Durante la época imperial, Roma estaba ávida de
entretenimientos y más allá de los consabidos espectáculos de carreras de
cuadrigas y luchas de gladiadores, el teatro, siguiendo la estela griega,
ocupaba un lugar de honor. Entre sus estrellas más rutilantes estaban Clodio
Esopo, Roscio, Batilo de Alejandría, Mnéster o Pílades, actores que concitaban
grupos de rendidos admiradores al estilo de los actuales. El éxito los podía
colocar en lo más alto, al lado del emperador, con todos los privilegios que
ello suponía, pero estar en la cima convertía su profesión en un oficio de alto
riesgo, de hecho, actuar ante el emperador podía llegar a costarles
literalmente la vida si no obtenían el aplauso. Existe constancia escrita de
que Augusto condenó a pena de azotes a más de cincuenta actores, los desmedidos
Calígula (en la foto) y Nerón llegaron a desterrar compañías enteras y el
aparentemente moderado Claudio mandó decapitar a seis actores porque sus
comedias le resultaron insufribles. Me temo que más de una de las estrellas que
rondan las carteleras actuales no habrían durado mucho en Roma y no negaré que yo, al menos, me sentiría tentado de mandar a alguno una temporadita a galeras.
Imagen: La fotografía está tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura como Dominio Público (CC0). Se enlaza la fuente original:
https://es.wikipedia.org/wiki/Cal%C3%ADgula#/media/Archivo:Caligula_Ny_Carlsberg_Glyptotek_IN1453.jpg
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