sábado, 14 de noviembre de 2020

Las ansiadas vacunas, el altruismo y Wilhelm Röntgen

 

Hoy todos esperamos con ansiedad una vacuna que nos libre del Coronavirus. Parece existir una enconada competición entre laboratorios por llegar primeros en la que ya es una frenética carrera hacia la consecución de la mejor vacuna. Ahí están Pfizer, Moderna, Astra Zaneca, Johnson & Johnson y algunos más apurando sus pruebas para esprintar hacía el éxito. El premio, más allá de los posibles honores, serán unos beneficios estratosféricos, toda vez que es un medicamento del que tendrá necesidad toda la población mundial. Es por ello que puede que sea bueno, incluso diría que imprescindible, recordar figuras como la de Wilhelm Röntgen que son ejemplo de un altruismo ejemplar.

Röntgen fue un físico alemán que en 1895, mientras investigaba con tubos de rayos catódicos, descubrió casualmente unos rayos que revolucionarían completamente la medicina. Aquella extraña fluorescencia que emanaba del dispositivo sobre el que trabajaba y que se reflejaba en una pantalla cercana parecía tener la milagrosa cualidad de atravesar materiales como el papel, la tela o la madera como si fueran transparentes. Pronto estuvo seguro de estar ante un nuevo tipo de rayo al que llamó "Rayos X" por resultarle una incógnita su naturaleza. "En pocos minutos no hubo dudas sobre ello. Los rayos que salían del tubo tenían un efecto luminiscente en el papel. Lo he probado con éxito a distancias cada vez mayores, incluso a dos metros. En principio parecía una nueva clase de luz invisible. Era claramente algo nuevo, algo no registrado" en palabras del propio físico. No tardó en poner su mano ante aquella extraña luz y ver como sus huesos se hacían visibles y poco después dio un paso más al pedir a su valiente esposa, Anna Bertha Ludwig, que hiciera lo mismo, mientras él colocaba una placa fotográfica tras su mano. Como resultado obtuvo la impresión de la imagen de sus huesos adornados por un anillo. Su esposa, horrorizada ante la imagen de su huesuda mano solo acertó a decir: "Dios mío, Wilhelm. ¡He visto mi propia muerte!  Era la primera radiografía de la historia (imagen de la derecha). Deseoso de saber todo sobre aquellos misteriosos rayos, cuando le preguntaron que había pensado al ser consciente de su hallazgo solo dijo: "No pensé, solo investigué". El reconocimiento del descubrimiento fue inmediato; el avance que procuró a la medicina soberbio; la cantidad de vidas que se han salvado gracias a los Rayos X incontables; los beneficios para su descubridor... ninguno.

Cierto que Röntgen recibió consideración y respeto hasta su muerte. Cierto que fue galardonado con el Premio Nobel de 1901, pero cierto es también que donó  la cuantiosa recompensa económica que conlleva el premio a su Universidad, la de Würzburg, para alentar nuevas investigaciones en beneficio de la humanidad. Se negó a patentar su descubrimiento, renunciando así a unas ganancias fabulosas, pero asegurándose también que toda la humanidad pudiera beneficiarse de las posibilidades médicas que ofrecía su hallazgo. Hijo de un humilde tejedor, rechazo títulos nobiliarios que le habrían hecho ingresar en la nobleza alemana y por negarse, se negó hasta a que los rayos llevaran su nombre. De hecho, aún siguen llamándose en todo el mundo "Rayos X", los rayos incógnita, cuando ya no lo son. Solo Alemania se negó a cumplir sus deseos y en ese país. los indiscretos rayos que nos dejaban ver por debajo de la piel, son llamados Rayos Röntgen. Es de justicia. 

Pero, como desgraciadamente suele ocurrir con este tipo de personas que priman el altruismo, la integridad y la humanidad sobre el beneficio personal, el tiempo no fue generoso con sus acciones. En 1923, el año de su muerte, el físico estaba prácticamente en la ruina por la inflación económica derivada de la Primera Guerra Mundial. Y después vino el olvido; puede que no de la comunidad científica pero sí de las masas. Historias como la suya deberían ser conocidas por todos y sin embargo son excepción los que saben quien era Wilhelm Röntgen y muchos menos los que son conscientes de cuanto le debemos. 

Imágenes: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Imagen 1 Imagen 2

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