Loretta Young fue una prolífica actriz del Hollywood de los años 30 y 40 durante los cuales era habitual que participara en más de cuatro películas anuales; guapa, resultona, agradable en la pantalla y con unos preciosos ojos, el público no se cansaba de ella y por tanto terminó por tenerla hasta en la sopa. Incluso tuvo un programa de televisión que fue un tremendo exitazo durante 8 años.
Sus películas no eran precisamente la "crème de la crème", pero eran amenas y fáciles de disfrutar, muchas veces gracias a su sola presencia; el poco calibre de los films para los que era contratada no fue óbice para que lograra hacerse con un Oscar a la mejor actriz gracias a su papel en "Un destino de mujer" (1947- J.C. Potter).
Se cuenta que era una actriz de una desmedida devoción católica, lo que sin duda le abrió algunas puertas pero también le granjeó alguna que otra antipatía, entre las cuales se contaba la de la siempre difícil Joan Crawford, que era poco amiga de remilgos y mojigaterías. En una fiesta a la que asistieron ambas, allá por los años 30, un amigo común fue a sentarse en una silla y a la Crawford no se le ocurrió otra cosa que advertirle visiblemente sobresaltada:
"¡No te puedes sentar ahí! Loretta Young se acaba de levantar y todavía tiene la marca de la cruz en ella"
Robert Mitchum, perfilaba aún más el retrato de la supuesta Santa Loretta y en una entrevista ofrecida a la revista Fotogramas hace años, comentaba:
"Loretta Young iba a todas partes con una bolsita y si decías una palabrota te pedía como penitencia cincuenta centavos. Si decías una palabra muy gorda te exigía un dólar. Daba el dinero a obras benéficas. Un día le pregunté cuánto tendría que darle si le dijera que me gustaría irme con ella a la cama. Me respondió: Eso es gratis"
Y es que Santa Loretta cuando era tentada por algún diablillo, como lo era el bueno de Mitchum, difícilmente lograba mantener el halo sobre su cabeza, por no decir otra cosa. Supongo que Clark Gable también la encontró en un momento de debilidad cuando tuvo un tórrido romance con ella, que motivó que parte de aquellos donativos fueran destinados a la obra de la "St. Anne´s Maternity Hospital de Los Ángeles para madres solteras". Curiosamente la película en la que tuvieron aquel encontronazo amoroso tenía el muy apropiado título de "La llamada de la selva".
Como decía la letra de la canción de Agustín Lara: "Por qué te hizo el destino pecadora si no sabes vender tu corazón...". Pero la de Clark Gable con Loretta Young es otra historia que contaremos otro día.
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