domingo, 20 de septiembre de 2020

Don Miguel de Cervantes no se apellidaba "Saavedra"


Todos creemos tener una imagen clara del rostro de Cervantes y sin embargo no existe ningún retrato fidedigno de su persona. El que le dedicó Juan de Jaúregui (arriba) parece acomodarse más a lo que esperábamos del escritor que a la realidad; baste decir al respecto que Cervantes llevaba gafas al estilo de Quevedo y conservaba en su edad adulta tan solo seis dientes. El escritor era sin duda todo un aventurero que se vio involucrado en duelos y disputas, participó como soldado en importantes batallas como la de Lepanto y por avatares de la vida llegó a ser esclavizado, encarcelado, fugitivo y hasta excomulgado. Una vida intensa sin duda. 

El conocido como "Manco de Lepanto", no lo era en realidad, no llegó a perder la mano izquierda aunque esta la tenía totalmente inutilizada y atrofiada tras recibir un disparo en la misma (y dos más en el pecho) en la citada batalla. En la época decir manco acogía también el significado de tullido y ahí quedó. Pero el caso es que Cervantes parecía estar llamado a escribir "El Quijote" con una sola mano, de hecho ya estuvo a punto muchos años antes, cuando fue condenado a perder "con berguença pública" la mano derecha tras ser condenado por haber herido a un tal Antonio Sigura; algo que solo evitó poniendo pies en polvorosa y marchándose a Italia donde no alcanzaban los largos brazos de la ley. 

Ya fuera por la mano derecha o por la izquierda como al final fue, parecía Cervantes estar predestinado a ganarse el sobrenombre de Saavedra. Y es que en realidad el apellido Saavedra no era suyo ni aparece en su familia, es más, nunca firmó como tal en escritos anteriores a 1585. Todo parece indicar que durante sus más de cinco años de cautiverio en Argel, donde le creían persona principal, era apodado en el dialecto argelino como "Shaibedraa", o lo que es lo mismo "brazo defectuoso", por lo que no es extraño que tras ser liberado en 1580 y tras pasar años identificándose con esa palabra, castellanizara el apodo y lo sumara a su nombre convirtiéndose desde entonces en Miguel de Cervantes Saavedra, o lo que es lo mismo Miguel de Cervantes "El manco", tal era el orgullo que tenía de sus heridas en la batalla de Lepanto. 

El mejor retrato que nos ha llegado de Cervantes es la descripción que de él mismo hizo el escritor en 1613 en las "Novelas ejemplares" donde decía de su persona:

«Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y esos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies; este digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del de César Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el nombre de su dueño. 
Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria».

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0). Se enlaza la Fuente Original

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