miércoles, 10 de noviembre de 2021

El entierro de Molière: De cuando los actores aún no eran Dioses


“Aquí yace Molière, el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien”.

Ese es el epitafio que supuestamente Jean-Baptiste de Poquelin, por todos conocido como Molière, preparó en vida para si mismo, aunque en su tumba en el cementerio de Père-Lachaise no hay rastro alguno de esas palabras. En realidad todo Molière es una incógnita. No hay rastro tampoco de su obra en documentos manuscritos originales, y este gran comediógrafo soporta sobre su figura tantas dudas e incertidumbres como Shakespeare e incluso, tal como le ocurre a este último, hay muchos que ponen en entredicho que las obras de Moliere sean realmente suyas y apuntan a Corneille como presunto autor en la sombra. Parece que los humildes no pueden tener talento y obras del calado de "El tartufo" o "El avaro" resultan para muchos una creación inabordable para el ingenio de aquel que solo era el hijo del modesto tapicero del rey... Lo dicho, las mismas dudas que con el bardo inglés.

El caso es que Moliere muere prematuramente, con solo 51 años, el 17 de febrero de 1673, tras finalizar, a duras penas, una representación de su última obra: "El enfermo imaginario", en la él mismo daba vida a su protagonista Argan, un hipocondriaco de tomo y lomo que, a pesar de su salud de roble, vive temeroso de sus supuestas dolencias y entregado al cuidado constante de los médicos, de los que depende tanto que incluso quiere que una de sus hijas case con un galeno para tener los cuidados más cerca y que estos y los medicamentos no le costasen tantas monedas. Así lo cuenta el personaje:

“La razón de que, encontrándome enfermo -porque yo estoy enfermo-, quiero tener un hijo médico, pariente de médicos, para que entre todos busquen remedios a mi enfermedad. Quiero tener en mi familia el manantial de recursos que me es tan necesario; quien me observe y me recete."

Molière, como se apuntaba hacía el papel de Argan, pero en su caso no era imaginaria la enfermedad ni el actor estaba ni mucho menos como un roble, muy al contrario, la tuberculosis minaba su salud desde tiempo atrás y puede que incluso estuviera ya un poco harto de las facturas de los médicos, no en vano decía: "Casi todos los hombres mueren de sus remedios, no de sus enfermedades". El caso es que Molière sufrió, cuando estaba en escena, una hemoptisis (un vomito de sangre) y un desvanecimiento del que a duras penas pudo reponerse para finalizar la obra y recibir el aplauso del público. Después fue trasladado a su domicilio donde falleció horas después, vistiendo aún las mismas ropas que llevaba en escena, ropas que por cierto no eran amarillas como reza la leyenda y que sería el supuesto motivo por el que vestir de amarillo en el teatro es motivo de mala suerte. En realidad, sus ropas eran de color amaranto (entre el rojo y el rosa), por lo que se presupone que hubo una mala traducción al reseñar la muerte del dramaturgo aquí en España que dio carta de nacimiento a la citada superstición. Curiosamente en Francia el color de la mala suerte en el teatro es el verde, en Inglaterra el azul y en Italia el morado, aunque por otros motivos.

Siendo evidente a los ojos de Moliere que su final estaba cerca pidió asistencia religiosa, pero Armande, su esposa, no encontró a nadie que le diera la extremaunción, máxime si como él, no renegaba de su condición de actor. Hoy los actores son casi dioses que caminan entre los mortales, pero según los rituales vigentes en aquella época, los actores y los cómicos se encontraban en el lumpen de la sociedad, junto a los usureros, las rameras y los brujos, personas a las que se les tenía terminantemente prohibido recibir la comunión durante toda su vida y mucho menos recibir un entierro cristiano. El destino de sus cadáveres, el que también esperaba a los restos del famoso Molière, no era otro que un triste agujero junto a un camino a las afuera de la ciudad.

La mujer de Moliere, harta de las trabas puestas por la Iglesia, se empestilló en que su marido, ya muy famoso en todo París, fuera enterrado decentemente, por lo que acudió al Rey Luis XIV, mecenas y padrino de uno de sus hijos y le rogó que el cadáver de su esposo pudiera descansar en un cementerio de una forma honrosa. El rey, puede que para evitar un escándalo, logró darle solución al problema de una forma ciertamente ingeniosa; preguntó al Arzobispo de París hasta que profundidad llegaba la tierra consagrada y como quiera que este le respondió que hasta los cuatro metros, el rey ordenó que enterraran el cadáver de Molière más abajo, a cinco metros, pero dentro del recinto del cementerio de Saint Joseph, argumento contra el que nada pudo el Arzobispo. Y así se hizo… más o menos. El entierro se llevó a cabo  de noche, sin ceremonia ni cortejo, casi a escondidas puede decirse y por supuesto, en la zona del cementerio reservada para los niños no bautizados. Solo con el tiempo su famoso cadáver sería trasladado al recién inaugurado Cementerio de Père Lachaise, poco querido inicialmente por los parisinos. Al cadáver de Moliere le acompañó en el traslado, a modo de reclamo, los de Abelardo y Eloisa y el de La Fontaine, haciendo de aquel camposanto un lugar prestigioso en el que todo el mundo quería su parcelita.


"La virtud es el primer título de nobleza; yo no me fijo en los títulos de una persona, sino en sus actos" (Molière)

El retrato de cabecera es obra de Pierre Mignard, el busto de Houdon, la escultura de interior de Caffieri (Louvre) y la escultura final, en los jardines del Chateau de Chantilly, es obra de Tony Noël.

Imágenes: De Wikimedia Commons - Imagen 1 - 3 (CC0) - 3 (CC BY-SA 4.0)-  4 (CC BY 3.0)

1 comentario:

  1. Moliere ha Sido uno de los mejores comediografos a nivel universal y es el autor francés más leído de todos los tiempos. Criticó a la monarquia, la iglesia y a los médicos..murió y fue enterrado clandestinamente. Se sugiere de me entierre en el célebre Panteo de París de hombres ilustres.

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