lunes, 9 de noviembre de 2020

Discépolo, Julio Sosa y el "Cambalache" de nuestros días


Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el quinientos seis y en el dos mil también. Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dublés. Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldá insolente ya no hay quien lo niegue. Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos.

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso o estafador. ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazaos (Que va a haber) ni escalafón, los inmorales nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro afana en su ambición da lo mismo que sea cura colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón.

¡Qué falta de respeto qué atropello a la razón! Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón. Mezclao con Stavisky va Don Bosco y La Mignon, Carnera y Napoleón, Don Chicho y San Martín. Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia junto a un calefón.

Siglo veinte, cambalache, problemático y febril, el que no llora no mama y el que no afana es un gil. ¡Dale, nomás! ¡Dale, que va! ¡Que allá en el Horno nos vamos a encontrar! No pienses más, sentate a un lao que a nadie importa si naciste honrao. Da lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de las minas, que el que roba, que el que cura o está fuera de la ley. 

El tango "Cambalache" parece la crónica perpetua de un tiempo y una sociedad que no quiere cambiar sus errores y contradicciones. Compuesto en 1934 continúa tan actual como entonces. Esta maravilla es obra del genial compositor argentino Enrique Santos Discépolo (en la foto), creador de otros tangos míticos como "Yira, Yira", "Uno", "El choclo" o "Cafetín de Buenos Aires", y si en "Cambalache" volcó todo su disgusto con la sociedad argentina de aquellos años 30 del siglo pasado, sus palabras terminaron por no tener ni fronteras ni tiempo, convirtiéndose en una verdad absoluta. La canción fue compuesta para la película "El alma del bandoneón" (1935 - Mario Soffici) donde lo interpretó Ernesto Famá. Su maravillosa carga de lunfardo y de crítica social hizo que una década después fuera incluido entre los "tangos prohibidos" para su difusión radiofónica, veto que solo sería retirado en 1949 por Perón.

En 1955 llegaría al repertorio del sensacional Julio Sosa, "El Varón del Tango", que acompañado de la orquesta de Armando Pontier y con su vigorosa voz le dio una nueva dimensión, resultando la suya, a mi modesto entender, la mejor versión del tema. Sosa cambió algunas expresiones de la letra original y así "el que vive de las minas (mujeres)" por "el que vive de los otros" y en lugar de "Mezclaos con Stavisky (un estafador) van don Bosco y la Mignon, don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín" cantó "Mezclaos con Toscanini van Scarface y la Mignon, don Bosco y Napoleón, Carnera y San Martín".

Posteriormente ha sido cantado por una legión de cantantes entre los que son destacables: Libertad Lamarque, Caetano Veloso, Tita Merelleo, Julio Iglesias, Luis Eduardo Aute, Raphael, Calamaro y por supuesto Juan Manuel Serrat, resultándome la interpretación de este último verdaderamente maravillosa, aunque por supuesto lejos de la del imbatible Julio Sosa que es a quien pasamos a escuchar a continuación.

El sonido y la imagen podrían ser infinitamente mejores pero es el único vídeo en el que se puede disfrutar de Julio Sosa cantando esta maravilla de canción:


Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

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