"Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los apóstoles y les dijo «Yo tenía gran deseo de comer esta pascua con vosotros antes de padecer. Porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que sea la nueva y perfecta Pascua en el Reino de Dios, porque uno de vosotros me traicionará"
En "La última cena", Leonardo da Vinci intentaba mostrar las reacciones de los apóstoles a las palabras recogidas en el anterior fragmento de la Biblia (Juan 13:23). Todos hacen ademanes, incrédulos ante las palabras de Jesús que hablan de un traidor en el grupo. Curiosamente, Judas, que arquea su cuerpo hacía atrás, alejándose de la verdad, es el único que muestra un tono de piel más bronceado, como marcando en él la futura traición. Ya en su tratado de la pintura, Leonardo escribe palabras que perfectamente cuadran con esta obra: "Los movimientos de las personas son tan diferentes como los estados de ánimo que se suscitan en sus almas, y cada uno de ellos mueve en distintos grados a las personas" (...) "Lo feo junto a lo bello, lo grande junto a lo pequeño, el anciano junto al joven, lo fuerte junto a lo débil: hay que alternar y confrontar esos extremos tanto como sea posible." Una obra maestra más.
"La última cena" es una obra al "fresco" que se ubica en el Convento dominico de Santa María delle Grazie de Milán, y que se encuentra, a pesar de las restauraciones, en un estado ciertamente lamentable. No son sólo los 500 años de antigüedad de la obra (1495-98), ni el fallido basamento preparado por Leonardo para después pintar sobre el mismo, alejado de la técnica tradicional utilizada en la pintura al fresco y que muy pronto se mostro del todo inapropiada para la conservación de la obra; aparte de estos avatares del tiempo y de su concepción técnica, que no artística, la historia desde luego tampoco la ha tratado bien.
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