Napoleón acababa de hacerse con el poder en Francia (1799) cuando se encaminó hacia Italia con la idea de liberar a Génova de las tropas austriacas. Para conseguirlo pensó en llegar al lugar al estilo de Aníbal, osea a través de los Alpes, (el camino más corto pero también el más peligroso e inesperado) lo que le daría la ventaja de la sorpresa, y de paso lo equipararía al mítico general cartaginés.
La jugada le salió bien y pronto su audacia y sabiduría como estratega en el campo de batalla resultaron incuestionables a los ojos de todos. Aquel paso por los Alpes a través del puerto de montaña del Gran San Bernardo es el que se plasma en el famoso cuadro que abre esta entrada y del que hay hasta cinco versiones.
Nada importaba que Napoleón hubiese cruzado realmente los Alpes en una pequeña mulilla, resguardándose del frio con su abrigo y ropa corriente de montaña (tal y como lo representó Paul Delaroche en el cuadro que podemos ver a la derecha) y dos semanas después que su ejército, que aprovechando el buen tiempo se había adelantado. Napoleón deicidió que aquella victoria debía de representarse de forma gloriosa y el pintor Jacques-Louis David se encargaría de ello. La nueva escena poco o nada tiene que ver con la realidad y Napoleón aparece lleno de dinamismo y determinación, vestido con uniforme de General en Jefe, con un bicornio ribeteado en oro, un historiado fajín y un precioso sable de estilo mameluco. El brazo en alto dirigiendo el avance de sus tropas, y él mirando descaradamente al espectador mientras el viento mueve su espectacular capa y las frondosas crines de su brioso caballo de batalla que controla con su otra mano que viste un precioso guantelete. En cuatro de las copias del cuadro es "Marengo", el famoso caballo de Napoleón, el que aparece y en el restante, la versión de Charlottenburg, es la yegua parda "Belle" la que lleva a Napoleón.
La pose recuerda mucho a la imagen de Alejandro Magno montando a Bucéfalo en el sarcófago que lleva su nombre (Museo Arqueológico de Estambul), también tiene ecos de la estatua ecuestre que Falconet hizo de Pedro I el Grande (San Petersburgo) y yo personalmente le veo un cierto parecido con el retrato ecuestre del Conde Duque de Olivares obra de Velázquez (Museo del Prado). Abajo a la derecha.
Pero Napoleón tenía muy claro a quien quería emular con aquella gesta y por eso el pintor dejo grabado en las rocas de la montaña los nombre de Aníbal, Carlo Magno y por supuesto de él mismo, haciendo alusión a que su persona era el sucesor natural de aquellos dos genios militares.
La primero de las cinco copias, la que abre esta entrada, fue encargada por nuestro rey Carlos IV, en un acto de casi servil peloteo (que no evitaría la posterior entrada de las tropas napoleónicas en España) y durante un tiempo estuvo expuesto en Madrid hasta que José Bonaparte se lo llevó al tener que partir de España por la puerta de atrás. Hoy el cuadro está expuesto en la Malmaison.
No lo tuvo fácil David para hacer el cuadro ya que Napoleón no sabía estarse quieto y no se prestaba a posar. David tuvo que conformarse con los apuntes que años atrás había hecho del militar tras lograr que posara tres insuficientes horas para un retrato que quedó inacabado, de un busto y de sus ropas militares. Para la pose a caballo el pintor hubo de ayudarse de su propio hijo subido a una escalera adoptando el ademán que vemos en el cuadro. Desde luego no me imagino a Napoleón de semejante guisa ni siquiera un minuto. En cualquier caso, cuando David insistía a Napoleón sobre la necesidad de que posara este le respondía así:
- ¿Posar? ¿Para qué? ¿Cree que los grandes hombres de la Antigüedad de quien nosotros tenemos imágenes posaron?
- Pero Ciudadano Primer Cónsul, le pinto para su siglo, para los hombres que le han visto, que le conocen, ellos querrán encontrar una semejanza.
- ¿Semejanza? No es la exactitud de los rasgos, una verruga en la nariz lo que da la semejanza. Es el carácter el que dicta lo que debe pintarse... Nadie sabe si los retratos de los grandes hombres se les parece, basta que sus genios vivan allí"
Las Cinco versiones son: En cabecera del artículo.-1ª versión de 1800 y original expuesto en el Palacio de la Malmaison.- A la derecha en fotos pequeñas se empieza con la 2ª versión - 1801 - Expuesta en el Palacio berlines de Charlottenburg. Sigue hacia abajo la 3ª versión y primera de las del Palacio de Versalles, pintada en 1802, le sigue la versión de 1802 expuesta en Museo Belvedere de Viena, y por último y a abajo la 5ª y última versión de 1804 y conocida como segunda versión del Palacio de Versalles.
La imagen se hizo tremendamente popular y se convirtió en un recurso perfecto para cantar las victorias de Napoleón. La propaganda y el marketing ya hacían de las suyas.
Fuente: Entrada realizada a partir de un artículo publicado en el nº 599 de la Revista "Historia y Vida"
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