Ese es el epitafio que solicitó para su tumba Juan Rufo, un poeta cordobés del Siglo de Oro ya hoy olvidado pero que en su tiempo recibió alabanzas por sus obras, especialmente "La Austriada", tanto de Góngora como de Cervantes; fue soldado circunstancial y como este último llegó a participar en la Batalla de Lepanto y estuvo en la misma galera desde la que lideraba la batalla Don Juan de Austria. A la par que poeta y soldado, era mujeriego, jugador y calavera y muy al estilo de Quevedo, era temido por todos por su agudo ingenio y por sus palabras hacía los demás que no siempre eran agradables pero si sinceras; ya se sabe que la verdad algunas veces lo mejor y más prudente es callarla. Se cuenta que en cierta ocasión Rufo, presa de esa incontinencia suya para decir lo primero que se le pasaba por la mente, se encontró con un joven de cuerpo apolíneo pero con un rostro singularmente feo. El poeta no pudo reprimirse y mirando al joven le dijo: "¡Qué buen gentilhombre seríais si traicionaseis al Rey!". El muchacho no supo acertar que se escondía bajo aquella extraña afirmación y le preguntó: "¿Por qué decís eso?". Juan Rufo le respondió, seguramente ufanándose de dar cima a su chanza: "Porque os cortarían la cabeza".
La anécdota, muy ligera, es una simple excusa para traer de visita la fotografía de una de las hermosas esculturas que adornan el estanque de la ruinas de la Villa Adriana, el esplendoroso palacio de descanso que el emperador Adriano se hizo construir en Tívoli. El cuerpo es perfecto pero le falta la cabeza, quien sabe si por los avatares del paso tiempo o pensando torcidamente, por un escultor tan exigente como Rufo, que prescindió deliberadamente de la misma para lograr un ideal que, según que modelo, resultaría del todo imposible.
Algunas pequeñas letras de Juan Rufo (147-1620):
“Es la envidia testimonioque denota vil flaqueza,
es malicia y es simpleza,
es desdicha y es demonio.”
“Todo el tiempo que vivimos
hacia el morir caminamos;
rodeando si velamos,
y atajando si dormimos.”
“No aflijas al afligido;
que a las veces el que ha errado
tiene enmienda consolado
mejor que reprehendido.”
“La vida larga es prisión luenga, retablo de duelos, soledad de amigos, vergüenza de haber vivido y temor de no vivir.”
Imágenes: Imagen 1 - Tomada de Pixabay - Libre de derechos - Imagen 2 - De Wikimedia Commons - (CC BY-SA 4.0)
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