Leonardo da Vinci pasó sus últimos años en la Corte del Rey Francisco I de Francia, en quien encontró un admirado mecenas. En sus últimos momentos, tras meses de enfermedad, sintió un claro empeoramiento de su salud que le llevó a redactar su testamento y llegado el momento en el que se sentía languidecer pidió a su asistente, posiblemente Francesco Melzi, los servicios de un confesor, quien no sabiendo cómo reconfortarle en aquellos difíciles momentos le dijo:
"Pero maestro, ¿para qué necesitáis confesión...?"
A lo que Leonardo contestó, con las que se conocen como sus últimas palabras:
"Porque he ofendido a Dios y a los hombres con un trabajo que no ha tenido la calidad que debiera haber tenido"
El grabado con la imagen del gran Leonardo es obra de Raphael Morhen.
Imagen: La fotografía ha sido tomada de la página del Museo Thorvaldsen donde figura etiquetada como Dominio Público (CC0). Se enlaza a fuente:
https://www.thorvaldsensmuseum.dk/en/collections/work/E847/zoom
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