sábado, 19 de diciembre de 2020

Louise Colet: ¿La musa de Flaubert para "Madame Bovary"?


“La próxima vez que te vea te cubriré con amor, con caricias, con éxtasis. Quiero morderte con todas las alegrías de la carne, hasta que desfallezcas y mueras. Quiero que te sientas maravillada conmigo, y que te confieses a ti misma que ni siquiera habías soñado con ser transportada de esa manera. Cuando seas vieja, quiero que recuerdes esas pocas horas, quiero que tus huesos secos tiemblen de alegría cuando pienses en ellas”.

Un maravilloso y apasionado fragmento este de una de las muchas cartas que Gustave Flaubert escribió a la bella poetisa Louise Colet (apodo literario de Louise Révoil de Servannes). Cuando comenzaron su apasionado romance Flaubert rondaba los 24 años y ella 35. La relación, a juicio de muchos biógrafos el único episodio sentimental de importancia en la vida del escritor, se prolongó durante unos diez años y parece que era un amor más epistolar que carnal. Se veían a cuentagotas, algunos años tan solo seis veces. Unos encuentros tan escasos que a decir de Sartre, Flaubert prefería escribirle cartas a Louise que hacerle el amor. ¡Pero que cartas!

"… A ti te quiero como nunca he querido y como no querré. Eres y seguirás siendo la única, y sin comparación con ninguna otra. Es algo complejo y profundo, algo que me tiene cogido por todas partes, que halaga todos mis apetitos y acaricia todas mis vanidades."

La otra parte de la historia, las cartas de Louise Colet al escritor fueron quemadas por la sobrina de este, pues pensaba que resultaban escandalosas y manchaban la memoria de Flaubert, quien sin embargo, en vida, las guardaba como oro en paño:

"Tus cartas, amor querido, llenan toda una carpeta. Están aparte, con las cositas que proceden de ti. He visto la rama verde que llevabas en el sombrero cuando nuestro primer viaje a Nantes, las pantuflas de la primera noche y un pañuelo mío lleno de tu sangre. Tengo tantas ganas de besarte esta noche. Pongo mis labios sobre los tuyos, y te abrazo desde lo más hondo de mí mismo, por todas partes ¡al fin del mes que viene volveremos a vernos!"

Las cartas que empezaron siendo un incendio apasionado de amor y deseo se tornaron con el tiempo más mesuradas y reflexivas, un tesoro para los estudiosos del escritor donde dejó mucho de sí mismo. En aquellas cartas contaba cosas del tipo:

"Si he sido duro es porque estoy enfermo. Dolorido, amargado, la vida me desloma como un trote demasiado duro que destroza los riñones. El único momento en que no sufro es cuando estoy solo. Los mejores afectos con frecuencia me irritan desmesuradamente… Nunca vi a un niño sin pensar que ese niño terminaría por convertirse en viejo, ni una cuna sin recordar una tumba. La contemplación de una mujer desnuda me hace soñar con su esqueleto. Por eso los espectáculos alegres me ponen triste y los espectáculos tristes no me afectan gran cosa. Lloro demasiado por dentro para derramar lágrimas por fuera."

“Hay en mí, lit­eral­mente hablando, dos hom­brecitos: uno apa­sion­ado del estrépito, del lirismo, de los grandes vue­los del águila, de todas las sonori­dades de la frase y las cum­bres de la idea; y otro que hurga y cava en la ver­dad tanto como puede, uno que detalla por igual los pequeños y grandes suce­sos con la misma fuerza, que quisiera hac­erte sen­tir casi mate­rial­mente las cosas que repro­duce. Este último ama reír y se com­place en la ani­mal­i­dad del hombre”.

La relación que empezó en torno a 1846, se agotó unos diez años después. Poco después de que Flaubert finalizara su maravillosa "Madame Bovary", publicada en 1857. Nunca sabremos realmente cuanto de Louise Colet hay en esta maravillosa novela, que todo hay que decirlo fue un verdadero escándalo en su época e incluso llevó a juicio al escritor. Sabemos que Flaubert llamaba "musa" a Louise en sus cartas y que al menos, el famoso pasaje en que Emma Bovary y León hacen el amor en un carruaje, se basa claramente, según los estudiosos, en un paseo también en carruaje del propio Flaubert y Louise Colet. Por cierto, Louise Colet escribió poco después, en 1859, "Lui", una novela que parecía ser una respuesta a "Madame Bovary".

Ya contábamos que la relación fue enfriándose mortalmente y poco a poco pasó del fuego abrasador al más gélido de los hielos. Flaubert, que nunca se casó, siempre rehuyó la idea de Louise de formalizar su relación. La última noticia que se tiene de su acabado amor es una simple nota que Louise guardó, con el mismo cuidado, junto al resto de toda la amorosa correspondencia que recibió del escritor, una dolorosa nota que decía:

"Señora: me he enterado de que se había tomado la molestia de venir 3 veces , ayer por la tarde, a mi casa. No estaba. Y temiendo las afrentas que semejante persistencia por su parte podría traerle por la mía, la cortesía me induce a advertirle que nunca estaré.

Un saludo atentamente."

La imagen de cabecera es un monumento (1890) ubicado en Rouen dedicado a Gustave Flaubert, obra del escultor Henry Chapu y ubicado en Rouen. Tras el retrato de Louise Colet, aparece un retrato de Flaubert obra de Nadar.

Imágenes: De Wikimedia CommonsImagen 1 (CC BY-SA 3.0) - Imagen 2 (CC0) - Imagen 3 (CC0)

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