En 1936, Carole Lombard dio la campanada con una estupenda comedia
titulada "Al servicio de las damas" (Gregory La Cava), sin duda una de las peliculas más exitosas y vistas en los años 30 y que confirmaba a la actriz como una de las estrellas más luminosas de la época. Su maravilloso
porte y elegancia la hizo acreedora de títulos como el de "La reina de la
elegancia", una etiqueta con la que no se mostraba especialmente
complacida, pues ambicionaba ser reconocida por otros méritos. Así, cuando
en una entrevista realizada en aquel año por Walt Seather, este le
preguntaba sobre con qué título se sentiría realmente a gusto, la actriz que al año siguiente seria "La reina de Nueva York" contestaba así:
"Pues, si me dieran a elegir, quisiera ser la mejor actriz del mundo, pero sin el título. ¿Para qué quiero yo el titulito? La cuestión está en serlo, no en que se lo llamen a una, ni siquiera en parecerlo. Mi primer ideal es que me conocieran todos por la calidad de mi trabajo, antes que por mi belleza (que no soy yo la llamada a juzgar), ni por mi elegancia, ni por los cuentos lanzados por los departamentos de publicidad. Y tanto me importa así, que el día que empiece a envejecer, me gustaría poder seguir trabajando en el cine, sin que nadie pensara en mi fracaso. Es decir, haciendo siempre papeles proporcionados a mi edad en cada momento, sin pensar en seguir siendo, como muchas, una pollita de quince años, a los sesenta. Y tengo confianza en lograrlo. A la edad citada, espero seguir trabajando para el cine, con tanto éxito como hoy. ¿Por qué hemos de pasar? Ya lo sé: Pasamos porque el público se acostumbra demasiado a vernos por una lente única, bajo una forma única, bajo la cual nos clasifican y califican. Si cambiamos, en nuestro nombre, en nuestro aspecto físico, en nuestra manera de trabajar, se piensa al instante en que ya no somos los mismos, y se nos abandona. Para evitar eso, he procurado siempre no ajustarme a un patrón único en la interpretación de mis papeles, ni el carácter de éstos, para que así el mundo espectador me conozca bajo varios aspectos, y no se extrañe el día que se presenten a él, forzadamente, nuevas facetas de mi manera de ser" (Revista Popular Film - Sept 1936)
No tuvo esa suerte, ni ella que tenía todas las papeletas para brillar aún mucho más, ni todos nosotros que la habríamos disfrutado. Poco después de casarse con Clark Gable, con el que formaba una de las parejas más glamourosas de Hollywood y de rodar, la que seguramente es su mejor película "Ser o no ser" (1942 - Ernst Lubitsch), donde daba vida a la esplendorosa Maria Tura, la actriz fallecía en un fatal accidente de aviación cuando viajaba para reencontarse con su marido después de promocionar la compra bonos de guerra. Curiosamente en esa última película se tuvo que eliminar en post-producción una linea de dialogo en la que la actriz preguntaba "¿Qué te puede pasar en un avión?" El presidente Roosevelt declaró que Caraole Lombard fue la primera mujer del país caída en la guerra y le concedieron la Medalla de la Libertad. Clark Gable, totalmente hundido entró en una profunda depresión que le llevó a enrolarse en el ejercito.
"Pues, si me dieran a elegir, quisiera ser la mejor actriz del mundo, pero sin el título. ¿Para qué quiero yo el titulito? La cuestión está en serlo, no en que se lo llamen a una, ni siquiera en parecerlo. Mi primer ideal es que me conocieran todos por la calidad de mi trabajo, antes que por mi belleza (que no soy yo la llamada a juzgar), ni por mi elegancia, ni por los cuentos lanzados por los departamentos de publicidad. Y tanto me importa así, que el día que empiece a envejecer, me gustaría poder seguir trabajando en el cine, sin que nadie pensara en mi fracaso. Es decir, haciendo siempre papeles proporcionados a mi edad en cada momento, sin pensar en seguir siendo, como muchas, una pollita de quince años, a los sesenta. Y tengo confianza en lograrlo. A la edad citada, espero seguir trabajando para el cine, con tanto éxito como hoy. ¿Por qué hemos de pasar? Ya lo sé: Pasamos porque el público se acostumbra demasiado a vernos por una lente única, bajo una forma única, bajo la cual nos clasifican y califican. Si cambiamos, en nuestro nombre, en nuestro aspecto físico, en nuestra manera de trabajar, se piensa al instante en que ya no somos los mismos, y se nos abandona. Para evitar eso, he procurado siempre no ajustarme a un patrón único en la interpretación de mis papeles, ni el carácter de éstos, para que así el mundo espectador me conozca bajo varios aspectos, y no se extrañe el día que se presenten a él, forzadamente, nuevas facetas de mi manera de ser" (Revista Popular Film - Sept 1936)
No tuvo esa suerte, ni ella que tenía todas las papeletas para brillar aún mucho más, ni todos nosotros que la habríamos disfrutado. Poco después de casarse con Clark Gable, con el que formaba una de las parejas más glamourosas de Hollywood y de rodar, la que seguramente es su mejor película "Ser o no ser" (1942 - Ernst Lubitsch), donde daba vida a la esplendorosa Maria Tura, la actriz fallecía en un fatal accidente de aviación cuando viajaba para reencontarse con su marido después de promocionar la compra bonos de guerra. Curiosamente en esa última película se tuvo que eliminar en post-producción una linea de dialogo en la que la actriz preguntaba "¿Qué te puede pasar en un avión?" El presidente Roosevelt declaró que Caraole Lombard fue la primera mujer del país caída en la guerra y le concedieron la Medalla de la Libertad. Clark Gable, totalmente hundido entró en una profunda depresión que le llevó a enrolarse en el ejercito.
Imagen: La fotografía esta tomada de los fondos de la sensacional página Doctor Macro, de la que hemos recibido consentimiento expreso para el uso de sus fondos en esta página:
https://www.doctormacro.com/Images/Lombard,%20Carole/Annex/NRFPT/Annex%20-%20Lombard,%20Carole_NRFPT_16.jpg
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