"Y en ellas visteis, como en las farsas de la vida, que a estos muñecos como a los humanos, muévenlos cordelillos groseros, que son los intereses, las pasioncillas, los engaños y todas las miserias de su condición: tiran unos de sus píes y los llevan a tristes andanzas; tiran otros de sus manos, que trabajan con pena, luchan con rabia, hurtan con astucia, matan con violencia. Pero entre todos ellos desciende a veces del cielo al corazón un hilo sutil, como tejido con luz del sol y con luz de luna, el hilo del amor, que a los humanos, como a estos muñecos que semejan humanos, les hace parecer divinos, y trae a nuestra frente resplandores de aurora, y pone alas en nuestro corazón y nos dice que no todo es farsa en la farsa, que hay algo divino en nuestra vida que es verdad y es eterno y no puede acabar cuando la farsa acaba."
El fragmento pertenece a "Los intereses creados", obra de Jacinto Benavente publicada en 1907. El escritor, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1922, era muy consciente, a pesar de la calidad de sus escritos y de los reconocimientos recibidos, del lugar al que quedaba relegada la cultura en los grandes medios. Se cuenta que en cierta ocasión, encontrándose de visita en Argentina (podría haber sido en cualquier otro país) vio publicada su foto en un periódico, en una entrada en la que muy posiblemente se hacían eco de la breve visita del escritor. La entrada, arrinconada en una de las esquinas del noticiario, era pequeña y la foto del escritor que la ilustraba era aún menor. Sin embargo, a su lado lucía la esplendorosa imagen de un caballo de carreras que ocupaba casi toda la página. Un periodista del diario en cuestión, sabiendo que la visita del escritor tocaba a su fin y emprendía ya camino de vuelta hacia España le preguntó: "¿Piensa volver pronto a Argentina?". El escritor no pudo evitar contestarle, un tanto molesto: "Sí, claro que lo haré. Cuando sea caballo".
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) en fuente original
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