martes, 31 de diciembre de 2024

El Perseo de Cellini reta al David de Miguel Ángel

 

Benvenuto Cellini era contemporáneo de Miguel Ángel cuya gloria todo artista habría deseado para sí mismo. Cellini, que era un orfebre de prestigio, sabedor de que su talento daba para mucho más que un salero, por muy artístico y valioso que este sea, se impuso el reto de lograr una escultura que superase en gloria y dificultad al David de Miguel Ángel, empresa ciertamente difícil por no decir imposible. 

Cellini, era un verdadero personaje, cuya biografía es casi de fábula y con momentos ciertamente humorísticos. Viajo por toda Europa, no se le daba mal la poesía, su carácter irascible y rencoroso y su habilidad como espadachín solían meterle en follones de los que solo lograban salvarle en parte el apoyo de Principes y Papas, que lo odiaban en la misma medida que lo admiraban por su inigualable talento artístico. De hecho llegó a estar encarcelado por alguna muerte violenta. Tan pronto estaba con un cardenal en un palacio como con una ramera en un antro infecto, era amante de todas las mujeres y también de algún hombre lo que hizo que llegara a ser juzgado por sodomía. Su entretenidísima autobiografía titulada "Vida" fue admirada por Goethe que la tradujo al alemán por y Stendhal que la calificó como "la obra más curiosa de su género" .

Este es el personaje que le expuso a Cosme I de Medici su idea de realizar una nueva estatua que proclamase su triunfo como gobernante sobre sus opositores republicanos en Florencia, y este no pudo resistirse a la tentación de ser el mecenas de una nueva obra grandiosa para su ciudad que de camino glorificase el nombre de su familia una vez más. 

El protagonista elegido para aquella escultura fue propuesto por Cosme I  quien en la linea de los gustos de los Medicis, siempre amantes de los motivos mitológicos, se inclinó por un Perseo que Cellini mostraría triunfante, momentos después de dar muerte a la Medusa. Perseo era un semidiós de la mitología griega, hijo del Dios Zeus, que en forma de lluvia de oro pudo amar a la mortal Dánae, amores que dieron como fruto este hijo, modelo de juventud, de vigor y belleza que para salvar a la cautiva Andrómeda y con un poquito de ayuda de sus amigos los dioses, hubo de enfrentarse y vencer con la fuerza de su inteligencia a la mortífera medusa, aquella que si te miraba a los ojos directamente te convertía en piedra.

A la escultura se le proyectó un lugar privilegiado en la Piazza della Signoria desde la que su arrogante muestra de triunfo y fuerza había de servir de aviso a los posibles enemigos de Florencia. Hoy en día el Perseo se encuentra dentro de la mentada plaza en la emblemática Logia dei Lanzi y casi parece que el David la mira directamente, quien sabe con que pensamientos y hasta el "Hércules y Caco" del también contemporáneo Bandinelli la mira con el ceño fruncido.

El caso es que este singular artista, tan complejo en su carácter como Caravaggio,  se empeñó en hacer la escultura de su Perseo en bronce y con la técnica de cera perdida, una forma de trabajar prácticamente en desuso y que muy difícilmente podría dar buenos resultados en una escultura de gran tamaño y tan compleja como la que Cellini tenía en mente, máxime cuando la cabeza de la Medusa está tan lejos del cuerpo principal. Era ese el plus de dificultad con el que quería emular los condicionantes con los que Miguel Ángel tuvo que lidiar al enfrentarse a un bloque de mármol ya empezado. 

Como modelo escogió a uno de sus aprendices según cuenta en su autobiografía: "Solo tenía unos malos aprendices, entre los cuales había uno muy hermoso; era hijo de una meretriz llamada Gambetta. Me serví de aquel muchacho para copiarlo, porque no tenemos otros libros que nos enseñen el arte, sino la naturaleza"

Después de realizar un pequeño modelo en cera de como había de ser la obra finalmente, eso si, bastante bien detallado y finamente terminado, la impresión de Cosimo I fue grande. Lo cuenta el propio Cellini:

"habiéndolo llevado a su guardarropa (el modelo de la escultura), cuando vino a verlo con la duquesa y con varios señores más. En cuanto lo vio, le gustó y lo alabó en extremo (...) luego que lo hubo examinado bastante, mientras aumentaba grandemente su gozo, dijo estas palabras:
-Si tú, Benvenuto mio, hicieras igual en grande este modelito, esta sería la obra más bella de la plaza.
Entonces yo dije:
- Excelentísimo señor mio, en la plaza están las obras del gran Donatello y del maravilloso Miguel Ángel, que han sido los dos mejores hombres desde la época de los antiguos hasta ahora. Por lo tanto Vuestra Excelencia Ilustrísima da un gran animo a mi modelo, porque a mi me sobra valor para hacer tres veces mejor la obra que el modelo"

Decir que la obra finalmente mide 5'20 metros con el pedestal y 3'20 metros si nos atenemos solamente al bronce del Perseo y el cuerpo de la medusa. El David, otro gigante, mide 4'10m la figura y 5'17m con pedestal, por lo que los conjuntos son comparables, máxime cuando el pedestal del Perseo esta ricamente trabajado y complementa la obra.

Rebosante de ánimo y con el muchacho como modelo, Cellini empezó a trabajar en su triunfante Perseo. Atento a todos los detalles del mito, hizo que la escultura, en su bella desnudez portara en su mano derecha la hoz-espada de acero que le regaló Atenea, que se mostrara calzado con las sandalias aladas que le cedió Hermes y que adornara su cabeza el casco de Hades, que le había sido entregado por las ninfas y que convertía en invisible a quien lo llevara puesto.

Precisamente el casco esconde una de las anécdotas de la escultura pues en su parte trasera constituye un autorretrato del propio escultor, conformando el propio casco parte de su cara, ojos y nariz, mientras que el pelo que asoma por la nuca sería su barba. Supongo que Cellini le daría mil vueltas a como incluir el pulido escudo con el que Perseo evitó la mortal mirada de la Medusa en la obra, pero evidentemente tuvo que renunciar a mostrarlo al no encontrar una solución satisfactoria, prueba de que a veces menos es más.

Al maravilloso blanco marmóreo del cuerpo del David se iba a enfrentar en el mismo espacio el oscuro bronce de la figura de un héroe triunfante como él, de figura rotunda y viril como él, en contraposto como él, pero con una importante diferencia: si en el David de Miguel Ángel, todo fuerza contenida, previa al ataque con su honda, no aparece rastro de su oponente Goliat como si hicieron Verrochio o Donatello que en sus obras colocaban la cabeza del gigante a los pies del héroe, el Perseo de Cellini no tenía ningún problema en exhibir hermosamente triunfante la cabeza aun sangrante de la Medusa a los que quisieran mirarle, mientras pisa el cuerpo descabezado y vencido de aquella abominación que tenía serpientes por pelo.

La fundición de la obra fue épica. Cellini construyó un horno en su casa que casi queda incendiada -ardió al menos el tejado- por el intenso fuego que era necesario para lograr la temperatura precisa para fundir el cobre y bronce del horno. Hubo un momento en el que la escultura corrió peligro de perderse al enfriarse de forma descontrolada, teniendo que redoblar sus esfuerzos un agotado Cellini que incluso empleó su cubertería de estaño para reforzar la mezcla. El propio Cellini lo cuenta en su biografía:

"[...]presa de intensa fiebre y de las llamas del taller, azotando un vendaval de lluvia el molde y el horno, cuajado el bronce por súbito enfriamiento, asustados y despavoridos los presentes, reanimando el semimoribundo escultor el fuego con troncos de leña y mejorando el metal en fusión con toda su vajilla de estaño y, como dice Marco, entre la fiebre, el delirio, el incendio y el vendaval que arrecian en aquella tremenda noche de locura artística de un genio, se oye un trueno formidable, a la vez que deslumbra la escena un relámpago cegador, verdadero ''fiat lux'' (hágase la luz) de aquel génesis de una estatua, y ese milagro de la voluntad crea un prodigio de alta inspiración… Perseo quedó hecho."

La base, de mármol, es también otro prodigio, labrado con motivos habituales de la orfebrería como guirnaldas, cariátides, máscaras y bucráneos y en ella se insertan las figuras de los personajes claves del mito a través de otras cuatro pequeñas y preciosas esculturas en bronce: La primera figurilla es Mercurio , la segunda es Dánae y su hijo Perseo, la tercera es Minerva y la cuarta es Júpiter. Cuadro que se completa con bajorrelieves donde se muestra la liberación de Andrómeda.

Fue tan perfecto el resultado de todo el conjunto, que como ya hiciera Miguel Ángel con su Piedad, y para que no quedara ninguna duda sobre la autoría de aquella prodigiosa obra, todo un hito en la fundición del bronce, una banda recorre el pecho de su Perseo con la leyenda: "BENVENVTUS CELLINVS CIVIS FLOR / FACIEBAT MDLII"

Benvenuto Cellini fue durante un tiempo discípulo de Miguel Ángel en aquella Florencia maravillosa que era capaz de concentrar en una misma época y lugar a muchos de los grandes artistas de la historia del arte occidental. Todavía vivía Miguel Ángel cuando se presentó el Perseo en 1554. Me habría encantado encontrar alguna expresión sobre lo que sintió el escultor al ver lo que hizo su discípulo pero no he tenido suerte. Ahora solo cabe preguntarse: 

¿Logró Cellini su propósito de superar a su maestro Miguel Ángel......? ¿Qué opinan?


Fuentes: A partir de:
"Vida" - Benvenuto Cellini (Alianza editorial)

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lunes, 30 de diciembre de 2024

José Zorrilla y los curiosos


 "Yo no soy ya lo que fui: y viendo cuán poco soy, dejo a los que más son hoy pasar delante de mí"

Hace pocos años y con muy mala idea, le preguntaron a una actriz española muy dada a protagonizar escenas subiditas de tono si había hecho alguna vez un papel de Zorrilla. Ella, conocedora del tono humorístico en el que iba dirigida la pregunta le contestó muy resuelta: "De Zorrilla ninguno, pero de Zorra muchos". Puede que, como en los versos de José Zorrilla, la actriz, para llegar a aceptar aquellos papeles, ya no fuera lo que fue...

Más allá de esa jocosa anécdota sobre los chistes que siempre propició el apellido de nuestro José Zorrilla, el autor de Don Juan Tenorio tuvo en cierta ocasión la idea de alquilar una casita en las afueras de Madrid con la pretensión de relajarse con la paz del campo y allí aislado de tanto bullicio buscar inspiración para una nueva obra. Ni que decir tiene que Zorrilla prefirió mantener el anonimato entre los vecinos de aquel pueblo y que estos, acostumbrados a saber vida y milagros de todos los moradores del lugar, estaban sumamente intrigados por saber quien era y como respiraba aquel nuevo vecino venido desde la capital. No tardaría mucho uno de los vecinos en dejarse llevar por su curiosidad y decidido abrió una carta lacrada que iba destinada al escritor, buscando que su contenido le aclarara un poco el misterio de su persona. La misiva, muy escueta, decía:

"Querido José. Creo que es mejor que no mates al alcalde con veneno. Bastará que le administres un sedante. Atentamente, tu amigo JD"

Ni que decir tiene que ante tales palabras le saltaron todas las alarmas y el indiscreto personaje corrió, carta en mano, a entrevistarse con el alcalde del pueblo para ponerle al tanto de la supuesta conspiración que se estaba urdiendo en su contra.

Zorrilla fue evidentemente detenido y solo logró recobrar la libertad tras presentarse como escritor y demostrar que el alcalde al que se hacia referencia en aquella carta no era de verdad, que era solo un personaje imaginario de la obra que estaba escribiendo durante su estancia en el pueblo y sobre el que había pedido consejo a un amigo para el desarrollo de la trama.

Y es así como el pueblo supo todo de su nuevo vecino y Zorrilla tuvo algo nuevo que contar, quien sabe si para alguna de aquellas obras suyas de título tan apropiado a la situación: "A buen juez, mejor testigo""Traidor, inconfeso y mártir" "Para verdades el tiempo y para justicia Dios".

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons - CC0 - Fuente original

domingo, 29 de diciembre de 2024

"The Beatles" y la triste historia de "Hey Jude"

 

Paul McCartney con Julian Lennon, el hijo de John

Parece que "Hey Jude", tema compuesto por Paul McCartney, y una de las más grandes canciones de la historia, en principio no se iba a llamar así si no "Hey Jules". Todo apunta a que la canción se compuso para dar consuelo al pequeño Julian, de seis años, hijo de John Lennon con su primera esposa Cynthia Powell, de la que se estaba divorciando para dar formalidad a su relación con Yoko Ono.

Cynthia siempre fue una esposa en la sombra, escondida, secreta, pues se pensaba que no convenía que los fans conocieran su existencia y que uno de los Beatles con más gancho, Lennon, ya estaba casado y además tenía un hijo (Cynthia estaba embarazada cuando se casaron). Así, Cynthia no aparecía en ningún sitio, a pesar de que el matrimonio duró la etapa más gloriosa del grupo, desde 1962 a 1968. Brian Epstein el manager del grupo lo decidió así. A Lennon el éxito le golpeo fuerte, las tentaciones de las groupies que los seguían enloquecidas, los viajes…. El caso es que veía poco a su esposa e hijo que pasaban largo tiempo en un piso de Liverpool, sin contacto con el grupo. Cuando llegó Yoko Ono, todo lo que antes había sido secreto ahora era aireado con total libertad. Las dos caras de una misma moneda.


Bueno, volviendo a la canción, el caso es que McCartney fue un día a visitar a Cynthia para darle apoyo y en el camino, en el coche, compuso la canción "Hey Jules". De la canción decía el propio McCartney:

"Empecé con la idea de Hey Jules, que era Julian "And anytime you feel the pain, hey Jules, refrain, don't carry the world upon your shoulders" (y cada vez que te sientas dolido, Jules, contente y no cargues el mundo entero sobre tus hombros). Sabía que no iba a ser fácil para él. Siempre siento pena por los niños en un divorcio. Después cambié el nombre de la canción porque pensé que sonaba mejor".

Julian, que hoy día también se dedica a la música, tuvo que esperar veinte años para saber que aquella famosa canción estaba dedicada a su persona. De McCartney decía: «Paul y yo solíamos estar juntos mucho más tiempo del que estábamos mi padre y yo juntos. Teníamos una gran amistad y parece que hay más fotos de Paul jugando conmigo que las que tengo con mi padre». En la foto que encabeza el escrito vemos a McCartney con el pequeño Julian en brazos, y parece que Lennon en un segundo plano.

Para otros la canción era una letra que McCartney se dedicaba a sí mismo, motivada por los problemas que estaba teniendo con una novia en aquella época, Jane Ascher, y así lo cuenta Lennon, aunque éste en algún momento pensó que iba dedicada a él y su relación con Yoko Ono y así decía:

"Pero siempre la oí como una canción dedicada a mí. Si piensas al respecto... Yoko entra en la imagen. Él dice: 'Hey, Jude—Hey, John.' Sé que estoy sonando como uno de esos fanáticos que se involucran demasiado con algo, pero puedes escucharla como una canción para mí... Inconscientemente, él dijo 'Sigue adelante, déjame'. En un nivel consciente, él no quería que siguiera adelante". Así, cuando Lennon le dijo a McCarney que la canción trataba sobre él, McCartney lo negó, y le dijo a Lennon que había escrito la canción acerca de sí mismo, lo que abonaría la idea del automensaje por los problemas con Jane Ascher.

 En cualquier caso la idea de que va dedicada a Julian Lennon es la más aceptada y referida por todos, e incluso refrendada por McCartney como leíamos en sus propias palabras más arriba.

Otra curiosidad de la canción es que en el minuto 3 aproximadamente de la grabación original, a McCartney se le escapo un taco, algo del tipo "maldita sea", que se decidió dejar en la grabación a sugerencia de Lennon:

«'Paul golpeó un sonido en el piano y dijo una palabra malsonante, pero yo insistí en dejarla, enterrándola lo suficientemente bajo como para que no pudiera ser escuchada. La mayoría de la gente no se dará cuenta, pero nosotros sabremos que está ahí». Las cosas….

Más abajo tenéis un vídeo con la canción y sus subtítulos para sacarle toda la miga a la letra.


Imágenes: De Pinterest - Imagen 1 

sábado, 28 de diciembre de 2024

Miguel Ángel y el brazo perdido de Laocoonte


"Ellas, con marcha firme, se lanzan hacia Laocoonte; primero se enroscan en los tiernos cuerpos de sus dos hijos, y rasgan a dentelladas sus miserables miembros; luego arrebatan al padre que, esgrimiendo un dardo, iba en auxilio de ellos, y lo sujetan con sus enormes anillos: ya ceñidas con dos vueltas alrededor de su cuerpo, y dos veces rodeado al cuello el escamoso lomo, todavía exceden por encima sus cabezas y sus erguidas cervices. Pugna con ambas manos Laocoonte por desatar aquellos nudos, mientras chorrea de sus vendas baba y negro veneno, y al propio tiempo eleva hasta los astros espantables clamores..."

Así relataba Virgilio en su Eneida, el ataque a Laocoonte, un sacerdote troyano muerto trágicamente junto a sus dos hijos, Antifantes y Timbreo, por dos enormes serpientes llamadas Porcis y Caribea. El relato mitológico del castigo tiene muchas versiones sobre los motivos del mismo y sobre que Dios o Diosa fue quien envió a las serpientes a por el sacerdote y sus hijos. Una de ellas, puede que la más conocida, dice que fue por que intentó alertar a los troyanos acerca del engaño que encerraba el famoso caballo de madera que habían dejado a las puertas de la ciudad de Troya, después de que los aqueos y sus aliados aparentaran retirarse del ya largo asedio.

Los escultores Agesandro, Atenodoro y Polidoro, de la escuela de Rodas, realizaron una escultura sobrecogedora y maravillosa sobre el momento en el que Laocoonte y sus hijos son atacados por las serpientes, una obra rebosante de virtuosismo, fuerza, sufrimiento y dinamismo que al ser descubierta en 1506 revolucionó el mundo del arte. El Papa Julio II inmediatamente envió a Miguel Ángel a inspeccionar aquella joya que había aparecido en un viñedo cercano al monte Esquilino, donde aproximadamente se ubicaban las Termas de Trajano y antes la Domus Aurea de Nerón

Al grupo escultórico le faltaban trozos, principalmente el brazo derecho de Laocoonte y el de uno de sus hijos así como la mano derecha del otro hijo y partes de las serpientes. Todos los escultores empezaron a divagar sobre cual debía ser la posición del brazo perdido de Laocoonte. Para Miguel Ángel el grupo escultórico resultó todo un impacto y quedó abrumado por la fuerza de la obra, tanto que tuvo un gran eco en su obra posterior y hay quien mantiene que el Cristo que preside su Juicio Final en la Capilla Sixtina tiene una posición muy parecida al Laocoonte, aunque también es innegable la influencia del Torso Belvedere, obra que también obsesionaba a Miguel Ángel. El caso es que en contra de la mayoría de sus colegas escultores, Miguel Ángel, gran conocedor de la anatomía humana, sostenía que el brazo de Laocoonte que faltaba debía encontrarse doblado hacia atrás, como si intentara arrancarse a la serpiente de su espalda. No le hicieron caso.

Cuando se emprendió la primera de las restauraciones de la obra se decidió poner el brazo extendido hacia arriba y esa fue la imagen que del Laocoonte se tuvo durante mucho tiempo. 

Pero a veces las providencia hace que las cosas se pongan en su sitio y en 1905, cuatrocientos años después de que se encontrara el grupo escultórico, apareció milagrosamente el brazo perdido; su estilo, proporciones y encaje lo delataba así y en 1957 se logró demostrar que ciertamente era parte del grupo escultórico. Como no podía ser de otra manera estaba flexionado en la misma posición que había predicho el genial Miguel Ángel. No quedaba otra que trasladarlo a la escultura y retirar los añadidos que se colocaron en el pasado, dándole al grupo la apariencia actual (imagen de cabecera). Actualmente se expone en el Museo Pío-Clementino de la Ciudad del Vaticano. Una maravilla de la que con razón, Plinio el Viejo, que por aquella época pudo disfrutar de muchas esculturas hoy perdidas, mantenía:

"Debe ser situada por delante de todas, no solo del arte de la estatuaria sino también del de la pintura."

Imágenes: Tomadas de Wikimedia.- Imagen 1 - Imagen 2 - Ambas CC BY-SA 4.0

viernes, 27 de diciembre de 2024

"La Strada" de Federico Fellini


Fellini siempre me ha llamado mucho la atención en un sentido, este hombre, adorador de las carnosidades, de la abundancia en la mujer, de los grandes pechos y traseros que tan bien han quedado reflejados en películas como Amarcord, resulta que se casa y hace protagonista de algunas de sus mejores películas, a todo lo contrario de esas Venus que adoraba, a una muchachita pequeñísima, escurridísima de carnes, pero de cara simpática y gestos chaplinescos, a un duendecillo llamado Giulietta Masina. Curiosamente en “La Strada” (carretera en italiano), cuando Zampanó (Anthony Quinn) y Gelsomina (Giuletta Masina) ¿podrían encontrarse mejores nombres para unos personajes circenses? comen por primera vez juntos en una especie de venta, Zampanó no puede resistirse a la rotunda carnosidad de una morena, que no tiene mayores atributos que una obesidad contenida aun en los limites de las formas de una mujer, olvidándose por completo de Gelsomina ¿podría ser aquí Zampanó un alter ego de Fellini o al menos de sus sueños?. Recuerdo que en “Las noches de Cabiria” una de las prostitutas que acompañaban a Cabiria, era también una mujer de esta índole, de carnosidades fellinianas. Parece que de algún modo, indirecto, introducía estos guiños a sus obsesiones en estas películas, aún cuando la protagonista fuera su esposa, la discreta Giuletta.

Giulietta Masina es maravillosa, podría hacer la película entera sin hablar y decirlo todo con sus gestos, que si bien a veces son excesivos nunca pierden su encanto y seducción. Ya le dice en la película uno de los protagonistas, el loco al que da vida Richard Basehart: ¿Pero tú que eres una mujer o un repollo?- No, Giulietta Masina no tiene atractivos de mujer si lo que buscamos es voluptuosidad, erotismo o carnosidad, pero tiene una mirada y unos ojos realmente fascinantes y expresivos como pocos, un alma que le rebosa por ellos y una gestualidad que crea complicidad y ternura. Es difícil no querer a Gelsomina o a Cabiria, con su ingenuidad, con su vitalidad, con sus historias tan desdichadas. Giulietta Masina dejó el cine pronto, aunque tuvo alguna reaparición. Cuando visitaba a su marido en los estudios de Cinecittá, los trabajadores rompían a aplaudir y el rodaje quedaba detenido hasta que por arte de magia aparecía un ramo de flores que le era entregado y ella tomaba asiento para ver el rodaje. Se ganó el cariño de todos. Cuando murió su marido, sólo le sobrevivió cuatro meses. Era tierna hasta para morir.

Anthony Quinn hace un papel apoteósico, brutal y en su deshumanización muy humano, pues es esta la naturaleza de muchos seres, refleja a la perfección a determinado tipo de personas, que en la necesidad, en la lucha por sobrevivir, no ven más allá de si mismos y ni tan siquiera atienden a sus sentimientos, sólo tienen una pulsión irrefrenable para subsistir en la cuasi-animalidad, para salir adelante como sea. Curiosamente Anthony Quinn contó en su autobiografía que el personaje de Zampanó se acercaba mucho a su propio carácter. En la película, termina por parecer Zampanó, con su número circense repetido hasta la saciedad en los más ínfimos detalles, un animal enjaulado que repite sistemáticamente el mismo movimiento una y otra vez en la jaula, teniendo una única meta, seguir adelante, aunque sea malviviendo. El final lo dotará de un atisbo de conciencia que humanizará definitivamente el personaje.

La fotografía en blanco y negro de la película, a cargo de Otello Martelli luce maravillosa, y subraya de forma magistral un ambiente que recuerda terriblemente a nuestra España de  los cincuenta. ¡Son tan pocas y a la vez tantas las cosas que nos acercan y separan de Italia!

En definitiva ¿Quién podría olvidar el rostro pintado de Gelsomina o la brutalidad de Zampanó después de ver la película? Una delicia.

Ficha de la película

Título Original: La strada
Año: 1954
Duración: 103 min.
País: Italia

Director: Federico Fellini

Reparto: Giulietta Masina, Anthony Quinn, Richard Basehart, Aldo Silvani, Marcella Rovere

Productora: Ponti de Laurentiis
Premios:
1954: Venecia: León de Plata
1956: Oscar: Mejor película de habla no inglesa. 2 nominaciones
Guión: Tullio Pinelli & Federico Fellini
Música: Nino Rota
Fotografía: Otello Martelli (B&W)





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martes, 24 de diciembre de 2024

"La oveja feroz" - Microcuento


"Una oveja decidió disfrazarse de lobo, para confundir a su habitual enemigo, y se encontró con un lobo que había recurrido a su vieja costumbre de vestirse de oveja. En medio de la confusión que ocasionó el encuentro, todos pudieron presenciar cómo, por primera vez en la historia, la oveja feroz devoraba al lobo indefenso."

Este microcuento titulado "La oveja feroz" y que en la imagen de cabecera luce como "carnero feroz", es obra del escritor colombiano Jaime Alberto Vélez (1950 - 2003), y pertenece a su obra "Bajo la piel del lobo" (2002). Tras leerlo pensaba que, a veces el hábito puede hacer al monje, que en este mundo nuestro sólo hay que armarse un poco de valor, creérselo, sacar las uñas y dientes que siempre se llevan escondidos para que los gallitos y abusones que a veces nos rodean no tengan nada que hacer y muestren que en no pocas ocasiones sólo son globos llenos de aire; aunque lo más habitual sea lo contrario, vestirse de lobo como recurso para no mostrar la propia pequeñez. De los lobos con piel de cordero ya ni hablamos....

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domingo, 22 de diciembre de 2024

Stephen Hawking y los universos para "lelos"

 

Stephen Hawking, además de ser entre otras cosas, un gran físico teórico, era una personaje excepcional, no solo por su capacidad intelectual o su resistencia y lucha contra una enfermedad cruel durante 55 largos años, cuando la esperanza de vida era extraordinariamente menor. Vivir durante tanto tiempo sufriendo un deterioro lento e inexorable debe ser terrible. Es por ello que ha de ponerse en valor también el gran sentido del humor del que hacía gala.  Hawking decía: "No puedes permitirte estar discapacitado en espíritu a la vez que físicamente" o "La vida sería trágica si no fuera graciosa". Me encantaba verlo aparecer de vez en cuando en "Big bang theory" riéndose un poco de si mismo y hoy me ha vuelto a regalar una sonrisa con la siguiente anécdota:

Hawking resultó ser un gran divulgador científico y logró hacer un poco más accesibles los misterios del universo al gran público con libros como "Breve historia del tiempo". En cierta ocasión un periodista le preguntó:

"Afirma usted que puede haber millones de universos paralelos casi idénticos, con pequeñas diferencias. ¿Quiere decir que existe un universo donde yo soy más inteligente que usted?"

Y después de una pausa, una voz metálica que prestaba eco a los pensamientos de Hawking le contestaba:

"Sí, y también uno donde usted es gracioso".

Imagen: De Wikimedia Commons - CC0 - Fuente Original

sábado, 21 de diciembre de 2024

Luciano Pavarotti y Mirella Freni: "Hermanos de leche"


Dos de las grandes voces de la historia reciente de la Opera han sido sin duda Luciano Pavarotti Mirella Freni, ambos nacieron el mismo año, 1935, y en la misma ciudad, Módena. Las madres de ambos trabajaban de cigarreras en la misma fábrica de tabaco de la ciudad, como la famosa "Carmen" de Bizet, y desconozco la razón pero ambas madres dejaron la alimentación de sus hijos a cargo de la misma ama de cría. No sé como sería aquella nodriza bendita que con su leche dio de mamar a dos de las figuras más grandes de panorama operístico de todos los tiempos pero seguro que merecería una estatua en Módena al estilo de Astarté, la Diosa de los muchos pechos.  Con el tiempo además de compartir la misma fuente de proteínas, Pavarotti y Freni tuvieron a bien juntar sus voces en aquella mítica representación de "La Bohéme", la ópera de Puccini en la que Pavarotti asumía el rol de Rodolfo y Mirella Freni el de Mimí, constituyendo para ambos un hito en sus carreras. Evidentemente no eran hermanos de sangre, pero como ellos gustaban definirse eran "Hermanos de leche". La Freni, solía comentar con un puntito de humor que "dados los resultados posteriores de crecimiento, yo bajita y Luciano tan grandote, pueden hacerse una idea de quien consiguió sacar más provecho de la nodriza". Puede que esa fruición que señala Mirella hiciera que Pavarotti empezara a tararerar tempranamente aquello de "La traviata" (Verdi) que decía: "Libiamo, libiamo ne'lieti calici che la bellezza infiora" (Bebamos alegremente de este vaso resplandeciente de belleza), una obra que por supuesto llegaría a cantar también con Mirella Freni. En la foto podemos verlos ataviados para la ópera "L'Amico Fritz" (Mascagni) en 1968.

Che gelida manina por Pavarotti en "La Boheme" acompañado de Mirella Freni:


Y en la misma obra, Mirella Freni nos canta "Si mi chiamano Mimi"


Imagen: Tomada de Pinterest

viernes, 20 de diciembre de 2024

La mujer y "Los lingüistas" - Mario Benedetti


"Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del Congreso Internacional de Lingüística y Afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia la salida abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, semiólogos, críticos estructuralistas y desconstruccionistas, todos los cuales siguieron su garboso desplazamiento con una admiración rayana en la glosemática. De pronto las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica: 
¡Qué sintagma! 
¡Qué polisemia! 
¡Qué significante! 
¡Qué diacronía! 
¡Qué exemplar ceterorum! 
¡Qué Zungenspitze! 
¡Qué morfema! 
La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas. Sólo se la vio sonreír, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: ''Cosita linda".

Ya sé que no son de buen recibo los piropos hoy en día, pero no por ello deja de ser genial este pequeño cuento de Mario Benedetti titulado "Los lingüistas", recogido en el libro "Despistes y franquezas" (Alfaguara - 1990), una pequeña historia para la que hemos escogido como ilustración una fotografía de Mario di Biasi titulada "Los italianos se giran".

La imagen ha sido tomada de Pinterest

martes, 17 de diciembre de 2024

Napoleón cruzando los Alpes - ¿A caballo o en mula? - Historia de una mentira

 

Napoleón acababa de hacerse con el poder en Francia (1799)  cuando se encaminó hacia Italia con la idea de liberar a Génova de las tropas austriacas. Para conseguirlo pensó en llegar al lugar al estilo de Aníbal, osea a través de los Alpes, (el camino más corto pero también el más peligroso e inesperado)  lo que le daría la ventaja de la sorpresa, y de paso lo equipararía al mítico general cartaginés. 

La jugada le salió bien y pronto su audacia y sabiduría como estratega en el campo de batalla resultaron incuestionables a los ojos de todos. Aquel paso por los Alpes a través del puerto de montaña del Gran San Bernardo es el que se plasma en el famoso cuadro que abre esta entrada y del que hay hasta cinco versiones.

Nada importaba que Napoleón hubiese cruzado realmente los Alpes en una pequeña mulilla, resguardándose del frio con su abrigo y ropa corriente de montaña (tal y como lo representó Paul Delaroche en el cuadro que podemos ver a la derecha) y dos semanas después que su ejército, que aprovechando el buen tiempo se había adelantado. Napoleón deicidió que aquella victoria debía de representarse de forma gloriosa y el pintor Jacques-Louis David se encargaría de ello. La nueva escena poco o nada tiene que ver con la realidad y Napoleón aparece lleno de dinamismo y determinación, vestido con uniforme de General en Jefe, con un bicornio ribeteado en oro, un historiado fajín y un precioso sable de estilo mameluco. El brazo en alto dirigiendo el avance de sus tropas, y él mirando descaradamente al espectador mientras el viento mueve su espectacular capa y las frondosas crines de su brioso caballo de batalla que controla con su otra mano que viste un precioso guantelete. En cuatro de las copias del cuadro es "Marengo", el famoso caballo de Napoleón, el que aparece y en el restante, la versión de Charlottenburg, es la yegua parda "Belle" la que lleva a Napoleón.  

La pose recuerda mucho a la imagen de Alejandro Magno montando a Bucéfalo en el sarcófago que lleva su nombre (Museo Arqueológico de Estambul), también tiene ecos de la estatua ecuestre que Falconet hizo de Pedro I el Grande (San Petersburgo) y yo personalmente le veo un cierto parecido con el retrato ecuestre del Conde Duque de Olivares obra de Velázquez (Museo del Prado). Abajo a la derecha.

Pero Napoleón tenía muy claro a quien quería emular con aquella gesta y por eso el pintor dejo grabado en las rocas de la montaña los nombre de Aníbal, Carlo Magno y por supuesto de él mismo, haciendo alusión a que su persona era el sucesor natural de aquellos dos genios militares.

La primero de las cinco copias, la que abre esta entrada, fue encargada por nuestro rey Carlos IV, en un acto de casi servil peloteo (que no evitaría la posterior entrada de las tropas napoleónicas en España) y durante un tiempo estuvo expuesto en Madrid hasta que José Bonaparte se lo llevó al tener que partir de España por la puerta de atrás. Hoy el cuadro está expuesto en la Malmaison. 

No lo tuvo fácil David para hacer el cuadro ya que Napoleón no sabía estarse quieto y no se prestaba a posar. David tuvo que conformarse con los apuntes que años atrás había hecho del militar tras lograr que posara tres insuficientes horas para un retrato que quedó inacabado, de un busto y de sus ropas militares. Para la pose a caballo el pintor hubo de ayudarse de su propio hijo subido a una escalera adoptando el ademán que vemos en el cuadro. Desde luego no me imagino a Napoleón de semejante guisa ni siquiera un minuto. En cualquier caso, cuando David insistía a Napoleón sobre la necesidad de que posara este le respondía así:

- ¿Posar? ¿Para qué? ¿Cree que los grandes hombres de la Antigüedad de quien nosotros tenemos imágenes posaron?

- Pero Ciudadano Primer Cónsul, le pinto para su siglo, para los hombres que le han visto, que le conocen, ellos querrán encontrar una semejanza.

- ¿Semejanza? No es la exactitud de los rasgos, una verruga en la nariz lo que da la semejanza. Es el carácter el que dicta lo que debe pintarse... Nadie sabe si los retratos de los grandes hombres se les parece, basta que sus genios vivan allí"

Las Cinco versiones son: En cabecera del artículo.-1ª versión de 1800 y original expuesto en el Palacio de la Malmaison.- A la derecha en fotos pequeñas se empieza con la 2ª versión - 1801 - Expuesta en el Palacio berlines de Charlottenburg. Sigue hacia abajo la 3ª versión y primera de las del Palacio de Versalles, pintada en 1802, le sigue la versión de 1802 expuesta en Museo Belvedere de Viena, y por último y a abajo la 5ª y última versión de 1804 y conocida como segunda versión del Palacio de Versalles

La imagen se hizo tremendamente popular y se convirtió en un recurso perfecto para cantar las victorias de Napoleón. La propaganda y el marketing ya hacían de las suyas.


Fuente: Entrada realizada a partir de un artículo publicado en el nº 599 de la Revista "Historia y Vida"

Imágenes: De Wikimedia Commons - 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8

lunes, 16 de diciembre de 2024

La primera vez... "La sombra del viento"

 


"El hombre más sabio que jamás conocí, Fermín Romero de Torres, me había explicado en una ocasión que no existía en la vida experiencia comparable a la de la primera vez en que uno desnuda a una mujer. Sabio como era, no me había mentido, pero tampoco me había contado toda la verdad. Nada me había dicho de aquel extraño tembleque de manos que convertía cada botón, cada cremallera, en tarea de titanes. Nada me había dicho de aquel embrujo de piel pálida y temblorosa, de aquel primer roce de labios ni de aquel espejismo que parecía arder en cada poro de la piel. Nada me contó de todo aquello porque sabía que el milagro sólo sucedía una vez y que, al hacerlo, hablaba un lenguaje de secretos que, apenas se desvelaban, huían para siempre. Mil veces he querido recuperar aquella primera tarde en el caserón de la avenida del Tibidabo con Bea en que el rumor de la lluvia se llevó el mundo. Mil veces he querido regresar y perderme en un recuerdo del que apenas puedo rescatar una imagen robada al calor de las llamas."

El fragmento pertenece a la novela "La sombra del viento" (2001) de Carlos Ruiz Zafón y para ilustrarla, no sé si con acierto, hemos elegido un fotograma de la película "The Killers" (Forajidos), rodada por Robert Siodmak en 1946, en la que podemos ver a Burt Lancaster abrazando a Ava Gardner. Puede que no tenga nada que ver con el texto.... o sí -puede que el momento antes de esa primera vez, cuando todavía los botones están en su sitio- pero era una de las mejores opciones sin tener que entrar en un erotismo excesivo. Además, para Burt Lancaster esta película fue de alguna manera su primera vez, su estreno cinematográfico, algo que casi también podría decirse de Ava Gardner que solo había participado hasta entonces de manera muy secundaria en algunos títulos. Vaya pareja el Sueco y Kitty Collins.

Imagen: Cortesía de Doctor Macro

domingo, 15 de diciembre de 2024

Si la vida te da limones... Monólogo de la serie "La caída de la Casa Usher"



Si la vida te da limones, no siempre la única opción es hacer limonada, al menos, si eres poderoso... Eso se desprende del maravilloso monólogo que el magnate de la industria farmacéutica Roderick Usher, interpretado por Bruce Greenwood nos regala en uno de los capítulos de la miniserie "La caída de la Casa Usher", por cierto una muy recomendable relectura del clásico de Edgar Allan Poe

Roderick Usher: Si la vida te da limones...

Policía: "¿Haz limonada?"

Roderick Usher: Primero lanzas una campaña para convencer a la gente de que los limones son muy escasos. Eso funciona si los almacenas y controlas el suministro. Luego... un bombardeo mediático. Son la única manera de decir "Te Quiero", el accesorio ideal para fiestas o aniversarios. Las rosas ya no se llevan, los limones sí. Carteles que dicen que no se acostará contigo salvo que tengas limones. Metes diamantes, pulseras de limones, diamantes amarillos llamados "gotas de limón". Consigues que Apple le ponga a su nuevo sistema operativo "OS Lemón" con acento en la O. Cobras un pico por limones ecológicos, otro más por limones libres de conflictos. Llenas la Capital de lobbies limoneros. Haces que una Kardashian chupe un gajo en un vídeo filtrado. Timothée Chalamet lleva zapatos color limón en Cannes. Haces una campaña de hashtags. Algo no es guay, ni total ni alucinante, no, es "limón". "¿Has visto esa peli? ¿Fuiste a ese concierto? Fue superlimón". Billie Eilish, oh, vaya, "#limón". Consigues que los médicos recomienden cuatro limones al día y un supositorio de limón para deshacerte de las toxinas, porque nada da tanto miedo como las toxinas. Patentas las semillas. Escribes un código genético que los hace más parecidos a las tetas y patentas la secuencia de ADN de los "limones-tetas". Polinización cruzada y consigues que las semillas circulen y demandas a los granjeros por infracción de copyright cuando el código aparece en su tierra. Te relajas, recoges el dinero y entonces, cuando acabas, has vendido tu imperio de limones por miles de millones y llega el momento de hacer la puta limonada.

Las cosas del marketing empresarial y el arte de crear necesidades.



Imagen: Tomada de "Olympistas"

sábado, 14 de diciembre de 2024

Bukowski y el sexo

 

"Hay en mí algo descontrolado, pienso demasiado en el sexo. Cuando veo una mujer me la imagino siempre en la cama conmigo. Es una manera interesante de matar el tiempo en los aeropuertos. Parece una historia sobre sexo y borracheras, cuando en realidad es un poema sobre el amor y el dolor."

Esas palabras ponía Bukowski en los labios de su alter ego, Henry Chinasky en la novela "Mujeres"; en ella, Chinasky, un perdedor nato, es un escritor que empieza a saborear el tardío éxito de su obra, por fin le sobra algo de dinero y se ha ganado una inesperada reputación literaria, aderezado todo con la singular situación de convertirse en objeto de deseo de numerosas mujeres con las que, siempre calenturiento, quiere olvidar todas las carencias de un pasado no muy lejano. No suena muy diferente el perfil al de la propia experiencia que con seguridad estaba viviendo Bukowski en aquel entonces. 

Bukowski sabía de su talento como escritor, de hecho confesaba: "El 75% de lo que escribo es bueno; el 40%, muy bueno; el 20% es sublime. Y el 10% es una mierda", pero incluso con ese autoconcepto tan positivo, creo que ese éxito tan abrumador, llegado de repente a su vida cuando ya tenía unos añitos, le sorprendió del todo. En una ocasión, el crítico cinematográfico Roger Ebert resumió así a Bukowski: “Un millón de tíos empiezan a emborracharse e intentan convertirse en grandes escritores, y uno de ellos lo consigue. Seguramente, ahora un millón más de tíos se están emborrachando mientras se preguntan cómo lo ha conseguido Bukowski. Él no es un superviviente. Es una aberración estadística.” Una bendita aberración; su estilo es muchas veces definido como "realismo sucio", pero es que la realidad siempre ha necesitado un buen centrifugado en la lavadora. En definitiva, Bukowski, que decía aquello de “No era mi día. Ni mi semana, ni mi mes, ni mi año. Ni mi vida. ¡Maldita sea!”, logró al fin darle la vuelta a la tortilla y convertirse en una voz que, aun apestando a alcohol, todos querían escuchar y todavía más leer.

Y como no podía ser de otra forma, sus libros están trufados de grandes borracheras, que como en su vida parecían ser la solución ideal a cualquier problema: “Si ocurre algo malo, bebes para olvidar, si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo, y si no pasa nada, bebes para que pase algo”, pero también de encuentros sexuales, muchas veces caóticos, que podrían hacer pensar que Bukowski se manejaba bien en sus relaciones, vamos, que podría colgarse como propio el título de aquella obra suya "La máquina de follar", que tan difícil se hacía pedir al librero, en los pacatos años 70 de esta España nuestra. Y sin embargo el propio escritor confesaba:

"No sólo soy un tipo sucio. Tengo mucho de puritano. Por eso mis novias me dicen: “Santo cielo, eres casi un puritano, y escribes esas cosas...”. En el acto sexual, al hacer el amor, no suelo ser muy lanzado. Me molesta incluso hacerlo de día; ya sabes, la miras a los ojos, ella te mira a ti. Resulta un tanto incómodo. Menos mal que he conocido a una mujer que me está enseñando mucho sobre las relaciones sexuales, ya sabes, lo que quiere una mujer. Obedezco y disfruto. Así que estoy aprendiendo a edad avanzada. Supongo que he sido un desastre con muchas mujeres durante veinte o treinta años."

Para alguien que decía: “La Muerte se está fumando mis cigarros”, el sexo podía ser una forma de apartarla de su lado: “La relación sexual es darle patadas en el culo a la muerte mientras cantas”.

Imagen: De Flickr - (CC BY NC-SA 2.0) - Fuente Original

viernes, 13 de diciembre de 2024

Borges, la ceguera y la estupidez


"Lo que más admiro en los demás es la ironía, la capacidad de verse desde lejos y no tomarse en serio"

Son palabras de Jorge Luis Borges, el escritor de obras tan celebradas como "El Aleph", Ficciones" o "El libro de Arena", quien sin duda tuvo que encajar, casi como una mala broma del destino, que su progresiva ceguera se acentuara en el momento en el que fue nombrado Director de la Biblioteca Nacional de Argentina en 1955.  Al respecto decía el propio escritor: 

"Poco a poco fui comprendiendo la extraña ironía de los hechos. Yo siempre me había imaginado el Paraíso bajo la especie de una biblioteca. Ahí estaba yo. Era, de algún modo, el centro de novecientos mil volúmenes en diversos idiomas. Comprobé que apenas podía descifrar las carátulas y los lomos. Entonces escribí el Poema de los dones"

Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche

Un oftalmólogo, a fin de intentar salvaguardar la muy exigua visión que por entonces le quedaba le prohibió leer y escribir para que no forzara la visión, de modo que a los 58 años, hubo de adaptarse para poder seguir disfrutando de los libros que ya no podía leer, para ello buscó la ayuda de Alberto Manguel,  un jovencito de 15 años que trabajaba durante el verano en una de las librerías a las que acudía con regularidad el escritor y que durante cuatro años le hizo de lector (como el de aquella película) y le ayudó a revisitar la obra de muchos escritores de cuentos antes de que Borges se lanzara a escribir esos fabulosos relatos que tanta fama le dieron. En sus recuerdos, Manguel, que con el tiempo también se convertiría en escritor, decía de Borges:

"Borges tenía muy poca paciencia con la estupidez. Cuando algún escritor decía alguna tontería, su humor era absolutamente feroz y demolía con cuatro palabras la estupidez que fuera" "Podía ser generoso, pero una buena frase era más importante para él que un buen gesto".

Esta naturaleza sentenciosa de Borges y su afilado ingenio provocaron alguna que otra anécdota.

Se cuenta que con ocasión de una huelga contra la dictadura argentina, Borges no quiso sumarse a la misma ni dejar de dar sus clases en la Universidad. Como su posición parecía firme y se negaba a abandonar la clase, uno de los estudiantes le dijo que iba a cortar la electricidad para que no pudiera continuar con la enseñanza ese día. Borges se limitó a responder:

"No me preocupa, he tomado la precaución de ser ciego"

En otra ocasión en la que lo entrevistaban en Roma, uno de los periodistas trato de buscarle las cosquillas al educado escritor y que este perdiera la compostura y le regalara con su salida de tono un titular. Con dicho propósito no cejó en su empeño de poner en aprietos a Borges, que con mucha cintura lograba esquivar al periodista, quien ya pasando a la artillería pesada le preguntó:

- ¿En su país todavía hay caníbales?

- Ya no, - dijo Borges sin descomponer el gesto - nos los comimos a todos.

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons -CC0 - Fuente Original

jueves, 12 de diciembre de 2024

"El beso" de Rodin y el hombre que sirvió de modelo

 

Nada podemos contra el inexorable paso del tiempo, salvo si uno está esculpido en piedra por un genio como Auguste Rodin en una obra maestra como "El beso", entonces eres inmortal. Aunque no lo parezca de eso nos habla el óleo con el que encabezamos esta entrada, una obra de Tamara de Lempicka titulado "Mendigo con mandolina" (1935). Su secreto nos lo contaba la propia pintora:  

"Yo quería pintar un hombre viejo. Era una necesidad superior a mis fuerzas… Él me acompañó al estudio… Después, un día… sacó de su bolsillo un amarillento recorte de periódico. Había sido doblado cientos de veces. Me lo dio y dijo: "Yo no siempre he sido así como usted me ve hoy." El recorte trataba de los amantes de Rodin. Se especificaban los nombres de los modelos. "Yo soy ese hombre", dijo".

Nadie adivinaría, de no leer la anécdota, que esa persona, aquel mendigo, es la misma que sirvió de modelo para "El beso" de Rodin. De la mujer no sabemos nada pero seguro que ella, con los años, también llevaba toda una vida esculpida en su rostro.

"El beso" (1882) se basaba en la historia de Paolo y Francesca, personajes reales que vivieron en la Italia medieval. Dante recogió su historia en "La Divina Comedía" y nos contaba como mueren a manos del marido de ella cuando este los sorprende besándose. O sea, en la escultura se les representa justo antes de morir, en su último instante de felicidad. A la pareja, que eran cuñados, se les conocía como "los amantes malditos" por haber sido condenados a errar por los infiernos en un eterno castigo por su amor prohibido. Dante les reservó habitación (sin vistas) en el circulo del Infierno destinado a los lujuriosos.

La escultura fue ideada por Rodin para que presidiera su monumental "Puerta del infierno", hasta que el escultor se dio cuenta de que una obra como aquella, para nada representaba a unos amantes malditos, de hecho, estaba llena de encanto y rezumaba armonía, felicidad y amor; tal era su belleza que en modo alguno podía coronar una puerta tan siniestra. Desde entonces la sacó de aquel proyecto (que nunca llegó a culminarse) y le dio entidad propia e independiente. Fue un éxito inmediato y la gente que no sabía identificar a los personajes ni su truculenta historia empezó a referirse a la obra como "Le baiser" (El beso), un título sin duda mucho más apropiado.  


Fuente: A partir de la biografía Tamara de Lempicka publicada por Taschen

Imágenes: Imagen 1 de Pinterest - Imagen 2 e Imagen 3 de Wikimedia Commons CC0

miércoles, 11 de diciembre de 2024

El primer encuentro de dos grandes pianistas: Chopin y Liszt

 

Cuentan que Frédéric Chopin (arriba) era pequeñito y delgado -algunos comentan que sólo pesaba 44 kilos- que le gustaba vestir bien y que tenía un cierto "no sé qué que sé yo" que seducía a las mujeres. Entre sus polonesas, mazurcas, valses o nocturnos se encuentran algunas de las piezas más bellas de la historia del piano y como virtuoso de este instrumento que era, lleno de inspiración y especialmente dotado para la improvisación no es raro que encontrara un alma gemela en el gran Franz Liszt (abajo). 

Su encuentro fue tan maravilloso como lo era la música de ambos. Se cuenta que ya en París, Chopin se dirigió a la casa de pianos Pleyel con la que intentaba entablar algún tipo de acuerdo; se sentó en un piano y empezó a tocar. Poco después entró Liszt y escuchando las notas que aquel desconocido arrancaba del piano quedó maravillado y no pudo evitar sentarse en otro y empezar a tocar amoldando su ejecución a la de Chopin creando una improvisación a dos pianos que por momentos iba creciendo en belleza y exuberancia. Chopin ni siquiera volvió el rostro para ver quien tocaba a su lado, se limitó a continuar tocando enardecido y subyugado por el virtuosismo que demostraba aquel otro pianista al que no conocía de nada. Estuvieron durante un buen rato sorprendiéndose mutuamente al piano, sin hablarse, sin mirarse, conociéndose musicalmente. Cuando terminaron y se enfrentaron el uno al otro se fundieron en un fuerte abrazo que fue recibido con los aplausos de todas las personas que había en la sala y que acudieron a ver aquel espontáneo espectáculo. Su amistad fue ya para siempre. ¡Quien pudiera haberlo visto.... y oído!


Imágenes: Ambas de Wikimedia Commons CC0 - Fuente original Imagen 1 - Imagen 2

martes, 10 de diciembre de 2024

Borís Pasternak, Osip Mandelstam y el "Epigrama contra Stalin"

 

"En el fondo, la literatura es el arte de descubrir lo extraordinario de la gente corriente y decir cosas extraordinarias con palabras habituales" (Boris Pasternak)

Bien sabía Borís Pasternak (arriba), creador de la obra "Dr. Zhivago" y Premio Nóbel en 1958, lo difícil que es a veces encontrar las palabras adecuadas para plasmar una idea en un libro y a veces, tal y como le ocurrió al propio escritor, incluso para salvar la vida, sobre todo cuando se vive en un país en el que gobierna alguien como Iósif Stalin.

En 1934, durante un paseo por un parque moscovita se acercó a Borís Pasternak el poeta Osip Mandelstam (abajo en una foto de su primer arresto), quien le recitó un poema-protesta en el que plasmaba toda la rabia que había acumulado tras presenciar la terrible hambruna que asolaba Crimea y las ejecuciones masivas de aquellos campesinos que se oponían a la colectivización forzosa de los campos decretada por Stalin. Hoy se conoce aquella hambruna como "holomodor" y causó la muerte a millones de personas. El grito de Mandelstam le salía de lo más hondo.

Cuando Pasternak, también poeta, escuchó el que hoy se conoce como "Epigrama contra Stalin" supo desde ese instante que él mismo estaba en peligro y le dijo: "Lo que me ha recitado usted –balbuceó– no tiene relación alguna ni con la literatura ni con la poesía. No es un hecho literario sino un acto suicida que no apruebo y del cual no quiero tomar parte. Usted no me ha recitado nada y yo no he escuchado nada, y le pido que tampoco se lo lea a nadie más".

Evidentemente la suerte estaba echada, los gritos, cuando salen del alma son muy difíciles de callar y Mandelstam siguió leyendo su poema entre sus amigos, a veces incluso ante varios de ellos a la vez. En una sociedad como aquella la delación y la traición estaban al orden del día y el poema, ciertamente temerario, tal como podrán leer más abajo, no tardó en llegar a oídos de la policía política, siendo arrestado su autor de inmediato.

Pasternak en un arranque de valor intentó interceder por Mandelstam y se dirigió al diario oficialista Izvestia, donde contactó con Bujarin y le pidió que intercediera por el temerario poeta. Tuvo suerte y Mandelstam sólo fue exiliado a los Urales junto con su esposa. Tras caer Bujarin, victima también de aquellos tiempos inciertos para cualquiera, Mandelstam fue detenido nuevamente, tras lo cual fue inevitable que muriera en un campo de trabajo.

No tardó en sonar el teléfono comunitario del bloque de viviendas en el que vivía Pasternak. Una voz le dijo que el Secretario General del Comité Central del Partido Comunista, nada menos que Stalin quería hablar con él y en breve se pondría al aparato. Creyéndose victima de una broma pesada, colgó de inmediato, pero el teléfono volvió a sonar y la misteriosa voz volvió a hacerle el mismo anuncio. Pasternak supongo que empezaría a tener sudores fríos y a temblequear las piernas cuando escuchó finalmente la voz de Stalin al teléfono comunicándole el destino dado a Mandelstam y supo que su vida pendía de un hilo muy fino cuando Stalin le preguntó, directamente, si era amigo del autor de aquellos versos claramente ofensivos hacia su persona. Pasternak, tuvo que buscar las palabras exactas para lograr no considerarse a si mismo como una persona despreciable que niega falsamente a un amigo por ponerse a salvo  y a la vez encontrar la fórmula para con sus palabras no poner su vida en evidente peligro. Puede que acordándose de aquello del "ni sí ni no, si no todo lo contrario", contestó: "Los poetas raramente hacen amigos. Por lo general se envidian entre si", frase en la que ni afirmaba ni negaba nada y en la que incluso, con la mención de la envidia, salvaba su honor, toda vez que podía entenderse que en ese sentimiento había una idea admirativa hacia su colega. Aquella respuesta vacía le valió la vida.

El "Epigrama contra Stalin" decía así (traducción del escritor cubano José Manuel Prieto):

Vivimos sin sentir el país a nuestros pies,
nuestras palabras no se escuchan a diez pasos.
La más breve de las pláticas
gravita, quejosa, al montañés del Kremlin.
Sus dedos gruesos como gusanos, grasientos,
y sus palabras como pesados martillos, certeras.
Sus bigotes de cucaracha parecen reír
y relumbran las cañas de sus botas.

Entre una chusma de caciques de cuello extrafino
él juega con los favores de estas cuasipersonas.
Uno silba, otro maúlla, aquel gime, el otro llora;
sólo él campea tonante y los tutea.
Como herraduras forja un decreto tras otro:
a uno al bajo vientre, al otro en la frente, al tercero en la ceja, al cuarto en el ojo.
Toda ejecución es para él un festejo
que alegra su amplio pecho de osetio.



Imágenes: Tomadas de Wikimedia Commons - CC0 - Fuente Original Img 1 - Img 2