A pesar del límpido retrato que en 1819 Dominique Ingres dedicó en vida a Paganini (1782-1840)
y al que personalmente doy veracidad por ser el pintor el genio que
era, o la digna escultura que encabeza esta entrada, obra de David D'Angers y que data de 1830,
hay otros testimonios acerca del aspecto de Paganini que distan mucho de esa
aseada visión. Según los más calenturientos de sus contemporáneos, Paganini era
descrito como un ser decrépito y extremadamente delgado, con un rostro
cadavérico de pálidas mejillas en el que sus ojos negros aparecían
hundidos en sus cuencas; su rostro estaba enmarcado por una melena negra
que contrastaba con su piel blanca como la cera; para colmo, su mandíbula
inferior no conservaba desde 1928 ninguno de sus dientes lo que
deformaba su rostro y por si fuera poco siempre vestía de negro con un
traje ajustado, a menudo raído y descuidado, que estilizaba más si cabe
sus largos miembros. Siniestro.
Paganini visto por R. J. Lane |
La forma de tocar y la puesta en escena que sabía dar Paganini a sus
apariciones sin duda resultaron todo un reto para la forma de pensar y
entender la música en aquellos primeros años del siglo XIX. El "Fausto" de Goethe fue publicado en 1808
con el famoso pacto de su protagonista con el diablo y siguiendo la
moda, no hizo falta mucho esfuerzo para que sobre Paganini, con su
acusada delgadez, siempre vestido de negro, con el frenesí que
imprimía a su violín y su capacidad de sacarle sonidos hasta entonces no
escuchados, cayera una sombra de sospecha acerca de un posible trato
con el maligno. Su forma de entender la música, sin duda apabullante
para la época y apoyada en sus propias habilidades y talento, pero
también en unas cualidades físicas ciertamente excepcionales (generalmente achacadas al Síndrome de Marfán que provoca una
hiperflexibilidad de las articulaciones y miembros muy largos) no fueron
bien entendidas en su época, si bien le hicieron ganar muchísimo
dinero.
Paganini utilizó todos aquellos comentarios en su propio favor y
se dedicó a hacer caja, logrando ingresos impensables para otros
artistas de la época. Por ejemplo, en 1831 dio dos conciertos en Glasgow
por los que se agenció nada menos que 1400 libras de la época. Chopín
toco unos años después y solo fue capaz de recaudar 60. Todo el
mundo quería ver tocar el violín a una persona poseída por el diablo y
Paganini que lo sabía subía los precios de las entradas hasta cotas
abusivas y a pesar de ello eran legión los que se rascaban el bolsillo y
sin poder, iban a verle. Al mismísimo diablo no se tiene la oportunidad
de verlo todos los días.
Paganini por E. Delacroix |
A pesar de jugar con ese aura que le habían adjudicado en su beneficio, siempre se cuidó
mucho de componer música que directamente pudiera ser calificada de
diabólica como hacían otros compositores con las citas del canto llano
del "Dies irae" de las misas de difuntos o el uso del "tritono"
(diabolus in música), formas de hacer música de las que de forma muy
consciente Paganini se alejaba para no echar mas leña al fuego. A su
muerte tenía entre sus posesiones 22 instrumentos de gran valor: 4
violines Gurnerius, 2 violines Amati y la friolera de 11 Stradivarius:
7 violines, 2 violas y 2 violonchelos. Curiosamente su predilecto era
uno de los Guarnerius al que llamaba por su potente sonoridad "Il mio cannone" (mi cañón).
Pero en realidad Paganini era un ser enfermizo que desde los 38 años
sufrió serios problemas de salud y que a los 50, siete años antes de
morir, ya estaba retirado de los escenarios. Tuvo en esos años tiempo de
disfrutar y a veces padecer a numerosas amantes, de amasar una fortuna y
dilapidarla en gran parte a su vez en el juego y malos negocios.
Puntualmente intentó defenderse de aquellas ideas de dar un origen
diabólico a sus habilidades, así en una carta a su abogado Luigi Germi
en 1832 decía:
"Ahora nadie pregunta si has oído a Paganini, pregunta si le has
visto. A decir verdad, lamento que se haya extendido la opinión general
entre todas las clases sociales de que yo había pactado con el diablo.
Los periódicos hablan mucho sobre mi aspecto externo, lo que despierta
una curiosidad increíble".
Paganini por Ingres |
"Una vez mas, ya que algunos se obstinan contra toda verosimilitud,
tengo que ceder. Todavía tengo una esperanza y es que después de mi
muerte la calumnia tenga a bien en abandonar a su presa y aquellos que se
hayan vengado tan cruelmente de mis triunfos dejen que mis cenizas
descansen en paz"
Y de eso quería hablar, a pesar de tan larga introducción, de las
vicisitudes sufridas por el cadáver de Paganini. El caso es que estando
el músico muy enfermo, su hijo llamó a un sacerdote para que le diera la
extrema unción, pero Paganini que no se veía tan cerca de la muerte la
rechazó. Cuando días después falleció, el obispo entendió que este
rechazo a ponerse en paz con Dios era una prueba más del tan cacareado
pacto del músico con el diablo y le negó la sepultura en el cementerio
de Niza. El cadáver de Paganini estuvo la friolera de 20 meses
insepulto. Los dos primeros meses estuvo en la misma
habitación en la que falleció, pero a pesar del embalsamamiento que
recibió el cuerpo, hubo quejas de que el cadáver desprendía demasiado
olor, por lo que los restos del músico fueron llevados al sótano de la
propiedad durante dieciocho meses más. El Conde de Cessole
terminó por llevarse el cadáver a un olivar de su propiedad donde lo
escondió en una cuba vacía de aceite mientras se buscaba una solución.
Ni Cannes ni Marsella quisieron el cadáver que fue trasladado a un lazareto de Villefranche,
uno de aquellos lugares en los que se aislaban a infectados y leprosos y
hasta pusieron un conserje para evitar intrusos. El conserje empezó a
decir que por las noche sonaba un violín y empezó a cobrar entrada a los
curiosos que esperaban presenciar dicho milagro. Incluso intentó, antes
de ser descubierto, vender el cadáver a un comerciante sin escrúpulos
para hacer negocio con él. El cuerpo fue nuevamente trasladado, esta vez
a la isla deshabitada de Saint-Ferreol, donde provisionalmente fue
entrerrado en un suelo pedregoso y desértico.
Cuatro años después de su muerte y tras innumerables gestiones y negativas, el Rey Alberto de Piamonte-Cerdeña accedió a que Paganini pudiera ser enterrado en Génova,
su ciudad natal, pero su diabólica sombra le perseguía y como hubo
quejas de fuegos fatuos y visiones diabólicas en torno a su tumba, el
vapuleado Paganini fue de nuevo desenterrado y expulsado a una villa de
Parma en la que permaneció un buen tiempo hasta que en 1876, el Papa Pio IX rehabilitó la figura del músico y permitió que fuera enterrado en sagrado en la ciudad de Parma, la
friolera de 36 años después de su muerte. Todavía hubo de sufrir
Paganini algún que otro ajetreo cuando lo volvieron a desenterrar para
procurarle una tumba mejor y con el tiempo para asegurarse de que quien
estaba allí era realmente Paganini. Solo en 1893, 53 años después de su
muerte dejaron en paz a este excepcional músico que revolucionó el mundo
del violín y que entregó algunas de las piezas más endiabladamente
difíciles y subyugantes de toda la historia de la música. Un buen
ejemplo, para alejarnos de sus portentosos Caprichos, puede ser su "Campanella", que en el vídeo siguiente es interpretada por Clara Jumi Kang:
Fuentes documentales:
"Curiosidades y cotilleos sobre los grandes compositores vol. 2 - Roberto L. Pajares Alonso
"Muertes Ilustradas de la Humanidad - Polvo eres II" - Nieves Conconstrina
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