El ocelote de Dalí, al que este llamó Babou, fue motivo de muchas anécdotas. Le acompañó en el Transatlántico SS France, compartían suite en el Hotel Palace, donde causó más de una alerta cuando se escapaba de la habitación y en el Hotel Le Meurice provocó con sus juegos más de un destrozo en las cortinas y carísimas alfombras.
Ni corto ni perezoso, Dalí llevaba a su ocelote a todos sitios sujeto con una cadena de oro. En cierta ocasión lo llevo a un distinguido restaurante de Nueva York y como es normal causó revuelo entre los presentes. Una señora que se encontraba junto al pintor, cuando se percató del animal que llevaba Dalí en sus brazos, soltó horrorizada un grito. Dalí, que tenía más salidas que una plaza de toros, para tranquilizarla le dijo con la mayor naturalidad:
"No se preocupe. Es un gato normal y corriente, pero lo he pintado al estilo Pop Art".
No cabe duda de que un genio reconocido puede engatusar a cualquiera con sus palabras, de hecho la dama se tranquilizó súbitamente y ya repuesta le contestó al pintor:
"Menos mal, creí que era un ocelote".
La fotografía de Dalí con su ocelote Babou en el St. Regis (1965), compitiendo por ver quien tiene más grandes los ojos, es obra de Roger Higgins y pertenece a los fondos de la Librería del Congreso de Washington.
Imagen: Tomada de los fondos de la Librería del Congreso, donde se reseña "No se conocen restricciones de derechos de autor". Fuente Original
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