"Erase un buitre que me picoteaba los pies. Ya había desgarrado los zapatos y las medias y ahora me picoteaba los pies. Siempre tiraba un picotazo, volaba en círculos inquietos alrededor y luego proseguía la obra.
Pasó un señor, nos miró un rato y me preguntó por qué toleraba yo al buitre.
– Estoy indefenso -le dije- vino y empezó a picotearme, yo lo quise espantar y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales son muy fuertes y quería saltarme a la cara. Preferí sacrificar los pies: ahora están casi hechos pedazos.
– No se deje atormentar -dijo el señor-, un tiro y el buitre se acabó.
– ¿Le parece? -pregunté- ¿quiere encargarse del asunto?
– Encantado -dijo el señor- ; no tengo más que ir a casa a buscar el fusil, ¿Puede usted esperar media hora más?
– No sé -le respondí, y por un instante me quedé rígido de dolor; después añadí -: por favor, pruebe de todos modos.
– Bueno- dijo el señor- , voy a apurarme.
El buitre había escuchado tranquilamente nuestro diálogo y había dejado errar la mirada entre el señor y yo. Ahora vi que había comprendido todo: voló un poco, retrocedió para lograr el ímpetu necesario y como un atleta que arroja la jabalina encajó el pico en mi boca, profundamente. Al caer de espaldas sentí como una liberación; que en mi sangre, que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, el buitre irreparablemente se ahogaba."
"El buitre" (1920) es un pequeño cuento del siempre singular Franz Kafka, en cuya interpretación no quiero entrar. Para ilustrarlo nos hemos permitido un pequeño giro y hemos colocado una imagen de la escultura "Prometeo encadenado" (1762), una espectacular obra del escultor Nicolas S. Adam en la que se representa el castigo de los dioses a Prometeo por haberles robado el fuego para dárselo a los hombres. En este mito es un águila el que interminablemente comerá del hígado de Prometeo que, como inmortal que era, volvía a sufrir el suplicio al día siguiente después de crecerle nuevamente el hígado por la noche. Prometeo finalmente será liberado por Hércules quien logra matar al águila de un flechazo. El buitre en vez de flecha tenía reservado un tiro pero, Kafka decidió otro final... La historia del buitre me recordó este mito y la afición de Kafka a jugar con la mitología en sus relatos; de hecho incluso tiene otro pequeño cuento titulado "Prometeo". La escultura se exhibe en el Museo del Louvre (París)
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público - (CC0).- Fuente Original
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