"No puedo soportar este cobarde proceder que afecta la mayoría de vuestra gente a la moda; y nada odio tanto como las contorsiones de todos esos grandes artífices de protestas, esos afables donadores de frívolos abrazos, esos obsequiosos habladores de palabras inútiles, que asaltan a todos con sus amabilidades y tratan en la misma forma al hombre de mérito y al tonto. ¿Qué ventaja hay en que un hombre os agasaje, os jure amistad, fidelidad, celo, estima, ternura, y os haga el más deslumbrante elogio de vuestra persona, si corre a hacer lo mismo con el primer pelele? No, no, no existe alma un poco bien puesta que acepte una estimación tan prostituida; y la más honrada tiene por baratos esos dones, desde que ve que se nos confunde con todo el universo: la estimación se funda en alguna preferencia, y estimar a todo el mundo es no estimar a nadie.
Pues que os entregáis a esos vicios de la época, no estáis hecho, ¡pardiez!, para ser de los míos; rechazo la amplia generosidad de un corazón que no establece diferencia alguna para el mérito; yo quiero que se me distinga; y para decirlo claro, el amigo entre el género humano no es cosa que me convenga."
El fragmento pertenece a "El misántropo" de Molière y para retratar esa falsedad que tan frecuentemente asalta las relaciones queda en la cabecera el "fraternal" beso que se dieron Erich Honecker y Leonidas Breznev en 1979, plasmado en una famosa fotografía que inspiró el mural "Dios mío ayúdame a superar este amor mortal" (1990) del artista Dmitri Vrúbel, realizado sobre un trozo del muro de Berlín en la East Side Gallery
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