“De algún modo se había acostumbrado a que fuera él el que pensara por todos y, en sus ausencias, antes de dar el menor paso siempre pensaba automáticamente en lo que él hubiera hecho; por eso ahora no se sentía preparada para oponer su propia voluntad a la de él. Y, sin embargo, tenía que pensar por sí sola. Por fin se había aprendido el horrible número de la puerta que llevaba al mundo de los sueños, el umbral de una salida que no era tal salida. Sabía que el mayor pecado que podía cometer tanto en aquél momento como en el futuro era engañarse a sí misma. Le había costado mucho aprenderse aquella lección, pero al fin la había aprendido. Si te niegas a pensar, otros tienen que pensar por ti y les cedes el poder, dejas que perviertan y reglamenten tus condiciones naturales, que te civilicen y te esterilicen.”
El fragmento pertenece a "Suave es la noche" (Tender is the night - 1934), una de las grandes obras de Francis Scott Fitzgerald. Para ilustrarlo hemos elegido el cuadro "Sol de la mañana" (Morning Sun - 1952) de Edward Hopper, en el que una mujer, en soledad y silencio deja bañar sus pensamientos por la luz de un nuevo día y abre la ventana de par en par para que marche la oscuridad de su desnudo cuarto. Hopper necesitaba poco para lograr un simbolismo realmente significativo.
Imagen: De Flickr donde aparece como (CC BY-NC-SA 2.0) - Fuente original
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