Ingres, además de un maravilloso pintor, fue un gran aficionado a la música y un adelantado violinista. En determinados momentos llegó a ser segundo violinista de la Orquesta del Capitolio de Toulouse e incluso tuvo la oportunidad de tocar en recitales organizados por el más grande de los violinistas, el incomparable Niccoló Paganini. En cualquier caso, el violín no dejaba de ser un pasatiempo para Ingres, una distracción para relajar la tensión de su verdadera vocación, la pintura. Y así, para hacer referencia a una afición paralela a la vocación principal, se utiliza la expresión "El violín de Ingres". Un ejemplo claro serían Einstein, que también tocaba el violín para olvidar los números o Woody Allen con su clarinete para alejarse momentáneamente de sus películas.
Ingres tenía como compositores predilectos a Beethoven y a Bach y tenía la manía de desconfiar de aquellos que no amaban la música, es más, no era propenso a admitir entre sus amigos a aquellos que renegaran de Beethoven o Bach, figuras que consideraba sagradas. En cierta ocasión, llegó incluso a romper sus relaciones de amistad con Stendhal, el famoso escritor de "Rojo y negro" o "La cartuja de Parma" por dicho motivo. Y es que al bueno de Stendhal (seudónimo de Henry Beyle), durante una conversación con Ingres no se le ocurrió otra cosa que decir que a Beethoven le faltaba melodía.
Cuando terminó el encuentro, Ingres indicó de forma rotunda a su sirviente:
- Si vuelve este señor le dices que no estoy en casa. para él ya no estaré nunca más.
La fotografía de cabecera es la famosa obra de Man Ray titulada "El violín de Ingres" (1924) y la modelo es Lee Miller. El fotógrafo tuvo sin duda una visión totalmente diferente de los entretenimientos que puede ofrecer un violín y la forma en que debe ser tocado.
Imagen: La fotografía está tomada de Flickr donde figura con licencia Creative Commons (CC BY 2.0). Se enlaza la fuente original:
https://www.flickr.com/photos/60378497@N02/5528810655
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