domingo, 15 de noviembre de 2020

El castigo eterno de las Cariátides

 

"Nada es tan bello como las ruinas de una cosa bella" (Auguste Rodin)

Todos cargamos algún peso, pero los griegos eran especialistas en cargar las espaldas de los demás. Cuando Atlas lideró a los Titanes en su lucha contra los dioses del Olimpo, tuvo que soportar, una vez derrotado, el castigo impuesto por Zeus de cargar sobre sus espaldas el Cielo durante toda la eternidad. La historia de las famosas Cariátides, las bellas columnas con forma de mujer que sostienen parte del Erecteión, el templo ubicado en la Acrópolis ateniense, también tiene que ver, según algunos, más con un castigo que con una glorificación de la belleza.

Aunque hay quien mantiene que las esculturas representan a las danzantes de la ciudad griega de Carias que llevaban cestos de plantas sobre sus cabezas en las danzas folclóricas dedicadas a la diosa Artemisa Cariátide, otros como el arquitecto romano Vitruvio (siglo I a.C.) dan un origen más sombrío a las bellas esculturas, que de un modo distinto también está relacionado con las mujeres de la misma ciudad del Peloponeso. El mismo Vitruvio nos da la clave en el siguiente texto entresacado del libro I de su obra "Los diez libros de Arquitectura":

"A menos que esté familiarizado con la Historia, (el arquitecto) será incapaz de justificar el uso de aquellos ornamentos que tenga ocasión de introducir. Si, por ejemplo, en vez de columnas se colocan estatuas de mármol de mujeres vestidas con estola – que se llaman cariátides – y si superpone modillones y cornisas, deberá saber dar explicaciones a quienes pregunten; veamos: Caria, ciudad del Peloponeso, conspiró contra los griegos con ayuda de los persas, enemigos de los griegos. Posteriormente, al verse libres tras una gloriosa victoria, los griegos, de común acuerdo, declararon la guerra a los habitantes de Caria. Una vez conquistada la ciudad y pasados a cuchillo sus habitantes, se llevaron como esclavas a sus matronas, sin permitir que se desprendieran de sus estolas, ni de sus distintivos matronales, para que fueran conducidas en ceremonia triunfal y, a la vez, para que pagaran sus delitos en favor de su ciudad, agobiadas por tan grave ultraje, como ejemplo imperecedero de esclavitud. Quienes en aquel momento ejercían como arquitectos, diseñaron en los edificios públicos unas estatuas de matronas que soportaban todo el peso, con el fin de transmitir a la posteridad el castigo impuesto por las ofensas de las cariátides". 

Y desde entonces hasta hoy, la arquitectura de todo el mundo se llenó de bellas mujeres que vestidas con sus peplos soportaban sobre sus cabezas bellos edificios, como las de abajo en el Hôtel de Ville (Ayuntamiento) de Paris. A veces, las modernas cariátides tienen la suerte de verse acompañadas en el mismo edificio con bellos atlantes de torso desnudo a los que trocaron el cielo por ladrillos. Hermosas figuras que recuerdan un castigo, mitos para los que nunca existirá el perdón que les libre de su pesada carga. 



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