“En un frío día de invierno un grupo de puercoespines se acercaron mucho los unos a los otros, apretujándose, con el fin de protegerse, mediante el mutuo calor, de quedar helados. Pero pronto sintieron las recíprocas púas, que los hicieron distanciarse otra vez a los unos de los otros. Mas cuando la urgencia de calentarse volvió a acercarlos, se repitió otra vez la misma calamidad, de modo que eran lanzados de acá para allá entre uno y otro mal, hasta que por fin encontraron una distancia moderada entre ellos, en la que podían mantenerse óptimamente. Así es como la necesidad de compañía, brotada de la vaciedad y monotonía de su propio interior, empuja a las personas a juntarse; pero sus muchas propiedades repulsivas y sus muchos defectos intolerables vuelven a apartarlas violentamente. La cortesía y las costumbres delicadas son la distancia media que acaban encontrando y con la cual puede subsistir una coexistencia entre ellas. En Inglaterra, a quien no mantiene esa distancia le gritan: Keep your distance! Es cierto que mediante ella se satisface sólo de manera incompleta la necesidad de mutuo calentamiento, pero, en compensación, no se siente el pinchazo de las púas. Ahora bien, quien tiene mucho calor interior propio prefiere permanecer alejado de la sociedad, para no dar molestias ni recibirlas.”
Esta parábola, conocida como "El dilema del erizo" fue escrita por el filósofo alemán Arthur Schopenhauer en 1851 y recogida en su obra "Parerga y Paralipomena". Luis Cernuda se refirió a ella en el inicio de su obra "Donde habite el olvido":
"Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos."
"Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos."
Pero hoy, en este mundo extraño en que vivimos, el dilema del erizo no deja de tomar un nuevo significado con esa distancia social que nos hemos impuesto por el bien común. Estamos atrapados entre el dolor de la soledad y la distancia de los amigos y seres queridos y el temor de la compañía que rebase las lineas rojas de la prudencia; y nos armamos con las afiladas púas de nuestras mascarillas para recordar que los abrazos y los besos aun están lejos. Si acaso, para mitigar el frío nos saludamos con el codo, mientras intentamos mostrar una sonrisa con nuestros ojos.
Gracias a Celia Valdelomar que fue quien nos enseñó el texto de Schopenhauer.
Imagen: La fotografía coloreada de Schopenhauer esta tomada de los fondos de Wikimedia Commons, donde figura etiquetada como Dominio Público (CC0). Se enlaza la fuente original:
https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Arthur_Schopenhauer#/media/File:Arthur_Schopenhauer_colorized.png
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