"Me instalé unas semanas en Nueva York para trabajar con los agentes del cuartelillo de la Calle 47. Pasaba el tiempo en el cuartelillo, observando y finalmente participando en sus tareas. Un día llevaron a un negrito al que pescaron robando y me pidieron que le tomara las huellas dactilares. Mientras le entintaba los dedos y los hacía rodar por el papel, el detenido me examinaba atentamente."
—¿No es usted Kirk Douglas?
Lo miré desdeñosamente.
—¿Crees que si lo fuera estaría haciendo esto?"
Sirva esta pequeña anécdota para recomendar una película definida en su día como "enérgica y absorbente", que resultó todo un éxito de crítica y público y que aún hoy sigue fresca y llena de energía, figurando como una de las grandes del cine negro. Es lo que tiene el cine de buena calidad, le cuesta envejecer.
Imagen: Cortesía de Doctor Macro - Fuente Original
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