domingo, 30 de agosto de 2020

La mujer que sirvió de modelo para la Sirenita de Copenhague

Para Ariel, la Sirenita de Disney todo acabó de maravilla y con el final feliz de su historia se hace difícil entender la profunda soledad que emana de la escultura de Copenhague; para eso es preciso conocer la historia real del personaje, el creado en el cuento de hadas de Hans Christian Andersen, en el que el final de la historia no es ni mucho menos dulce. Y es que a pesar de perder la sirenita la voz para siempre, de sufrir por amor dolores indecibles para poder transformar su cola en un par de piernas -andar para ella era como caminar sobre cuchillos afilados- y así poder estar junto al hombre amado, este finalmente se casa con otra mujer y la sirenita, incapaz de matar al príncipe para volver a su estado original, termina muriendo y deshaciéndose en espuma en el mar tal y como imponía el hechizo -al ser convertida en humana- si no conseguía casarse con el príncipe. Su amor absoluto solo tuvo como inesperada recompensa el que fuera convertida en una especie de hada que podía lograr un alma inmortal tras 300 años de buenas acciones a la humanidad.  Con estas pinceladas puede que logremos entender la melancolía y tristeza que transmite la escultura que hoy es el símbolo de la ciudad de Copenhague.

La historia del cuento fue musicalizada y coreografiada en 1909 para su representación por el Royal Danish Ballet del que la primera bailarina era Ellen Price, a la que podemos ver en la fotografía vestida para "La sirenita". El papel le dio una fama abrumadora e inesperada, hasta el punto de que el cervecero Carl Jacobsen (hijo del fundador de Carlsberg) encargó una escultura que recreara a la sirenita para la cual debía de servir como modelo la bailarina. La obra fue llevada a cabo por el escultor Edvard Eriksen. Ellen Price se negó a posar desnuda para la escultura por lo que finalmente solo utilizó su rostro en la Sirenita, siendo el resto del cuerpo inspirado por la esposa del escultor, Eline Eriksen, que le sirvió de modelo. La estatua finalmente se presentó en agosto de 1913, sentada sobre una roca, mirando al mar junto al paseo Langelinie de la capital danesa. La escultura que es de pequeñas proporciones -poco más de un metro- y que resulta un tanto desilusionante para algunos por su ubicación y tamaño, ha sufrido múltiples actos de vandalismo desde siempre. La modelo, Ellen Price, que murió en 1968 decía que cada vez que atacaban a la escultura era como si se lo hicieran a ella misma.

Al final del cuento original de "La sirenita", las hijas del aire (que tampoco aparecen en la película de Disney) le decían a la especie de hada en la que se había convertido la sirenita la siguientes palabras:

"La sirena no tiene un alma inmortal, ni puede adquirirla si no es por mediación del amor de un hombre; su eterno destino depende de un poder ajeno. Tampoco tienen alma inmortal las hijas del aire, pero pueden ganarse una con sus buenas obras. Nosotras volamos hacia las tierras cálidas, donde el aire bochornoso y pestífero mata a los seres humanos; nosotras les procuramos frescor. Esparcimos el aroma de las flores y enviamos alivio y curación. Cuando hemos laborado por espacio de trescientos años, esforzándonos por hacer todo el bien posible, nos es concedida un alma inmortal y entramos a participar de la felicidad eterna que ha sido concedida a los humanos. Tu pobrecilla sirena, te has esforzado de todo corazón, como nosotras; has sufrido y sufrido con paciencia, y te has elevado al mundo de los espíritus del aire: ahora puedes procurarte un alma inmortal, a fuerza de buenas obras, durante trescientos años.  (...) Podemos llegar a él (al reino de Dios) antes -susurró una de sus compañeras-. Entramos volando, invisibles, en las moradas de los humanos donde hay niños, y por cada día que encontramos a uno bueno, que sea la alegría de sus padres y merecedor de su cariño, Dios abrevia nuestro período de prueba. El niño ignora cuándo entramos en su cuarto, y si nos causa gozo y nos hace sonreír, nos es descontado un año de los trescientos; pero si damos con un chiquillo malo y travieso, tenemos que verter lágrimas de tristeza, y por cada lágrima se nos aumenta en un día el tiempo de prueba."

Vamos, que ahora, y con una buena dosis de humor, uno mira la escultura, y casi le encuentra similitudes con  Spiderman o Batman encima del Empire State Building, mirando pacientemente la ciudad, para ver qué buena acción puede hacer para poder cambiar su destino.


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