sábado, 14 de diciembre de 2024

Bukowski y el sexo

 

"Hay en mí algo descontrolado, pienso demasiado en el sexo. Cuando veo una mujer me la imagino siempre en la cama conmigo. Es una manera interesante de matar el tiempo en los aeropuertos. Parece una historia sobre sexo y borracheras, cuando en realidad es un poema sobre el amor y el dolor."

Esas palabras ponía Bukowski en los labios de su alter ego, Henry Chinasky en la novela "Mujeres"; en ella, Chinasky, un perdedor nato, es un escritor que empieza a saborear el tardío éxito de su obra, por fin le sobra algo de dinero y se ha ganado una inesperada reputación literaria, aderezado todo con la singular situación de convertirse en objeto de deseo de numerosas mujeres con las que, siempre calenturiento, quiere olvidar todas las carencias de un pasado no muy lejano. No suena muy diferente el perfil al de la propia experiencia que con seguridad estaba viviendo Bukowski en aquel entonces. 

Bukowski sabía de su talento como escritor, de hecho confesaba: "El 75% de lo que escribo es bueno; el 40%, muy bueno; el 20% es sublime. Y el 10% es una mierda", pero incluso con ese autoconcepto tan positivo, creo que ese éxito tan abrumador, llegado de repente a su vida cuando ya tenía unos añitos, le sorprendió del todo. En una ocasión, el crítico cinematográfico Roger Ebert resumió así a Bukowski: “Un millón de tíos empiezan a emborracharse e intentan convertirse en grandes escritores, y uno de ellos lo consigue. Seguramente, ahora un millón más de tíos se están emborrachando mientras se preguntan cómo lo ha conseguido Bukowski. Él no es un superviviente. Es una aberración estadística.” Una bendita aberración; su estilo es muchas veces definido como "realismo sucio", pero es que la realidad siempre ha necesitado un buen centrifugado en la lavadora. En definitiva, Bukowski, que decía aquello de “No era mi día. Ni mi semana, ni mi mes, ni mi año. Ni mi vida. ¡Maldita sea!”, logró al fin darle la vuelta a la tortilla y convertirse en una voz que, aun apestando a alcohol, todos querían escuchar y todavía más leer.

Y como no podía ser de otra forma, sus libros están trufados de grandes borracheras, que como en su vida parecían ser la solución ideal a cualquier problema: “Si ocurre algo malo, bebes para olvidar, si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo, y si no pasa nada, bebes para que pase algo”, pero también de encuentros sexuales, muchas veces caóticos, que podrían hacer pensar que Bukowski se manejaba bien en sus relaciones, vamos, que podría colgarse como propio el título de aquella obra suya "La máquina de follar", que tan difícil se hacía pedir al librero, en los pacatos años 70 de esta España nuestra. Y sin embargo el propio escritor confesaba:

"No sólo soy un tipo sucio. Tengo mucho de puritano. Por eso mis novias me dicen: “Santo cielo, eres casi un puritano, y escribes esas cosas...”. En el acto sexual, al hacer el amor, no suelo ser muy lanzado. Me molesta incluso hacerlo de día; ya sabes, la miras a los ojos, ella te mira a ti. Resulta un tanto incómodo. Menos mal que he conocido a una mujer que me está enseñando mucho sobre las relaciones sexuales, ya sabes, lo que quiere una mujer. Obedezco y disfruto. Así que estoy aprendiendo a edad avanzada. Supongo que he sido un desastre con muchas mujeres durante veinte o treinta años."

Para alguien que decía: “La Muerte se está fumando mis cigarros”, el sexo podía ser una forma de apartarla de su lado: “La relación sexual es darle patadas en el culo a la muerte mientras cantas”.

Imagen: De Flickr - (CC BY NC-SA 2.0) - Fuente Original

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