"Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estas del otro lado, ahí donde me invitas a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo mas profundo de la posesión no estas en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero"
El fragmento pertenece a la novela "Rayuela" (93), obra de Julio Cortázar, quien en la famosa entrevista que le realizó Joaquín Soler Serrano en el programa "A fondo" decía de su obra:
"A mí se me ocurrió -y sé muy bien que era una cosa difícil, realmente muy muy difícil-, intentar escribir un libro en donde el lector, en vez de leer la novela así, consecutivamente, tuviera en primer lugar diferentes opciones. Lo cual lo situaba ya casi en un pie de igualdad con el autor, porque el autor también había tomado diferentes opciones al escribir el libro. Posibilidad de elecciones, de dejar de lado una parte del libro y leer otra, o leerla en otro orden y crearse un mundo en el cual él desempeñaba un papel activo y no pasivo. Yo sé muy bien que en la práctica, eso no corresponde, exactamente, con mis deseos, digamos, teóricos, porque finalmente los lectores de "Rayuela", la han aceptado en su conjunto como un libro, y en ese sentido es una novela como cualquier otra. Pero también sé que muchos de esos lectores han sentido que se les reclamaba una participación mucho más activa, que es lo que yo llamo en el libro "el lector cómplice"(...)
Este libro es una tentativa para ir hasta el fondo de un largo camino de negación de la realidad cotidiana y de admisión de otras posibles realidades, de otras posibles aperturas. Y entonces tú ves que ese libro en ese sentido, se desarrolla a lo largo de episodios incongruentes, absurdos, a veces incluso incoherentes, donde las situaciones más dramáticas son tratadas con sentido del humor y viceversea, donde hay episodios inaceptables desde un criterio realista cotidiano.
Bueno, y para mi gran sorpresa, y mi gran maravilla, yo pensé, cuando terminé "Rayuela", que había escrito un libro de un hombre de mi edad para lectores de mi edad. La gran maravilla fue que ese libro cuando se publicó en la Argentina y se conoció en toda América Latina, encontró sus lectores en los jóvenes, en quienes yo no había pensado directamente jamás al escribir ese libro. Los verdaderos lectores de "Rayuela" han sido los jóvenes, las primeras reacciones, las primeras cartas, o cartas de adhesión o cartas de insultos; las dos eran igualmente positivas dentro de la óptica de lo que yo quería con este libro venían de jóvenes y ese fenómeno se ha seguido manteniendo a lo largo de los años (...)
Entonces, la gran maravilla para un escritor es haber escrito un libro pensando que hacía una cosa que correspondía a su edad, a su tiempo, a su clima, y de golpe descubrir que en realidad planteó problemas que son los problemas de la generación siguiente. Me parece una recompensa maravillosa y sigue siendo para mí la justificación del libro..."
Creo que la entrevista merece la pena en cada uno de sus minutos, así, que la enlazo completa:
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