"He visto horrores... horrores que usted ha visto. Pero no tiene derecho a llamarme asesino, tiene derecho a matarme. Tiene derecho a hacerlo, pero no tiene ningún derecho a juzgarme." (Coronel Kurtz)
Marlon Brando, que ya se había sacado de la chistera la caracterización de Don Vito Corleone para regalársela a Coppola y a los aficionados al buen cine en "El padrino", volvió a lograrlo en Apocalypse Now con el Coronel Kurtz. Cuando Brando llegó al rodaje de la película aquello era una verdadera pesadilla para Coppola y el actor iba a ser un nuevo problema más. Brando se presentó totalmente pasado de kilos para dar vida a un personaje que se supone estaba en los huesos, literalmente consumido por la jungla. Llegó sin haberse leído ni una página de "El corazón de las tinieblas", el libro de Joseph Conrad en el que se inspiraba la película, ni de haberse molestado en aprenderse, ni tan siquiera mínimamente , sus líneas de guion. Y sin embargo, a pesar de que todo pintaba muy negro, la recreación que Brando realizó del Coronel Kurt hizo que se ganara cada uno de los tres millones y medio de dólares que había firmado por las tres semanas y media que dedicó al rodaje (ni un minuto más). Coppola no sabía como lidiar con Brando. Intentó reconducir su personaje a un ser que comía desesperadamente para justificar su sobrepeso ante la cámara, pero Brando avergonzado por su aspecto se negaba. La solución vino de la mano del director de fotografía Vittorio Storaro que propuso hacer uso de una iluminación que disimulaba el aspecto del actor y que realzaba principalmente su cara. Brando, que sabía que toda la potencia del personaje se concentraría en su voz y su rostro, se presentó vestido de negro y con el cráneo totalmente rasurado para hacerlo aún más fuerte. El actor amenazaba continuamente con abandonar el rodaje y un Coppola desesperado, que llegó a perder tantos kilos como los que le sobraban a Brando, no logró que este se aprendiera los monólogos que le preparó. Cambiando de estrategia, demoró el momento de rodar sus escenas, mantuvo muchas conversaciones con el "divo", hablándole del personaje, de sus motivaciones, le recitaba el diálogo que le había preparado, le aconsejaba y orientaba sibilinamente, pero finalmente hubo de aceptar que Brando improvisaría gran parte de su actuación. Llegado el momento de rodar, un Brando en estado de gracia, juntó todos sus pensamientos e ideas, las conversaciones con Coppola, partes de lo que se supone que tenía que decir, lo mezcló todo en la batidora de su cabeza, añadió una buena dosis de talento y forjó su personal visión de Kurtz delante de la cámara, frente a los ojos de un Coppola que estaba admirado y asustado a partes iguales por la osadía del actor. Cuando terminó su parlamento dejó el plató diciéndole a Coppola: "No se me ocurren más frases, si no te gusta, puedes contratar a otro". El resultado es un monólogo en gran parte improvisado, inmenso, genial, potentísimo, que lograba de la breve actuación de Brando un monumento al talento actoral.
El monólogo completo rezaba así:
Imagen: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro. Fuente Original
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