La actriz estadounidense Margaret Sullavan (1909-1960) daba en pantalla la apariencia de ese tipo de chica perfecta, modosita y educada, que cualquier padre hubiese deseado para su hijo. Fue compañera de James Stewart en más de una comedia entre las que recuerdo con especial cariño la deliciosa película titulada "El bazar de las sorpresas" (1940), una más de las genialidades de Ernst Lubitsch. Tras la cámara, la cosa cambiaba y parece que tras su menudo cuerpo, medía tan solo 1'57, escondía un genio considerable con el que llegó a poner contra las cuerdas a más de un director y mandamás de los grandes estudios.
En cierta ocasión se dirigió a ella el todopoderoso Harry Cohn, presidente de la Columbia Pictures, quien en un encuentro privado, con predecibles intenciones, la abordó sin miramientos diciéndole:
"Willie Wyler (el famoso director) me dice que eres muy buena en la cama"
La Sullavan no se despeinó y le contestó: "Eso no te lo ha dicho Willie. Es demasiado caballero para hablar de esas cosas contigo". Decía estas palabras mientras se encaminaba a la salida y al llegar a la puerta, se detuvo por un momento, se giró y apostilló: "Pero lo soy".
Margaret Sullavan sufriría pronto una severa sordera que la alejo del mundo del cine, refugiándose temporalmente en el teatro, que en realidad era su verdadera vocación. Desgraciadamente falleció con tan solo 48 años por una sobredosis de barbitúricos, desconociéndose si fue de forma accidental o provocada por la propia actriz.
Algunas frases suyas:
"Quizás me acostumbre a este extraño lugar llamado Hollywood, pero lo dudo."
"¡Todavía odio hacer fotos! Y no me gusta Hollywood. Detesto el protagonismo y amo la sencillez, y en Hollywood lo único que importa es el alboroto de la fama. Si Hollywood me deja en paz para encontrar mi camino sin forzarme y apresurarme a hacer cosas, probablemente cambiaré mis sentimientos al respecto. Pero en la actualidad Hollywood me parece absolutamente horrible, interfiriendo y consumiendo. Por eso quiero dejarlo tan pronto como pueda."
"Nunca aprenderás a actuar en Hollywood. No en mil años."
"La mayoría de los actores son básicamente personas neuróticas. Terriblemente infelices. Esa es una de las razones por las que se convierten en actores. Nadie bien adaptado querría exponerse nunca a un grupo tan grande de extraños. Piénsalo. ¡Locura! Generalmente, por su propia naturaleza. Es decir, si son dedicados, los actores no son buenos padres. Son completamente ególatras y egoístas. Cuanto mejor es el actor, y odio decirlo, cuanto más grande es la estrella, más verdad parece"
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