Pero si tiene que ver todos los preliminares del ahorcamiento y sólo cuando le cuelga la soga delante de la cara se entera del indulto, puede que quede dañado para toda la vida. Por si fuera poco, a medida que se iban acumulando aquellas ocasiones en que, según tu criterio claramente manifestado, yo hubiera merecido una paliza, pero gracias a tu indulgencia me había librado de ella por muy poco, iba aumentando en mí otra vez el sentimiento de culpabilidad. Por donde se mirase, siempre incurría en falta frente a ti.
(...) Como es natural, las cosas no pueden encajar unas con otras en la realidad como encajan las pruebas en mi carta, la vida es algo más que un rompecabezas; pero con la corrección que resulta de esa objeción, una corrección que no puedo ni quiero exponer con detalle, se ha llegado, a mi juicio, a algo tan cercano a la verdad que nos puede dar a ambos un poco de sosiego y hacernos más fáciles la vida y la muerte.
Estos son solo algunos pequeños fragmentos de la extensa carta (103 páginas manuscritas) que Franz Kafka escribió a su padre Hermann en 1919 y que solo se publicó tras la muerte del escritor. Según Max Brod, el amigo de Kafka que debería haber quemado todos sus escritos, este ni tan siquiera se atrevió a entregar la carta directamente a su padre, por contra utilizó como intermediaria a su madre quien nunca se la hizo llegar al destinatario, que por supuesto nunca supo de las razones por las que su hijo se sentía tan poca cosa. Ahora, puede que cuadre recordar el inicio de "La Metamorfosis" (1915), y ver con otros ojos a ese desdichado Gregorio Samsa que tan molesto era para su familia:
"Cuando Gregorio Samsa se
despertó una noche de un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido
en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de
caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco,
dividido en partes durasen forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía
mantenerse ya el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas,
ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban
desamparadas ante los ojos."
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original
jueves, 2 de diciembre de 2021
Ann Blyth y la belleza
La preciosa actriz y cantante Anne Blyth, cumplió 93 años el pasado agosto y sin embargo se retiró del mundo del cine, salvo algún trabajo muy menor, antes de cumplir los treinta y después de haber realizado unas cuantas buenas películas en un corto espacio de tiempo. Entre ellas destacan: "El mundo en sus manos" (1952 - Raoul Walsh), "Todos los hermanos eran valientes" (1953 - Richard THorpe), "Fuerza bruta" (1947 - Jules Dassin) y sobre todo "Alma en suplicio" (1945 - Michael Curtiz) título que le valió una merecida nominación al Oscar por la interpretación nada angelical de Veda, la hija de la sufrida Mildred, rol por el que Joan Crawford si que ganó el Oscar a la mejor actriz principal.
La belleza es un buen pasaporte para convertirse en una rutilante estrella de cine pero no tanto para ganarse el respeto de los compañeros de profesión y público como un gran actor o actriz de verdad. Ann Blyth sabía por experiencia propia de estas trabas. En cierta ocasión una actriz de rostro mucho menos luminoso que el de ella, le dijo: "A ti te habrá facilitado mucho tu carrera el hecho de tener una cara agradable", a lo que Blyth respondió: "Pues, sí. Pero créeme, a cambio de ello, sufro los inconvenientes de que haya mucha gente que crea que actrices de verdad solo lo son las feas".
Pocos años antes de retirarse del cine se casó con el Dr. James McNulty, matrimonio que duró hasta la muerte de este 53 años después y con el que tuvo cinco hijos. No cabe duda de que la vida hogareña le atrajo más que las candilejas. Ella misma decía al respecto:
"Como actriz, siempre he creído que el verdadero desafío, la obligación más profunda, comienza después de que la cámara se detiene. Mi papel como mujer en mi comunidad y en mi hogar siempre ha eclipsado la emoción de cualquier papel que haya interpretado en el escenario o la pantalla".
Como decía Rosendo: "Maneras de vivir"....
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