Hay personajes icónicos dentro del cine que provocan que los actores que les dieron vida no puedan ya quitárselos de encima por mucho que lo intenten, de hecho, para los aficionados, esos actores serán ya para siempre la encarnación real de aquel personaje; es el caso, por poner un ejemplo, de Vivien Leigh con Scarlett O'Hara o de Bette Davis con "La loba", que era lo que le decían cuando la veían por la calle: "Mira, por ahí va la loba". Algo parecido le pasó al debutante Richard Widmark, que se convirtió, de la noche a la mañana, en una estrella gracias a su impactante actuación como Tommy Udo en la sensacional película de cine negro "El beso de la muerte" (1947 - Henry Hathaway) y por el que aún hoy es recordado.
Tommy Udo era un despiadado psicópata asesino del que resulta imposible olvidar aquella risa de hiena que lanzaba cuando algo malo estaba a punto de ocurrir. Y en verdad, todo se le podría haber perdonado, al fin y al cabo lo mínimo que se le puede pedir a un malo en una película es que sea un malo de verdad, si no fuera por aquella escena en la que tira a una indefensa viejecita en silla de ruedas por una escalera. "Estoy enferma" decía ella. "No por mucho tiempo" contestó el asesino al tiempo que la lanzaba escaleras abajo. Era una escena de una brutalidad apabullante para la época y era lógico que el rostro de alguien tan gratuitamente malvado quedara en la retina de no pocas personas. En definitiva que al actor no debió de sorprenderse en exceso cuando un día mientras paseaba por la calle fuera atacado por un alcohólico que le gritaba:
"¡Maldito! ¡Tu tiraste a la ancianita!"
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