domingo, 31 de enero de 2021

El monólogo de "El Manantial" (1949 - King Vidor)


 

“Hace millones de años un hombre primitivo descubrió cómo hacer fuego. Probablemente fue quemado en la hoguera que él había encendido para sus hermanos pero les dejó un regalo inimaginable al hacer desaparecer la oscuridad de la tierra.

A través de los siglos hubo hombres que dieron los primeros pasos por nuevos caminos apoyados solamente en su visión. Los grandes creadores, los pensadores, los artistas, los científicos, los inventores lucharon contra sus contemporáneos. Se oponían a todos los nuevos pensamientos, todos los nuevos inventos eran denunciados y recusados pero los hombres con visión de futuro salieron adelante.

Lucharon, sufrieron y pagaron por ello, pero vencieron. Ningún creador estuvo tentado por el deseo de complacer a sus hermanos. Ellos odiaron el regalo que él ofrecía, su verdad era su único motivo, su trabajo era su única meta. Su trabajo, no el de los que se beneficiaran de él. Su creatividad, no el beneficio que de ella obtendrían otros. La creación que daba forma a su verdad.

Él mantenía su verdad sobre todo y contra todos. Seguía adelante sin tener en cuenta a los que estaban de acuerdo con él o a los que no. Con su integridad como única bandera. Él no servía a nadie ni a nada. Solo vivía para sí mismo. Y solo viviendo para sí mismo pudo lograr las cosas que luego se han reconocido como la gloria de la humanidad.

Esa es la naturaleza de la creatividad, el hombre no puede sobrevivir si no es a través de su mente. Llega al mundo desarmado, su cerebro es su única arma. Pero la mente es un atributo del individuo, es inconcebible que exista un cerebro colectivo. El hombre que piensa debe pensar y actuar por sí solo. La mente razonadora no puede funcionar bajo ninguna forma de coacción, no puede estar subordinada a las necesidades, opiniones o deseos de los demás, no puede ser objeto de sacrificio.

El creador se mantiene firme en sus convicciones, el parásito sigue las opiniones de los demás. El creador piensa, el parásito copia. El creador produce, el parásito saquea. El interés del creador es la conquista de la naturaleza, el interés del creador es la conquista de la naturaleza, el interés del parásito es la conquista del hombre. El creador requiere independencia, ni sirve ni gobierna, trata a los hombre con intercambio libre y elección voluntaria; el parásito busca poder, desea atar a todos los hombres para que actúen juntos y se esclavicen. El parásito afirma que el hombre es sólo una herramienta para ser utilizada, que ha de pensar como sus semejantes y actuar como ellos y vivir la servidumbre de la necesidad colectiva prescindiendo de la suya.

Fíjense en la historia. Todo lo que tenemos, todos los grandes logros, han surgido del trabajo independiente de mentes independientes y todos los horrores y destrucciones, de los intentos de obligar a la humanidad a convertirse en robots sin cerebros y sin almas, sin derechos personales, sin ambición personal, sin voluntad, esperanza o dignidad. Es un conflicto antiguo, tiene otro nombre: lo individual contra lo colectivo.

Nuestro país, el más noble en la historia del hombre, tuvo su base en el principio del individualismo, el principio de los derechos inalienables. Fue un país donde el hombre era libre para buscar su felicidad, para ganar y producir no para ceder y renunciar. Para prosperar, no para morir de hambre. Para realizar, no para saquear. Para mantener como su propiedad más querida su sentido del valor personal y como virtud más apreciada su respeto propio. Miren los resultados. Esto es lo que los colectivistas les están pidiendo que destruyan como ya se ha destruido en gran parte de la tierra.

Soy arquitecto y juzgo el futuro por las bases sobre las que lo estamos construyendo. Nos acercamos a un mundo en el cual no puedo permitirme vivir. Mis ideas son propiedad mía, me fueron arrebatadas por la fuerza, por violación de contrato. No se me permitió apelar. Se dijo que mi trabajo pertenecía a los demás para hacer con él lo que quisieran, que tenían sobre mí un derecho sin mi consentimiento, que era mi deber servirles sin elección o recompensa.

Ya saben por qué dinamité el edificio Portland. Yo lo diseñé. Yo lo hice posible. Yo lo destruí. Acepté diseñarlo con el propósito de verlo construir según mis deseos. Ese fue el precio que puse a mi trabajo, y no fui pagado. Mi edificio fue desfigurado por capricho de quienes obtuvieron todos los beneficios de mi trabajo y no me dieron nada a cambio.

He venido aquí a decir que no reconozco que nadie tenga derecho a un minuto de mi vida, ni a ninguna parte de mi energía, ni a cualquier logro mío, sin importar quién lo reclame. Tenía que decirlo. El mundo está sufriendo una orgía de auto-sacrificio.

He venido aquí para ser escuchado en nombre de todos y cada uno de los hombres independientes del mundo. He querido exponer mis ideas. No me interesa trabajar ni vivir por otras. Defiendo por convicción el sagrado derecho que tiene el hombre de vivir con libertad de elección.”

Unas palabras estas, las del arquitecto Howard Roark, encarnado por Gary Cooper en la película "El manantial" (-The Fountainhead- 1949 - King Vidor) que conforman uno de los mejores monólogos de la historia del cine. Es un canto al individualismo, que ciñéndolo al mundo del arte y la creación intelectual creo que es insoslayable. Ya Ayn Rand, la autora del libro en el que se basa la película, señalaba que el tema fundamental de su obra es "el individualismo contra el tradicionalismo, no en la política, sino en el alma de un hombre", resultando ciertamente escasas las referencias políticas o económicas  en la obra. Su propio título habla de ese matiz individual, "El manantial" nace de una frase de la propia autora: "El ego del hombre es el manantial del progreso humano". Las demás visiones y lecturas sobre el individualismo en otras facetas de la vida o el ultraliberalismo quedan para quien quiera buscarlas en el texto.



Gary Cooper aparece en la foto de cabecera con Patricia Neal.

Imágenes: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro. Fuente Original

sábado, 30 de enero de 2021

Espartaco: "No sé nada. Nada. Y quiero saber"



Varinia: ¿En qué estás pensando?
Espartaco: Soy libre. ¿Y qué es lo que sé? Ni siquiera sé leer.
Varinia: Sabes cosas que no se pueden enseñar.
Espartaco: No sé nada. Nada. Y quiero saber. Eso quiero. Quiero saber
Varinia: ¿Qué quieres saber?
Espartaco: Todo. Por qué las estrellas se caen y los pájaros no? ¿Dónde se va el sol por la noche? ¿Por qué cambia de forma la luna? Quiero saber de dónde viene el viento.
Varinia: El viento de una cueva en el lejano norte. Un joven dios vive en esa cueva. Sueña con una joven y suspira, y el viento de la noche nace de su aliento.
Espartaco: Quiero saber todo sobre ti..."

"Espartaco" (1960), la película que Stanley Kubrick le dedicó al gladiador rebelde a Roma, con ese maravilloso guion firmado por el hasta entonces prohibido Dalton Trumbo, no deja de ser en el fondo una soberbia historia de amor con algunos lances de espada para el entretenimiento de los menos románticos. Sirva como prueba el maravilloso encuentro arriba transcrito entre la preciosa Varinia (Jean Simmons - en la foto) y el enamorado Espartaco (Kirk Douglas), puede que la mejor escena de la película después de la mítica declaración del todos a una: "Yo soy Espartaco". Y no es que sus bondades sean pocas, Lawrence Olivier como Craso, Charles Laughton como Graco o Peter Ustinov como Batiato bordan sus papeles, hacen que sus escenas sean sólidas y sus romanos creíbles. Pero es que las batallitas aquí son lo menos importante. Ya solo el bellísimo tema musical (compuesto por Alex North) con el que Stanley Kubrick  acompaña las escenas en las que se encuentran la bella Varinia y el enamorado Espartaco vale todo un Potosí.  




Imagen: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro. Fuente Original

viernes, 29 de enero de 2021

¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! - Robin Williams Vs Lincoln


 

Hoy todos evocamos la figura del añorado Robin Williams cuando escuchamos los primeros versos de "¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!" Tal fue el impactó que nos causó como el Profesor Keating en "El club de los poetas muertos" y más aun cuando sus alumnos, subiéndose a las mesas, se lo dedicaron cuando hubo de dejarles. El poema, obra de Walt Whitman e incluido posteriormente en su obra "Hojas de hierba" tenía como protagonista a Abraham Lincoln, el Capitán de la nave simbólica que eran los EEUU y que pocos días después de acabar la guerra, cuando estaba llegando a puerto y era hora de recoger los frutos, fue tristemente asesinado. Cuando murió Robin Williams también sirvió de forma generalizada para honrarle a él que tantas sonrisas repartió por el mundo. El poema completo dice así: 

¡Oh, Capitán, mi Capitán! Nuestro azaroso viaje ha terminado;
El barco capeó los temporales, el premio que buscamos se ha ganado;
Cerca está el puerto, ya oigo las campanas, todo el mundo se muestra alborozado,
la firme quilla siguen con sus ojos, el adusto velero tan audaz.

Pero, ¡Oh, corazón! ¡Corazón! ¡Corazón!
Oh, se derraman gotas rojas
en la cubierta donde yace mi Capitán
caído, frío y muerto.

¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! Levántate y escucha las campanas;
levántate —por ti la enseña ondea— por ti suena el clarín;
por ti son las guirnaldas y festones —por ti se apiñan gentes en la orilla;
por ti claman, la inquieta masa a ti se vuelve ansiosa.

¡Escucha, Capitán! ¡Querido padre!
Te pongo el brazo bajo la cabeza;
Un sueño debe ser que en la cubierta
hayas caído frío y muerto.

Mi Capitán no contesta, están sus labios pálidos e inertes;
Mi padre no es consciente de mi brazo, no tiene pulso ya ni voluntad.
El barco sano y salvo ha echado el ancla, el periplo por fin ha concluido;
del azaroso viaje, el barco victorioso regresa logrado el objetivo.

¡Exultad, oh, costas!, y ¡sonad, oh, campanas!
Mas yo, con paso fúnebre recorro
la cubierta donde yace mi Capitán
caído, frío y muerto.

En la imagen aparece el Monumento a Lincoln en el Lincoln Memorial de Washington. Escultura realizada por Daniel Chester French en 1920.

Imagen: De Wikimedia Commons - Licencia de documentación libre GNU - Fuente Original

jueves, 28 de enero de 2021

El anillo de Prometeo


 

Aunque hubo algunos intentos previos, es Prometeo, un Titán, hijo de Japeto y Clímene, el que en la mitología griega crea a los hombres moldeándolos con arcilla. Es conocida como la Raza de Bronce, de la que Prometeo se convierte en amigo y protector. Su conflicto inicial con Zeus nace de la ofrenda que los hombres realizaron a los dioses de un buey. Por mediación de Prometeo y sus artimañas los hombres se quedaron con la carne y los dioses finalmente solo recibieron grasa y huesos, lo que provocó el enfado de Zeus que como castigo negó el fuego a la humanidad. 

Prometeo buscó la manera de robar el fuego del Olimpo y entregarlo definitivamente a los hombres en el tallo de una cañaheja. La reacción de Zeus no se dejó esperar. Lo primero que hizo fue ordenarle a Hefesto crear la primera mujer, la bella Pandora, moldeándola igualmente con arcilla y tras insuflarle vida la mandó a la casa de Epimeteo, hermano de Prometeo, donde se guardaba la jarra (o la caja) que contenía ocultas en su interior todas las desgracias que Zeus quería que se derramaran entre los desconsiderados hombres. Los sucesos desencadenados por Pandora y su curiosidad los reservamos para otra publicación.   

El castigo de Zeus a Prometeo fue ejemplar. Fue llevado al Cáucaso donde Hefesto lo encadenó a una roca, lugar al que Zeus envió un águila que eternamente se comería su hígado durante el día, para recobrarlo gracias a su inmortalidad durante la noche. Un suplicio que se repetía cada día y cada noche hasta el fin de los tiempos. Sólo Hércules, hijo de Zeus se apiadó de él y tras disparar contra el águila lo liberó de sus ataduras. Zeus, con amor de padre, se sintió orgulloso de la acción de su hijo y no tomó represalias contra él ni actuó nuevamente contra Prometeo, al que eso si, obligo a llevar para siempre y en recuerdo simbólico de su castigo un anillo forjado con el hierro de las cadenas que lo sujetaban al Cáucaso adornado con un trozo de roca de la montaña. 


Para seros sinceros todo el relato no es sino una excusa para poder traer al blog esa maravillosa escultura con la que abrimos la entrada, "Prometeo encadenado", obra del francés Nicolas-Sébastien Adam en 1762 y que se expone en el parisino Museo del Louvre, todo un milagro en piedra. Más adelante se encuentra la delicada escultura de "Pandora" (1819), obra del belga Henri-Joseph Ruxthiel expuesta en el Museo Granet (Aix-en-Provence). Finalmente aparece "Hércules liberando a Prometeo", con el águila ya muerta a sus pies. Obra realizada por Josef Lax en 1893 que forma parte del conjunto de esculturas que recuerdan las proezas de Hércules en el Palacio Imperial de Hofburg en Viena.

Imágenes: De Wikimedia Commons. Imagen 1 (CC0) - Imagen 2 - Imagen 3 (CC BY-SA 4.0)

miércoles, 27 de enero de 2021

Los botones de Sharon Stone


 

“La gente es terriblemente desconsiderada. Piensa que si eres guapa debes ser estúpida y poco profunda. Si eres hermosa, quizá los haces sentir menos. Pero todos tenemos dones, y si la belleza es uno de ellos hay que aceptarla y disfrutarla como un regalo de la naturaleza. Si una persona es guapa, por Dios, déjenla ser guapa”.

Son palabras de Sharon Stone, que por cierto sigue guapísima a sus 62 añitos. Hace ya casi treinta del cruce de piernas de Catherine Tramell en "Instinto Básico" (1992 - Paul Verhoeven). Nueve segundos de escena que armaron tanto revuelo como las faldas al aire de Marilyn sobre las rejillas del metro, una actriz con la que siempre ha sido comparada. Curiosamente las dos rubias, las dos vestían de blanco en su escena más recordada y ambas mucho más listas de lo que la gente podía suponer. De la ropa interior ya no hablamos. La escena convirtió a Sharon Stone en todo un mito erótico y prueba de ello es la siguiente anécdota. En 2005, mientras participaba en una gala benéfica para recaudar fondos en la lucha contra el SIDA, se le desabrochó un botón en la espalda de su vestido. Ni corta ni perezosa puso a subasta la posibilidad de que alguien pudiera subir al escenario y abrochárselo. No faltaron candidatos. El que tuvo el privilegio de rozar su espalda durante unos efímeros segundos tuvo que pagar 500 dólares que se sumaron al montante recaudado en la gala. Eso es recaudar dinero con estilo y una sonrisa. No han sido listos en Hollywood con ella, salvo "Casino" (1995 - Martin Scorsese), no le han dado los papeles que sin duda merece. Espero que su papel en "Ratched", que tengo pendiente de ver, sea jugoso.

Otras frasecitas de Lady Stone

“Durante mucho tiempo la gente no supo qué hacer conmigo. Parecía una Barbie, hablaba como cantinero, decía cosas que asustaban y tenía ideas sin sentido”

"Tenía deseos de trabajar, así que se me ocurrió posar semidesnuda para Playboy. ¿Encajaba? No. ¿Utilicé mi cerebro para parecer sexy? Por supuesto”

“En Hollywood la combinación de una vagina y una opinión resulta letal”.

“Las mujeres son capaces de fingir un orgasmo, pero los hombres pueden fingir una relación entera.”

“Soy un ratón de biblioteca que tuvo que usar su inteligencia para ser sexy”

“Si a mi edad la gente me quiere seguir viendo como un símbolo sexual, que lo haga”

Imagen: De Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0) - Image I - Imagen 2

Espartaco, el símbolo de la libertad

 

Cuando el tracio Espartaco se rebeló en el año 73 a. C. y rompiendo sus cadenas de esclavo abandonó la escuela de gladiadores de Léntulo Batiato en Capua con tan solo 74 hombres, poco podía imaginar Roma los dolores de cabeza que iba a procurarle este hombre. Espartaco se había curtido en otros tiempos en las tácticas de guerra del propio ejército romano al haber formado parte de sus tropas auxiliares y conocía muy bien su forma de luchar, pero más allá de este conocimiento previo, Espartaco demostró un talento inusual para el arte de la guerra y junto a los también gladiadores Crixo, Enomao, Casto y Gánico derrotó durante tres años a las fuerzas romanas que intentaban dar fin a la que fue conocida como la Tercera Guerra Servil o la Guerra de los Gladiadores.

No era un tiempo normal para Roma que veía ocupadas a sus mejores legiones lejos de la península itálica. En Hispania Cneo Pompeyo combatía contra Quinto Sertorio y en Oriente luchaba Lucio Licinio Lúculo contra Mitrídates del Ponto. Por esa razón, y más allá de los propios méritos de Espartaco, Roma se vio obligada a enviar tropas poco adiestradas que fueron presa fácil para el tracio. Eso ocurrió con Varinio, Claudio Glabro, Clodiano, Arrio o Casio Longino. Cada victoria fortalecía la revuelta y cada vez llegaban más esclavos que rompiendo sus cadenas se decidían a luchar contra la todopoderosa Roma en busca de la libertad. De este modo, las fuerzas de Espartaco lograron pasar de aquellos escasos 80 hombres iniciales a cerca de 80.000, cifra que según algunos historiadores podría incluso superar los 100.000, un contingente al que resultaba todo un reto poder armar, adiestrar y alimentar. 

El ímpetu de sus tropas y la sed de venganza de algunos de los suyos llevaron a Espartaco a las puertas de Roma, aunque no llegó a tomarla. Roma por contra, con esa amenaza, tomó definitivamente en serio el peligro de la revuelta e hizo del mismo un punto de inflexión. El Senado encomendó al ambicioso Marco Licinio Craso que comandase diez legiones para acabar definitivamente con la rebelión de los esclavos. Era el principio del fin de Espartaco. 

Craso aprovechó las propias disensiones internas en las tropas del tracio, principalmente con Crixo que empezó a luchar por su cuenta con parte de las fuerzas y fue prontamente derrotado. Por otra parte, Craso impuso una férrea disciplina en sus tropas y alentó su total disposición a la lucha a base de crueles castigos como "la decimatio" o lo que es lo mismo, la condena a muerte de uno de cada 10 legionarios implicados en una acción de cobardía ante el enemigo. 

A estas alturas, Espartaco era conocedor de sus pocas opciones de victoria, máxime cuando el ejército de Cneo Pompeyo también había entrado en liza y amenazaba con unirse al de Craso. Solo quedaba luchar. El desenlace final llegaría en la Batalla del Rio Silario. Espartaco, decidido a luchar a pie junto a sus hombres en este embate decisivo, cuando le presentaron su caballo para acaudillar sus fuerzas, en un gesto sin duda dirigido a motivar a sus tropas lo mató con su espada mientras decía: "La victoria me dará bastantes caballos de entre los enemigos, y si soy derrotado, ya no lo necesitaré".

Y no lo necesitó. Casi 60.000 rebeldes murieron en la batalla, miles fueron crucificados y solo algunos lograron escapar. Se cree que Espartaco murió durante la batalla, aunque su cadáver, presa codiciada por el Imperio, nunca se pudo localizar. Ya saben, en aquella época supongo que sería como Elvis, para todos los esclavos, Espartaco seguía vivo. 

A decir verdad, su memoria llega hasta hoy, en ballets, esculturas, pinturas, composiciones clásicas como la que le dedicó Khachaturiam con su maravilloso Adagio, novelas y desde luego películas y series. Más allá de la maravillosa película rodada por Stanley Kubrick con el gran Kirk Douglas como protagonista y a la que pertenecen las últimas fotos, no resulta un mal entretenimiento la serie "Spartacus" (2010), que pese a sus numerosas licencias históricas, excesos de sangre y sobre todo de sexo, termina por hacerte queridos a todos sus intrigantes y desmedidos personajes. 



La escultura de entrada, "Espartaco rompe sus cadenas" es obra de Denis Foyatier y se expone en el Museo de Bellas Artes de Lille. Existe otra versión en mármol en el Museo del Louvre.  

Imágenes: Imagen 1 - De Wikimedia Commons (CC BY 3.0) - Imagen 2 e Imagen 3 Cortesía de Doctor Macro

martes, 26 de enero de 2021

Los amantes de John Berger


"Los amantes incorporan el mundo entero a su totalidad. Todas las imágenes clásicas de la poesía amorosa lo confirman. El río, el bosque, el cielo, los minerales de la tierra, el gusano de seda, las estrellas, la rana, el búho, la luna, demuestran el amor del poeta. La poesía expresa la aspiración a esa correspondencia, pero es la pasión la que la crea. La pasión aspira a incluir el mundo entero en el acto de amar. El hecho de querer hacer el amor en el mar, volando por el cielo, en esta ciudad, en aquel campo, sobre la arena, entre las hojas caídas, con sal, con aceite, con frutas, en la nieve, etc., no significa que se precisen nuevos estímulos, sino que expresa una verdad que es inseparable de la pasión. La totalidad de los amantes se extiende, de manera diferente, a fin de incluir el mundo social. Todos los actos, cuando son voluntarios, se llevan a cabo en nombre de la persona amada. Lo que el amante cambia entonces en el mundo es una expresión de su pasión. (...) La totalidad de la pasión oprime (o socava) al mundo. Los amantes se aman con el mundo. (Al igual se podría decir que con todo su corazón o con sus caricias.) El mundo es la forma de su pasión, y todos los sucesos que experimentan o imaginan constituyen la iconografía de su pasión. Por eso la pasión está dispuesta a arriesgar la vida. Se diría que la vida es tan sólo la forma de la pasión."

El fragmento pertenece a "El sentido de la vista", obra escrita por el británico John Berger en 1985. La fotografía, titulada "Le baiser blotto" está fechada en 1950 y es obra de Robert Doisneau.

Imagen: Tomada de Flickr donde figura con licencia (CC BY-NC-ND 2.0) - Fuente Original - Texto del fragmento: epdlp

lunes, 25 de enero de 2021

"De vez en cuando la vida" - J. M. Serrat


 

"De vez en cuando la vida nos besa en la boca y a colores se despliega como un atlas, nos pasea por las calles en volandas, y nos sentimos en buenas manos; se hace de nuestra medida, toma nuestro paso y saca un conejo de la vieja chistera y uno es feliz como un niño cuando sale de la escuela.

De vez en cuando la vida toma conmigo café y está tan bonita que da gusto verla. Se suelta el pelo y me invita a salir con ella a escena. De vez en cuando la vida se nos brinda en cueros y nos regala un sueño tan escurridizo que hay que andarlo de puntillas por no romper el hechizo.

De vez en cuando la vida afina con el pincel: se nos eriza la piel y faltan palabras para nombrar lo que ofrece a los que saben usarla. De vez en cuando la vida nos gasta una broma y nos despertamos sin saber qué pasa, chupando un palo sentados sobre una calabaza."

"De vez en cuando la vida" es una canción compuesta por Joan Manuel Serrat. Aparece en su álbum "Cada loco con su tema" (1983)



Imagen: La foto, tomada de Pixabay no da detalles de título ni autor. Fuente Original

domingo, 24 de enero de 2021

"Procuro olvidarte"


 

"Procuro Olvidarte, siguiendo la ruta de un pájaro herido. Procuro alejarme, de aquellos lugares donde nos quisimos. Me enredo en amores, sin ganas ni fuerzas por ver si te olvido y llega la noche y de nuevo comprendo que te necesito. Procuro olvidarte, haciendo en el día mil cosas distintas. Procuro olvidarte, pisando y contando las hojas caídas. Procuro cansarme, llegar a la noche apenas sin vida y al ver nuestra casa tan sola y callada no se lo que haría... Lo que haría... por que estuvieras tú, por que vinieras... tú conmigo. Lo que haría... por no sentirme así, por no vivir así... perdido."

"Procuro olvidarte" es una balada compuesta por el jerezano Manuel Alejandro en 1980 y cantada en primera instancia por Hernaldo Zuñiga y posteriormente por toda una legión de cantantes, entre los que destacan Simone o María Dolores Pradera



La fotografía es una recreación del cuadro "Sol de la mañana" de Edward Hopper a cargo de Anna Eklund Parrow.

Imagen: De Wikimedia Commons - (CC BY-SA 4.0) - Fuente Original

Monólogo de Al Pacino en "Scarface": "Dadle las buenas noches al malo"

 

"¿Es esto todo? ¿Todo se reduce a esto Many? Comer, beber, joder, colocarse, darle a la coca. ¿Entonces qué? Dime ¿Entonces qué? Llegas a los cincuenta con un tonel por barriga, te crecen las tetas, necesitas un sostén, se ponen peludas, tienes un hígado que te llena la piel de manchas, comes esta bazofia y te pareces a esas jodidas momias ricas que están aquí. ¿Todo se reduce a esto? ¿Para esto he luchado?"

“¿Qué miráis vosotros? No sois más que una pandilla de cretinos. ¿Y sabéis por qué? Porque no tenéis huevos para ser lo que quisierais ser, necesitáis personas como yo. Necesitáis personas como yo para poder señalarlas con el dedo, y decir "ese es el malo". Y eso ¿En qué os convierte a vosotros? ¿En los buenos? No sois buenos… simplemente sabéis esconderos… sabéis mentir. Yo, no tengo ese problema, yo, siempre digo la verdad, incluso cuando miento. Así que dadle las buenas noches al malo, ¡vamos! es la última vez que vais a ver a un tipo malo como yo, ¡vamos! Apartaos que va a pasar el malo, el malo quiere pasar, será mejor que os apartéis.”


Monólogo de Tony Montana (Al Pacino) en "El precio del Poder" (Scarface - 1983 - Brian de Palma)

Imagen: De Wikimedia Commons (CC BY-SA 4.0) - Fuente Original

sábado, 23 de enero de 2021

Barbitúricos, una droga entre Eros y Tanatos

 

En el terreno del amor cada uno hace lo que puede. Supongo que cuando un astrónomo enamorado descubre una estrella se verá muy tentado de llamarla como la persona amada, al igual que le ocurriría a un entomólogo con una nueva especie de mariposa, más raro suena que un investigador traslade sus amores a un compuesto químico, pero eso precisamente es lo que le sucedió a Adolf von Baeyer en 1864 cuando descubrió el ácido barbitúrico. Tras mezclar urea con ácido malónico surgió un compuesto que tenía la capacidad hacer desaparecer el dolor. Enamorado como estaba por entonces de una joven llamada Bárbara, que calmaba con sus atenciones todas sus ansiedades, no dudo en llamar al nuevo compuesto como ácido de Bárbara o ácido barbitúrico, nombre este último que pasó a denominar a toda la familia de medicamentos que posteriormente surgirían de este prometedor compuesto.

Hay quien mantiene que el nombre tiene otro origen menos llamativo. Se especula con que, tras el descubrimiento, Adolf von Baeyer y sus ayudantes marcharon a festejarlo a una taberna donde un grupo de artilleros se encontraban celebrando el día de Santa Bárbara. Dicho queda, pero puestos a elegir estoy seguro que todos preferimos la primera versión.

Por cierto, con el tiempo, a partir del ácido barbárico, que ya mostraba sus potencialidades como droga sedante, se elaboró el Barbital, un compuesto que se comercializó bajo el nombre de Veronal. La inspiración aquí fue la famosa ciudad de Verona, la ciudad de los amantes Romeo y Julieta, que según uno de sus creadores, Josef von Mering, tenía fama de ser una ciudad extremadamente pacífica. No sé qué opinaría al respecto el escritor Stefan Zweig que murió abrazado amorosamente a su mujer tras ingerir ambos una alta dosis de la droga de Verona. Y es que no cabe duda de que los barbitúricos ayudarían a muchas personas pero también es larga la lista de personas que fallecieron por su uso abusivo o inadecuado, entre ellas destacan: Marilyn Monroe, Dalida,​​ Judy Garland (en la foto), George Sanders, Pier Angeli, Jimi Hendrix, Brian Epstein, Dinah Washington, Margaret Sullavan, Lupe Velez, Margaux Hemingway, Carole Landis y muchos más. No creo que a la amada Bárbara le agradase mucho que la droga que lleva su nombre además de relacionarse con Eros tuviera tantos siniestros coqueteos con Tanatos. 

Imagen: Cortesía de Doctor Macro. Fuente Original

viernes, 22 de enero de 2021

De cuando Valle-Inclán maullaba a los ratones


"En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo"

Son palabras de Ramón María del Valle-Inclán al que siempre le costó que reconocieran sus méritos, tanto que se puede decir que el escritor de "Luces de Bohemia" o "Divinas Palabras" estaba normalmente a la cuarta pregunta, con telarañas en los bolsillos y habituado a pasar estrecheces. Tan común era esta situación de carestía para él que poco a poco terminó poniéndose el traje del estoicismo y no solía quejarse de su suerte, muy al contrario, la enfrentaba hasta con buen humor. En esta línea se cuenta, que en sus primeros tiempos en Madrid se vio empujado por la necesidad a vivir en cuartos de alquiler más que baratos y que por tanto dejaban mucho que desear en sus condiciones de habitabilidad. En uno de aquellos cubículos contaba Valle-Inclán que tenía por compañeros a un buen número de ratones, una situación sobre la cual, cuando la comentaba con sus íntimos, decía: 

"No me molestan. El único problema es que, cuando llego a casa tengo que pasarme un buen rato maullando"

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0). Fuente original

jueves, 21 de enero de 2021

Miguel Ángel y la Capilla Sixtina


"... Y mi pincel, siempre por encima de mí y goteando, convierte mi rostro en un mosaico estrafalario. Los lomos se me han metido en la tripa y con las posaderas hago de contrapeso y me muevo en vano sin poder ver... Mi pintura muerta y mi honor, Giovanni, por ahora sólo tú puedes defender. Pues no estoy en un lugar agradable, y yo ni siquiera soy pintor. (Miguel Ángel)

Extracto de un soneto de Miguel Ángel escrito en los años en que este pintaba la Capilla Sixtina, en ellos se queja de la tortura a la que estaba sometido en los andamios, pegado al techo pintando en posturas imposibles. El destinatario era Giovanni da Pistoia

Imagen: De Wikipedia Commons - (CC BY-SA 3.0) - Fuente Original

"El chico" (The Kid) cumple 100 años


Nada menos que 100 años cumple hoy "El chico" (The Kid), la maravillosa película de Charles Chaplin estrenada un 21 de enero de 1921. Y con 100 años a cuestas sigue tan fresca y disfrutable como el primer día. Chaplin volcó  mucho de su propia persona en la película, recuerdos y sentimientos de su infancia londinense en la que la pobreza lo atenazaba sin piedad; de hecho el film es, a buen seguro, la obra de carácter más autobiográfico de las rodadas por él. El film comienza con un aviso: "Una película con una sonrisa y, tal vez, una lágrima" y sin duda, especialmente en este título, Chaplin sabe hacernos reír a carcajadas, pero también humedecernos los ojos, una mezcla de emociones que difícilmente lograron conjugar con acierto otros artistas del cine, antes y después del creador de Charlot.

El film nos cuenta la historia de un niño abandonado a las puertas de la casa de unos millonarios por su madre, la bella Edna Purviance, que en un momento de duda cree no poder criarlo. De nada sirve que luego se arrepienta, por avatares del destino el niño ya no estará donde ella lo dejó y termina en las manos del desvalido Charlot, un vagabundo que termina cuidando del chico y sacándolo adelante haciendo mil malabares y forjando entre ambos, dentro de la precariedad de su situación, una maravillosa relación que se verá amenazada cuando los servicios sociales intenten arrebatarle al chico. El final habrán de desvelarlo vosotros mismos.

"El chico" fue el primer largometraje de Chaplin que se volcó en cuerpo y alma en su realización. Era obvio que la película le salía de las entrañas y todo debía ser perfecto; de hecho, empleó nada más y nada menos que cinco meses en su filmación, algo inaudito en una época en la que las películas se hacían casi en un abrir y cerrar de ojos. Una vez acabada intentaron timarle desde la productora pagándole como si fuera un cortometraje. Chaplin sacó las cintas del Estado y no retornó con ellas hasta que consiguió un pago justo. La historia, que fue todo un éxito de crítica y público lo merecía. 

Jackie Coogan, el joven actor que interpreta al chico logró tales cotas en su interpretación  que Chaplin lo convirtió sin dudar en el protagonista del film. Su relación con él era muy singular. Chaplin, que acababa de perder un hijo, lo colmó de atenciones, lo llevaba a parques de atracciones, a montar en pony y pasaba mucho tiempo con él, puede que intentando recuperar su propia infancia a través del niño que iba a convertirse en su alter-ego o quien sabe si volcando en el chico los sentimientos por el hijo perdido.

Lo que no pudo evitar Chaplin es que los padres de Jackie Coogan malgastaran todo el dinero ganado por el pequeño actor. Tan clamoroso resultó este abuso que fue el motivo de que se promulgara la conocida como "Ley Coogan" para evitar nuevos desmanes de los progenitores con el capital ganado por actores menores de edad. Coogan llegó a pasar serias dificultades económicas, que Chaplin intentaba paliar, se casó varias veces, una de ellas de forma efímera con Betty Grable, y con el tiempo lo vimos encarnando el personaje de "Fétido" en La Familia Adams, un curioso final para el que posiblemente sea el chico más querido de la historia del cine.

Ficha de la película: "El chico"

Título original: The Kid
Año: 1921 - País: Estados Unidos
Duración: 68 min.

Dirección: Charles Chaplin
Reparto: Charles Chaplin, Jackie Coogan, Edna Purviance, Carl Miller, Tom Wilson, Henry Bergman, Lita Grey

Guion: Charles Chaplin
Música: (Versión restaurada: Charles Chaplin) (Película muda)
Fotografía: Roland Totheroh (B&W)
Productora: Charles Chaplin, First National Picture

Hoy en día hay niños que no saben quien fue Charles Chaplin y lo que es peor, no saben quien fue Charlot. Hoy, el centenario de "El chico" es la excusa perfecta para enseñarles las delicias de su arte sin palabras. La película es fácilmente encontrable y a buen seguro, Charlot, como ha ocurrido siempre, se convertirá en su nuevo héroe. Una maravilla de la que dejamos algunas imágenes:


Nota: Según IMDB la fecha del estreno podría ser el 6 de febrero de 1921, pero en muchas otros lugares indica el 21 de enero.

Imágenes: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

miércoles, 20 de enero de 2021

Bécquer, el poeta más gamberro de España

 

"Lo milagroso, y no ya curioso, consiste en cómo de un hombre vago y orgulloso, borracho y putañero, sucio y enfermo, carca y oportunista, pretencioso y venal, puede surgir una poesía en la que todos nos sentimos a una porque a todos nos levanta a una especie de pureza"

Si nos preguntaran por el poeta al que definen estas palabras no serían pocos los que pensarían en Charles Bukowski y, sin embargo, así fue como retrató el escritor Gabriel Celaya a nuestro romántico Bécquer en la biografía que le dedicó al poeta sevillano. A veces el tiempo termina distorsionando hasta lo indecible la verdadera personalidad de las figuras que encumbramos y sobre el poeta sevillano, que se llamaba en realidad Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida ("Bécquer", de lejana ascendencia flamenca, era el segundo apellido de su padre) hemos lanzado toneladas de azúcar ayudados por el romanticismo de sus poemas. Sin embargo, las referencias a su modo de vida nos llevan a un retrato mucho menos idealizado del poeta. A las puertas de su muerte incluso pedía que quemaran sus cartas porque le supondrían una segura deshonra póstuma. Más allá de escribir algunos artículos periodísticos y garabatear grafitis con su nombre en las portadas de los templos, como el presente en la soberbia portada del toledano Convento de San Clemente, posiblemente tras una noche de juerga, su poesía no fue publicada de forma coherente hasta después de su muerte. 

La única obra de Bécquer que alcanzó en cierta manera el éxito en vida del poeta fue aquel indefinible y pornográfico "Los Borbones en pelota" que, por razones más que obvias, no pudo firmar con su nombre y sólo fue accesible en círculos muy minoritarios. Aunque hay quien atribuye la obra a Francisco Ortego, para la mayoría de estudiosos, esta gamberra sátira del poder y sus excesos, fue realizada por Bécquer junto a su hermano, el pintor Valeriano (autor del retrato del inicio) y conjugaban a la perfección imágenes de lo más procaces con textos ideados por el poeta. La protagonista era Isabel II, que con su incontenible apetito sexual quedó retratada como ninguna otra reina: "Sentada está en su poltrona, con su chulo, cetro y corona" e incluso la mostraban practicando sexo con un burro e ilustraban esa procaz imagen de zoofilia con las palabras "Por probar de todo... de tirarse a un pollino encontró el modo". La nobleza y el clero no salían mejor parados en las orgiásticas imágenes de una obra inconcebible en la pacata sociedad española de aquel tiempo. Suerte tuvo nuestro admirado Bécquer de que no descubrieran a los autores; no dudo de que el castigo hubiese sido ejemplar y nos habríamos visto privados de sus "Rimas y leyendas".  

Pero más allá de estas salidas de tono, sus poemas no alcanzaron la fama merecida; en eso Bukowski tuvo más suerte. La gloria que tanto ansiaba le resultaba esquiva y así, en su agonía le decía a sus amigos: "Si es posible, publicad mis versos. Tengo el presentimiento de que muerto seré más y mejor conocido que vivo". Murió con tan solo 34 años, posiblemente de tuberculosis, aunque también hay quien especula con que la causa fuera la sífilis. Sus últimas: "Todo mortal" no resultaban extrañas en un poeta que dedicó más de una de sus creaciones a la muerte, incluso en uno de sus poemas habla de su propio final y del recuerdo que podría quedar de su persona, palabras que sirven para cualquiera de nosotros:  

Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?

Cuando la trémula mano
tienda, próximo a expirar,
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?

Cuando la muerte vidríe
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?

Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral)
una oración, al oírla,
¿quién murmurará?

Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa,
¿quién vendrá a llorar?

¿Quién en fin, al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo
quién se acordará?

Y sin embargo, los amigos de Bécquer, retratado arriba en 1865, sólo cinco años antes de su muerte, le hicieron caso y póstumamente publicaron una compilación de sus versos y escritos, acción con la que en poco tiempo, Bécquer se convirtió en uno de los pilares de la poesía de nuestro país, tanto como para que, sorprendentemente, este hombre que no hacía mucho ridiculizaba de forma inmisericorde a la Corona, al clero y a la nobleza en un País como el nuestro, y reivindicado solo por la calidad de su poesía, terminara apareciendo hasta en los billetes de 100 pesetas. No deja de ser curioso que el verdadero "enfant terrible" de nuestras letras sea el aparentemente melifluo Bécquer, ese que con sus golondrinas y sus arpas es ahora lectura obligada en los colegios, el mismo que escribía: 

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.

Imágenes: De Wikimedia Commons -  Imagen 1 - Imagen 2 -Dominio Público (CC0)- Imagen 3 (CC BY-SA 4.0)

martes, 19 de enero de 2021

Fernando Pessoa y las ficciones sociales

 

“El verdadero mal, el único mal, son las convenciones y las ficciones sociales superpuestas a las realidades naturales; desde la familia al dinero, desde la religión al Estado: todo. Se nace hombre o mujer quiero decir: se nace para ser, ya adulto, hombre o mujer; en buena justicia natural uno no nace ni para ser marido ni para ser rico o pobre, como tampoco nace para católico o protestante, portugués o inglés. Uno es todas esas cosas en virtud de las ficciones sociales. Y las ficciones sociales son malas.”

El fragmento pertenece a "El banquero anarquista" una obra escrita por Fernando Pessoa en 1922. El retrato del escritor es del pintor portugués Bottelho.

Imagen: De Wikimedia Commons - (CC BY-SA 2.0) - Fuente Original

lunes, 18 de enero de 2021

El perro de Alcibíades y los trucos de la política



Los personas con poder son amigas de las cortinas de humo para ocultar sus debilidades o sus excesos; y es que desviar la atención es sin duda la mejor opción cuando no se tiene otra defensa. Alcibíades, el gran estadista y general griego, era sin duda un maestro en esas lides. 

Alcibíades,  que tuvo como tutor a Pericles y como maestro a Sócrates,  pronto se convirtió en un gran orador de brillante futuro que también destacó como estratega en el campo de batalla. Según Plutarco, el problema de Alcibíades era que tenía tanto talento, predisposición al estudio y buena educación como sobresaliente era su deslealtad, su falta de escrúpulos y su rendida entrega a los placeres. No son raros los cuadros, como el que colocamos al final (obra del pintor ruso Henryk Siemiradzki), que representan a Alcibíades siendo rescatado por Sócrates de casas de placer. El filósofo procuró siempre llevarle por el camino de la virtud y alejarlo del vicio y la corrupción pero con escaso éxito, pues al mínimo despiste de Sócrates su alumno volvía a las andadas. De hecho hay quien apunta que cuando llegó la muerte de Alcibíades, tras el incendio de su casa y ser asaeteado con flechas, el motivo fue un problema de faldas. Incorregible el muchacho, como supongo pensaría Sócrates en más de una ocasión.

Pero de lo que queríamos hablar es de las argucias políticas de Alcibíades Clinias Escambónidas (450-404 a.C.) que es el nombre completo de nuestro protagonista. Al tiempo de ostentar responsabilidades políticas y encontrándose cuestionado, Alcibíades compró por un alto precio un hermoso perro que lucía una llamativa cola. Se paseaba con el can por toda la ciudad y este era motivo de comentario de todos, sin embargo, no tardó Alcibíades en hacer que le cortaran al perro su lustrosa cola y cuando se paseó de nuevo con el animal, ahora visiblemente mutilado en parte de su hermosura, los comentarios arreciaron y el pueblo fue muy crítico con el incomprensible acto cometido por el político con su pobre perro. Cuando sus amigos se lo reprocharon y le pidieron una explicación, Alcibíades se limitó a contestarles, muy tranquilo y risueño que era precisamente eso lo que buscaba, que los atenienses se dedicaran a criticar que le hubiera cortado la cola a su perro y mientras tanto se olvidaran de cosas peores y de investigar y cuestionar su proceder político. Ayer como hoy. Nada nuevo bajo el sol.


El busto de Alcibíades pertenece a la colección de los Museos Capitolinos de Roma y es una copia romana de un original griego.

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domingo, 17 de enero de 2021

Cary Grant, Billy Wilder y el mérito de no tener un Oscar

 

Aunque eran buenos amigos, Billy Wilder nunca logró incluir en una de sus películas a Cary Grant y ello a pesar de las grandes dotes para la comedia que tenía el actor. A Wilder no le faltaban los elogios para Grant:

"Era bueno, muy bueno. No se le escapaba una. Nunca tuvo el premio (de la Academia). Le dieron un Oscar especial... pero es una idiotez, porque los actores que suelen hacer protagonistas, para obtener un premio tienen que cojear o hacer de retrasados. Nunca ven al tipo que se esfuerza al máximo y consigue que parezca fácil. No les basta con que abra un cajón con elegancia, saque una corbata y se ponga una chaqueta. ¡Hay que sacar una pistola! Hay que sufrir. Ésas son las normas por las que se rigen los 4.500 miembros de la Academia".

Y es que cuando uno repasa la lista de los grandes actores y actrices que nunca ganaron un Oscar (excluidos los honoríficos a toda una carrera), uno no sabe en que lista es más meritorio aparecer. Ya lo decía Monty Clift que nunca consiguió uno: "Hay algo gracioso en los Oscar. Ni Greta Garbo ni Chaplin lo han ganado nunca, así que creo que el verdadero mérito es no tenerlo".  El bueno de Cary Grant era uno de ellos además de Richard Burton, Barbara Stanwyck, Robert Mitchum, Lauren Bacall, Kirk Douglas, Deborah Kerr, Edward G. Robinson, Joseph Cotten, Peter O’Toole, Marlene Dietrich... y mejor paramos.



Imágenes: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro: Imagen 1 - Imagen 2

sábado, 16 de enero de 2021

Las verdades de Cyrano de Bergerac - Edmond de Rostand



- CYRANO. ¡Mi elegancia va por dentro y no me acicalo como un ganapán cualquiera! Aunque parezca lo contrario, me compongo cuidadosamente, más que por fuera. No saldría a la calle sin haber lavado, por negligencia, una afrenta; sin haber despertado bien la conciencia, o con el honor arrugado y los escrúpulos en duelo. Camino limpio y adornado con mi libertad y mi franqueza. Encorseto, no mi cuerpo, sino mi alma, y en vez de cintas uso hazañas como adorno externo. Retorciendo mi espíritu como si fuese un mostacho, al atravesar los grupos y las plazas hago sonar las verdades como espuelas.

- LE BRET. Si olvidases tu alma mosquetera, podrías conseguir gloria y fortuna... 
- CYRANO. ¿Y qué tendría que hacer? Buscar un protector, tomar un amo, y como una hiedra oscura que rodea un tronco lamiéndole la corteza, subir con astucia en vez de elevarme por la fuerza. ¡No, gracias! ¿Dedicar, como todos hacen, versos a los financieros? ¿Convertirme en bufón con la vil esperanza de ver nacer una sonrisa amable en los labios de un ministro? ¡No, gracias! ¿Desayunar todos los días con un sapo? ¿Tener el vientre desgastado de arrastrarme y la piel de las rodillas sucias de tanto arrodillarme? ¿Hacer genuflexiones de agilidad dorsal? ¡No, gracias! ¿Tirar piedras con una mano y adular con la otra? ¿Procurarme ganancias a cambio de tener siempre preparado el incensario? ¡No, gracias! ¿Subir de amo en amo, convertirme en un hombrecillo y navegar por la vida con madrigales por remos y por velas, suspiros de amores viejos? ¡No, gracias! ¿Conseguir que Servy edite mis versos, pagando? ¡No, gracias! ¿Trabajar por hacerme un nombre con un soneto, y no hacer otros? ¡No, gracias! ¿Hacerme nombrar papa por los cónclaves de imbéciles de los mesones? ¡No, gracias! ¿No descubrir el talento más que a los torpes, ser vapuleado por las gacetas y repetir sin cesar: « ¡Oh!, ¡a mí, a mí, que he sido elogiado por el Mercurio de Francia!»? ¡No, gracias! ¿Calcular, tener miedo, estar pálido, preferir hacer una visita antes que un poema, releer memoriales, hacerse presentar? ¡No, gracias! ¡No, gracias! ¡No, gracias! 
Cantar, soñar, reír, caminar, estar solo, ser libre, saber que mis ojos ven bien, que mi voz vibra, ponerme al revés el sombrero cuando me plazca, batirme por sí o por un no, hacer versos... trabajar sin inquietarme la fortuna o la gloria, pensar en un viaje a la Luna, no escribir nunca nada que no nazca de mí mismo y contentarme, modestamente, con lo que salga; decirme: «Amigo mío, conténtate con flores, con frutos, o incluso con hojas, si en tu propio jardín las siembras y las recoges.» Y si, por casualidad llegara al triunfo, no verme obligado a devolver nada al César; guardar el mérito para mí mismo, y desdeñar la parásita hiedra... O incluso, siendo encina o tilo, subir, subir... subir siempre solo, ¡aunque no alcance mucha altura!

CYRANO. — ¿Qué decís?… ¿Qué es inútil?… ¡Ya sé que en este combate no debo esperar el triunfo! ¡No!… ¿Para qué?… ¡Es más bello cuando se lucha inútilmente! ¿Cuántos sois?… ¿Mil?… ¡Os reconozco, mis viejos enemigos!… ¡La Mentira!… (Golpeando con su espada en el vacío.) ¡Toma! ¡Toma!… ¡Ah, los Compromisos… los Prejuicios… las Cobardías!… (Sigue golpeando.) ¿Que pacte?… ¡Eso nunca!… ¿me oís bien? ¡Nunca! ¡Ah, por fin te veo, estupidez!… De sobra sé que al final me tumbaréis, mas no me importa: ¡lucho, lucho, lucho! (Hace molinetes inmensos y se detiene jadeando.) ¡Sí, vosotros me arrancáis todo, el laurel y la rosa! ¡Arrancadlos! ¡Hay una cosa que no me quitaréis!… ¡Esta noche, cuando entre en el cielo, mi saludo barrerá el suelo azul, y, mal que os pese, conmigo irá una cosa sin manchas ni arrugas!… (Arroja la espada a lo alto.) y esa cosa es… (La espada escapa de sus manos; vacila y cae en brazos de Le Bret y Ragueneau.) 
- ROXANA. — (Inclinándose sobre él y besándole en la frente.) ¿Y es…?
- CYRANO. — (Vuelve a abrir los ojos, la reconoce y añade sonriendo:) ¡Mi pluma!

Estos tres fragmentos pertenecen a la obra original de Cyrano de Bergerac, escrita por Edmond de Rostand en 1897 y son cada uno a ellos de momentos diferentes de la misma. La obra y sus monólogos fueron adaptados magistralmente en las películas que se dedicaron al maravilloso Cyrano, y aunque las palabras son algo distintas resulta imposible resistirse a escuchar a Gerard Depardieu en la versión de 1990 (Jean Paul Rappeneau). Esta noche toca volver a verla, placenteramente, por enésima vez.



Imagen: De Wikimedia Commons - (CC BY-SA 4.0) - Fuente Original

viernes, 15 de enero de 2021

Los Húsares Alados y la mayor carga de caballería de la historia


Una carga de caballería de miles de jinetes que llevan adosadas alas emplumadas a su coraza parece algo irreal, una broma, y sin embargo, los famosos Húsares Alados de Polonia existieron realmente y protagonizaron la mayor carga de caballería de la historia, aquella en la que, como si fueran ángeles alados, resultaron cruciales en la liberación de Viena del sitio otomano.

Y es que en septiembre de 1683, las tropas otomanas, compuestas por mas de 150.000 hombres al mando del Visir Kará Mustafá, tras conquistar la mayoría de ciudades a orillas del Danubio, sometían a Viena a un duro asedio que duraba ya más de dos meses y que amenazaba muy seriamente con hacer caer también esta ciudad en manos de las tropas del Imperio Otomano. Toda Europa se sentía seriamente amenazada.

Desde Viena, el emperador Leopoldo I pidió auxilio al Papa quien proclamó una cruzada para salvar Viena y de paso al resto de Europa. Prontamente se formó un contingente de tropas de unos 75.000 hombres, principalmente formado por alemanes y polacos, entre los que se hallaban los singulares Húsares Alados de Polonia (también los había lituanos). La batalla en defensa de Viena (conocida como Batalla de Kahlenberg) se libró frente a las murallas de la misma y el ejercito otomano consciente de su superioridad, despreció de forma temeraria a las fuerzas que fueron a socorrer la ciudad, de hecho, parece que inicialmente Kará Mustafá ni tan siquiera dispuso sus tropas en posición de batalla. El ejercito Imperial pronto puso en serios aprietos a las fuerzas sitiadoras pero sin lograr doblegarlas definitivamente. Todo se precipitó cuando se efectuó la que es considerada como la mayor carga de caballería de la historia. Nada menos que 18.000 arrojados jinetes formados en cuatro cuerpos y liderados por el Rey Juan III Sobieski al frente de sus 3000 Húsares Alados, se lanzaron sobre los sitiadores destrozando totalmente las líneas enemigas y poniendo en desbandada a las tropas otomanas. Fue tan clamoroso el éxito de la carga de caballería y tan evidente la derrota de las fuerzas contrarias que Sobieski, recordando las palabras de Julio Cesar, pero dándole el sentido propio de la Cruzada en la que participaba contra los infieles dijo: "Vinimos, vimos, Dios Venció" (Venimus, vidimus, Deus vicit).

Los Husares Alados, era un cuerpo de elite, formado por jinetes voluntarios, en su mayoría miembros de la nobleza polaca y lituana, algo entendible pues eran los propios soldados los que habían de soportar el elevado coste del caballo, la armadura y el resto de la impedimenta. Su armadura estaba formada por un casco con visera y una coraza ricamente ornamentada a la que se le añadían unas alas de madera adornadas con plumas. Podían ir armados con sables curvos, estoques, pistolas o martillos de guerra, pero su arma preferida, su seña de identidad y la que les daba mayor potencial era la "kopia", una lanza hueca con punta de acero, pero mas larga que las picas de infantería, con la que lograban romper cualquier formación en su arrollador avance. Tras el primer impacto las lanzas, huecas para aligerar peso, se rompían fácilmente pero su efecto era demoledor en el primer impacto, suficiente para romper las temibles formaciones de piqueros. 

Seguro que tras su éxito, todos los Húsares Alados comieron los deliciosos Croissants, un rico pan elaborado por los panaderos vieneses tras la batalla y que curiosamente tuvieron también su protagonismo en la defensa de Viena. Tras ser condecorados decidieron festejar la victoria creando un pan en forma de media luna -el famoso cruasán- como alegoría del símbolo de las fuerzas otomanas vencidas. Era un pan extremandamente blando, como resultaron ser las tropas otomanas, y muy rico, como el sabor de la victoria. Pero la historia de los panaderos y su cruasán queda para otro día. 

El cuadro de la carga de los Húsares Alados es obra del pintor polaco Stanisław Kaczor-Batowski (1866-1946)

El grupo Sabaton nos cuenta la historia en una de sus canciones con imágenes muy ilustrativas.



Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

"Trono de Sangre" - Akira Kurosawa


“Un hombre no es un hombre sin ambición.” (Trono de Sangre)

Un 15 de enero como hoy pero de 1957, hace ya 64 años, se estrenó uno de los grandes títulos de Akira Kurosawa: "Trono de Sangre" (Kumonosu-jô - que en español se debería haber traducido como "El castillo de la telaraña"). Siempre ha sido considerado Kurosawa como el más occidental de los grandes directores japoneses y sus adaptaciones de Shakespeare daban buena cuenta de ello; "El rey Lear" fue la base para "Ran", Hamlet para "Los canallas duermen en paz" y "Macbeth" encontró en "Trono de Sangre" la que a juicio de muchos es la mejor adaptación al cine de esta obra que se ha hecho hasta ahora, por mucho que se moldeara el texto a la cultura japonesa y se hiciera uso de la expresividad del drama musical japonés (). Ya lo decía el propio Kurosawa:

"Soy japonés, y pienso en tanto que japonés, y realizo mis películas con este estado de ánimo. No he estado nunca influenciado por el extranjero. Cuando leí Macbeth, lo encontré muy interesante. Me hacía pensar en muchas cosas. El Japón de la guerra civil y la época de Shakespeare se parecen mucho. Los personajes también. Coger a Shakespeare y adaptarlo a un contexto japonés no fue demasiado difícil.  El "no" es una forma de expresión única en el mundo. Tiene un impacto formidable. Luego si yo no hubiera tomado esta expresión, los personajes no habrían tenido el mismo impacto. Yo adoró el "no" y lo he mirando siempre, luego es normal que me inspire en él"

De nuevo Toshiro Mifue, el actor predilecto de Kurosawa, dio la fuerza necesaria a su personaje Taketori Washizu, mientras Isuzu Yamada encarna a su esposa, la ambiciosa Lady Asaji que espoleará a su marido a hacer todo lo necesario para cumplir su aparente destino de gloria y riqueza. Ambientada en el Japón feudal del siglo XVI, nos habla de una historia de ambición y sangre espoleada por la profecía de una anciana que augura que el General Washizu terminará siendo el Señor del Castillo del Norte. Unas flechas se cruzarán en su destino convirtiéndolo en un moderno San Sebastián.

Otras frases memorables de la película:

“En este mundo tienes que atacar primero, sino quieres que se adelanten los otros y te maten antes.”

“Si vas a hacer una montaña de cadáveres, al menos hazla de manera que llegues hasta el cielo.” 


Logo de "Trono de Sangre"

Título original: Kumonosu-jô (Throne of Blood)
Año: 1957 -  Duración: 110 min. - País: Japón
Dirección: Akira Kurosawa

Reparto: Toshirô Mifune, Isuzu Yamada, Takashi Shimura, Akira Kubo, Hiroshi Tachikawa, Minoru Chiaki, Takamaru Sasaki, Gen Shimizu, Kokuten Kôdô, Kichijiro Ueda, Eiko Miyoshi, Chieko Naniwa, Nakajirô Tomita, Yu Fujiki, Sachio Sakai, Shin Ôtomo, Yoshio Tsuchiya, Yoshio Inaba, Takeo Oikawa, Akira Tani, Ikio Sawamura, Yutaka Sada, Seijirô Onda

Guion: Akira Kurosawa, Ryuzo Kikushima, Hideo Oguni, Shinobu Hashimoto (Obra: William Shakespeare)
Música: Masaru Satô
Fotografía: Asakazu Nakai (Blanco y Negro)
Productora: Toho, Kurosawa Production Co.

En el vídeo se puede disfrutar de muchas imágenes de la película:


Imágenes: De Wikipedia Commons - Dominio Público (CC0)  - Imagen 1 - Imagen 2