sábado, 28 de noviembre de 2020

Chandler y "El largo adiós" de los "Noctámbulos" de Hopper

 

"Un individuo triste sobre un taburete conversaba con el barman, que sacaba brillo a una copa y escuchaba con esa sonrisa de plástico que luce la gente cuando está tratando de gritar. El cliente era de mediana edad, elegantemente vestido y estaba borracho. Quería hablar y no podía dejarlo aunque quizá, en realidad, ni siquiera tuviera ganas de hablar. Parecía cortés y amable y cuando yo le oía no daba la impresión de arrastrar demasiado las palabras, pero no cabía duda de que se levantaba por la mañana con la botella y que sólo la dejaba cuando se dormía por la noche. Seguiría así durante el resto de su existencia y ésa era la única vida que tenía. Nadie sabría nunca cómo había llegado a aquella situación dado que incluso aunque lo contara él no sería verdad. En el mejor de los casos un recuerdo distorsionado de la verdad tal como él la conocía. Hay un hombre triste como ése en todos los bares tranquilos de la tierra"

El fragmento de "El largo adiós", obra de Raymond Chandler, parece hacer una clara referencia al famoso cuadro "Nighthawks" (Noctámbulos) de Edward Hopper, una pintura de 1942, que por su representación de la soledad en la gran ciudad ha sido un referente en la ambientación de múltiples películas, canciones y libros. Chandler, uno de los grandes de la novela negra, supongo que encontró decenas de historias para cada uno de los personajes. Puede que para la silenciosa pareja del cuadro, ese encuentro fuera tan solo un "largo adiós" como el título del libro de Chandler.  El cuadro fue pintado por Hopper justo después del ataque a Pearl Harbor, cuando el EEUU se veía abocado a entrar en la Segunda Guerra Mundial y entre la población existía una sorda sensación de desánimo y preocupación por el futuro. Hopper se inspiró en un "diner", ya inexistente, que se ubicaba en Greenwich Willage, su barrio natal de Nueva York. El local, que parece no tener puertas al exterior, remarca la sensación de "no hay salida" y muestra la soledad de sus ocupantes a través de amplias cristaleras a un mundo donde nadie los mira. Las historias de cada uno de los personajes queda a la interpretación que cada uno quiera darle a la escena. Su destino depende del espectador.

Hopper tuvo siempre tendencia a mostrar en sus pinturas el mundo interior de las personas. En el cuadro nadie habla, todos están absortos en sus pensamientos. La pareja muestra cercanía física pero sus bocas están selladas y su pensamiento parece estar en otro sitio. Hasta el camarero dirige la mirada al exterior, como si los clientes fueran invisibles. Hopper decía de su forma de entender el arte:

"El buen arte es la expresión exterior de la vida interior del artista, y su vida interior resultará en su visión personal del mundo. Ninguna cantidad de invención talentosa puede reemplazar el elemento esencial de la imaginación. Una de las debilidades de las pinturas mucho más abstractas es el intento de sustituir las invenciones del intelecto humano por una concepción imaginativa privada. La vida interior de un ser humano es un campo vasto y variado y no se ocupa solo de estimulantes disposiciones de color, forma y diseño. El término vida de un ser humano no debe ser usado como despectivo, ya que implica toda la existencia y la competencia del arte es reaccionar y no huir de él. La pintura tendrá que lidiar más completamente y menos indirectamente con la vida y el fenómeno de la naturaleza antes de que pueda ser grande de nuevo."


El óleo, de 154x82 cm. se expone actualmente en el Art Institute of Chicago.

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

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