No pocas veces, esas estrellas de cine que tanto respetamos tienen comportamientos realmente pueriles y resuelven sus disputas como si de dos chiquillos jugando en la calle se tratara. Hay una anécdota muy extendida, desde IMDb hasta el estupendo libro "Imprimir la leyenda" de César Bardés, que, aunque no es del todo verificable en fuentes primarias, resulta lo suficientemente jugosa como para hacernos eco de ella.
Anthony Quinn llevó realmente mal no haber conseguido el
papel de Emiliano Zapata en la película "¡Viva Zapata!", dirigida por
Elia Kazan en 1952 con guion de John Steinbeck. Quinn era mexicano y no podía
entender cómo el papel podía recaer en manos de Marlon Brando y él debía
conformarse con el de Eufemio Zapata, el hermano del héroe mexicano. Es cierto
que Brando se esforzó en darle acento mexicano a su personaje y que el
maquillaje logró darle al actor un aspecto idóneo para el papel, pero Quinn
seguía insistiendo ante todos en que él era la mejor opción, e incluso mantenía
que era mejor actor que Brando. Hay que recordar que Quinn asumió el papel de
Stanley Kowalsky en la gira por Estados Unidos de "Un tranvía llamado
deseo" y hubo voces que alabaron su trabajo por encima incluso del de
Marlon Brando que fue quien estrenó la obra de teatro en Broadway y
posteriormente la llevó al cine.
Elia Kazan, por su parte, no ayudaba mucho y parece que
alentaba en cierta manera ese ambiente de confrontación, que a su juicio le
iría bien a la película por la tensión emocional que debía existir entre los
personajes que interpretaban.
Se dice que Brando, al principio escuchaba y callaba ante
los comentarios de Anthony Quinn, pero llego un momento en el que no pudo más y
según algunas fuentes se jugaron el papel de una curiosa manera. César Bardés
dice que Brando le dijo a Quinn
-Ya que tienes ese instinto tan competitivo conmigo
deberíamos resolverlo de una vez por todas y ver quién es el mejor.
-Yo creo que deberíamos medir quien la tiene más larga.
La leyenda cuenta que, ni cortos ni perezosos, ambos se
encaminaron a la orilla del Río Grande, junto al que se rodaba la película, y
decidieron que quien fuera capaz de orinar más lejos en el rio sería el que se
haría con el papel principal, o cómo dice Bardés, sería simplemente “mejor” que
el otro.
Según el relato, Marlon Brando ganó por muy poco aquella
infantil apuesta, tras la cual, diríase que humillado y vencido por tan
estúpida prueba, Anthony Quinn se conformó.
A pesar de todo, no le fue mal a Quinn. Pudo perder a
orillas del Río Grande, pero se llevó el Óscar a mejor actor secundario por su
papel de Eufemio Zapata, mientras que Brando, aún nominado, no logró llevarse
la estatuilla dorada.
Imagen: Tomada de Doctor Macro - CC0 en Wikimedia Commons - Fuente Original
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