Uno de los grandes mandamases del cine de Hollywood, Irving Thalberg, era capaz, si era preciso, de hacer que sus guionistas sudaran sangre para lograr de ellos buenas y novedosas ideas con las que hacer sonar la caja registradora. Eso es más o menos lo que hizo para que la famosa escena del camarote en “Una noche en la Opera” (Sam Wood - 1935) tomara cuerpo. Thalberg tenía entre ceja y ceja hacer la película más desternillante de los Hermanos Marx y para ello necesitaba gags completamente nuevos en las que se le diera una nueva vuelta de tuerca al ya de por si considerable arte del absurdo de los Marx. Descontento con las escenas cómicas que le presentaban los guionistas, no paraba de pedir modificaciones y de rectificar o rechazar el trabajo que le presentaban. En un arranque de mal humor y de malos modos, pidió a Al Boabserg, uno de esos guionistas, un nuevo enfoque del guion de la película y una escena que quedara en el recuerdo de todos los espectadores que acudieran a verla y que sirviera de promoción cuando hablaran de ella a otras personas.
Boasberg era cumplidor, pero también estaba hasta el mismísimo gorro de las inaceptables maneras del todopoderoso Thalberg, así que tras idear esa mágica escena, le telefoneo y le dijo: “De acuerdo, Sr. Thalberg. Ya lo tengo hecho, pero si lo quiere ver tendrá que ir a mi oficina y cogerlo. Yo me marcho a casa. Ahí se lo dejo”. Y de esta manera, Boasberg abandonó la producción de la película.
Ni que decir tiene que Thalberg fue al despacho en busca de aquella escena, pero allí no encontraba nada, ni él, ni Groucho, ni Harpo ni Chico que le acompañaban. Cuando ya casi se daban por vencidos y estaban hartos de revolver papeles, repararon en que el guion de la escena se encontraba recortado en multitud de trozos que habían sido clavados en el techo. Sin duda el berrinche que se manejaba Boabsberg cuando terminó de cumplir con la última exigencia de Thalberg, debía ser morrocotudo para idear esta curiosa forma de entregárselo.
Groucho contaba: “Nos costó cerca de cinco horas volver a recomponerlo, pero valía la pena, porque resultó ser el centro de una de las escenas más famosas que hemos hecho”, aquella en que su diminuto camarote termina totalmente atestado de personas, ciertamente más apretadas que los tornillos de un submarino y que saldrán despedidos como el champan al descorchar una botella cuando Margaret Dumont abre la puerta al final de la escena. Allí se habían dado cita, aparte de dos grandes arcones y una cama: las dos chicas del servicio de habitaciones que han de sufrir la incómoda lapa de un totalmente dormido Harpo que aporta un plus de caos y absurdo a la escena, la limpiadora, el plomero y su ayudante gigantón, una chica que buscaba a su tía, cuatro camareros, una chica para la manicura, ante la que Groucho prefiere dejarse las uñas cortas por falta de sitio, y Chico y por supuesto sus "dos huevos duros" ¿o eran tres?
Ficha de la película:
Título original: A Night at the Opera
Año: 1935
Duración: 94 min.
País: Estados Unidos
Director: Sam Wood
Reparto: Groucho Marx, Harpo Marx, Chico Marx, Margaret Dumont, Kitty Carlisle, Allan Jones, Sig Ruman, Walter Woolf King, Edward Keane, Robert Emmet O'Connor, Lorraine Bridges
Productora: Metro-Goldwyn-Mayer
Guión: George S. Kaurman & Morrie Rysking
Música: Herbert Stothart
Fotografía: Merrit B. Gerstad
Imágenes: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro: Img 1 - Img 2 - Img 3
No hay comentarios:
Publicar un comentario