Nadie duda de que una de las mejores cosas que pudieron ocurrirle a John Wayne fue convertirse en el actor fetiche del grandioso John Ford, con el que protagonizó algunas de las mejores películas de la historia. La verdad es que Wayne no apuntaba muy alto hasta comenzar su relación con Ford y de esta manera, Robert Parrish, que trabajaba como montador con el hombre que hacía películas del oeste, como gustaba definirse a si mismo Ford, le pregunto a este cuál era el secreto para que Wayne luciera mucho mejor cuando trabajaba con él que cuando lo hacía para otros directores. Ford más bien enojado por la pregunta le dijo "¿Por qué quieres saberlo?" a lo que Parrish le contestó "Algún día me gustaría dirigir". Ford, fiel a su estilo, le contestó secamente: "Entonces ¿por qué demonios no te vuelves a tu sala y montaje y aprendes primero a cortar?"
Con el tiempo Parrish llegó a cumplir su sueño de dirigir películas y a su cargo corren títulos como "Casino Royale", "Mas allá de Rio Grande" o "Contrato en Marsella" por nombrar algunas, y años después de aquella pregunta, él y Ford, que no le había olvidado, coincidieron en la Marina, donde le invitó al visionado de algunas películas suyas junto a otros oficiales. Cuando la proyección iba a dar comienzo y se apagaban las luces, Ford le dijo a Parrish que contara el número de veces que Wayne hablaba en "La Diligencia" y en "Hombres Intrépidos". Cuando las luces se encendieron Ford preguntó: "¿Cuántas veces?". Parrish había contado tan sólo 14 cortos diálogos en cada una de las películas. Ford sentenció: "Así es como haces que sean buenos actores ¡No dejes que hablen!"
La foto que acompaña la anécdota corresponde a otra de las grandes obras de Ford, nada menos que "El hombre que mató a Liberty Valance" (1962) y en ella se puede ver a Ford con su parche en el ojo, al poco hablador (por exigencias del guion) de Wayne y al sensacional James Stewart. ¡Vaya tres!
Imagen: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro: Fuente Original
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