Una de las grandes incógnitas del mundo de la música es la razón por la que un músico de la talla de Rossini, en plenitud de facultades y en la cima de su éxito decide dejar de componer, salvo algunas pequeñas piezas y por supuesto ninguna opera nueva, durante los últimos cuarenta años de su vida. Pudo ser por hastío, por cuestiones de salud o simplemente por falta de necesidad, dada la gran fortuna que había acumulado con sus formidables éxitos operísticos.
Como consecuencia de aquellos éxitos su figura era reverenciada por todos tanto que, en vida del compositor, sus admiradores llegaron a realizar una recolecta de fondos para erigirle una estatua en Paris. Cuando le comentaron esta iniciativa en su honor, el músico preguntó de inmediato:
-¿Cuánto se ha recaudado ya para ese fin?
- Cerca ya de ochenta mil francos - le contestaron-
- Miren ustedes -apostilló Rossini- cuando la cifra aumente a cien mil, díganmelo, y no gasten el dinero en la estatua, sino que será mejor que me lo den a mí, y yo iré todos los días a ponerme un ratito sobre el pedestal.
Abajo os dejamos una de esas perlas que componía el gran Rossini, la cavatina "Largo al factotum della citta" de "El barbero de Sevilla", aquí en la voz de Peter Mattei:
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente original
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