sábado, 5 de febrero de 2022

Los artísticos cheques de Salvador Dalí


"La única diferencia entre un loco y yo, es que yo no estoy loco"

Y no cabe duda de que Salvador Dalí, loco, lo que se dice loco, no estaba, de hecho sabía muy bien lo que se hacía, pero que sus extravagancias no tenían límite tampoco admite discusión. El pintor tenía fama de pecar de cierta tacañería, algo que podría quedar muy bien reflejado en el modo en que intentaba disfrutar de las exquisiteces de la vida sin tener que pasar por caja y además haciéndolo de forma elegante. Gustaba Dalí de la buena mesa y cuando iba a un buen restaurante se regalaba con lo mejor. Cuando terminaba de menear los bigotes placenteramente, siempre en buena compañía, llegaba la hora de pagar el condumio, momento en el que Dalí, con presteza, sacaba un cheque que rellenaba formalmente indicando el montante de la opípara comida, pero antes de entregarlo, él, un personaje mundialmente famoso, daba la vuelta al cheque y en su envés hacía algún dibujo y lo firmaba. Por supuesto la cena había quedado pagada, nadie podría negarlo, pero el cheque nunca sería cobrado. Todos le conocían -no pasaba desapercibido que digamos-, sabían de lo cotizadas que eran sus obras y como consecuencia lógica, todos preferían presumir de tener un "Dalí" auténtico enmarcado en un cuadrito que pasar por caja para cobrar el cheque. Los dos, sin duda, salían ganando.  

Imagen: "Forever Dalí", obra de Miguel Rodez
Fuente de la Imgen: Wikimedia Commons (FAL) - Fuente Original

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