sábado, 31 de julio de 2021
Emma Stone Eyes
viernes, 30 de julio de 2021
William Faulkner Vs "El Greco"
"Lo que hace la literatura es lo mismo que una cerilla
en medio de un campo en mitad de la noche. Una cerilla no ilumina apenas nada,
pero nos permite ver cuánta oscuridad hay a su alrededor"
Eso mantenía el gran escritor William Faulkner, Premio Nobel
de literatura en 1949 y creador de obras como: "El ruido y la furia",
"Luz de agosto" o "Mientras agonizo" que resultaron
luminarias en la historia de la literatura más intensas que una simple cerilla.
Por otra parte, el pintor griego Doménikos Theotokópoulos, por todos conocido como "El Greco", inspirándose en un texto de Plinio el Viejo que hablaba de pintores y escultores clásicos que presentaban a muchachos encendiendo fuego, creó esta portentosa obra suya: "Muchacho encendiendo una candela" en la que la oscuridad más absoluta es apenas vencida por el efímero fogonazo de luz de un ascua con la que un muchacho que la sopla a dos carrillos para avivar la llama, intenta encender una pequeña vela que le permita ver algo de ese entorno suyo que es todo negrura. El cuadro, que pertenece a una colección particular, fue realizado durante una estancia del artista griego en Roma en torno al año 1575 y es también conocido como "El soplón".
"Pintando lo humano mejor que lo divino, y sujetando lo
divino casi siempre a lo humano; más libre, más moderno, más actual cuanto más
viejo, y siempre rebelde, hasta el último instante de su vida. Este fue el
Greco", esto decía Manuel Bartolomé Cossio del pintor, y este cuadro es
buena prueba de ello.
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original
jueves, 29 de julio de 2021
Las "Máscaras" de Mario Benedetti
No me gustan las máscaras exóticas
ni siquiera me gustan las más caras
ni las máscaras sueltas ni las desprevenidas
ni las amordazadas ni las escandalosas
no me gustan y nunca me gustaron
ni las del carnaval ni las de los tribunos
ni las de la verbena ni las del santoral
ni las de la apariencia ni las de la retórica
me gusta la indefensa gente que da la cara
y le ofrece al contiguo su mueca más sincera
y llora con su pobre cansancio imaginario
y mira con sus ojos de coraje o de miedo
me gustan los que sueñan sin careta
y no tienen pudor de sus tiernas arrugas
y si en la noche miran / miran con todo el cuerpo
y cuando besan / besan con sus labios de siempre
las máscaras no sirven como segundo rostro
no sudan / no se azoran / jamás se ruborizan
sus mejillas no ostentan lágrimas de entusiasmo
y el mentón no les tiembla de soberbia o de olvido
¿quién puede enamorarse de una faz delegada?
no hay piel falsa que supla la piel de la lascivia
las máscaras alegres no curan la tristeza
no me gustan las máscaras / he dicho.
El poema "Máscaras" es obra del escritor y poeta uruguayo Mario Benedetti.
Imagen: Pxfuel - Imágenes libres de derechos - Fuente Original
miércoles, 28 de julio de 2021
Cinco gotas de Ernest Hemingway
"Trata de aprender a respirar profundamente, a saborear la comida cuando comes y, cuando duermas, a dormir como un tronco. Intenta estar vivo de verdad con todas tus fuerzas, y cuando rías, ríe hasta partirte de risa. Y cuando te enfades, enfádate bien. Trata de estar vivo. Porque ya estarás muerto suficientemente"
"Las mejores personas poseen un sentido de la belleza, el valor para asumir riesgos, la disciplina para decir la verdad, la capacidad de sacrificio. Irónicamente, sus virtudes los hacen vulnerables; y a menudo resultan heridos, a veces destruidos"
"Todo, lo bueno y lo malo, deja un vacío cuando se interrumpe. Pero si se trata de algo malo, el vacío va llenándose por sí solo. Mientras que el vacío de algo bueno sólo puede llenarse descubriendo algo mejor"
"Si un escritor en prosa conoce lo suficientemente bien aquello sobre lo que escribe, puede silenciar cosas que conoce, y el lector, si el escritor escribe con suficiente verdad, tendrá de estas cosas una sensación tan fuerte como si el escritor las hubiera expresado." (de "Muerte en la tarde")
"Siempre me han confundido las palabras: sagrado, glorioso, sacrificio, y la expresión "en vano"... No había visto nada sagrado, y lo que llamaban glorioso no tenía gloria, y los sacrificios recordaban los mataderos de Chicago... Las palabras abstractas como gloria, honor, valentía o santidad eran incidentes, comparadas con los nombres de los ríos, con los números de los regimientos, con las fechas." (de "Adiós a las armas")
Imagen: De Pxfuel (fotos libres de derechos) - Fuente Original
martes, 27 de julio de 2021
Los dientes de Waterloo y el negocio de la muerte
Y cómo no, todavía queda la última oleada, la de los coleccionistas que ansiosos de encontrar alguna reliquia o recuerdo de una famosa batalla removían ansiosos la tierra en busca de un pequeño tesoro, ya fuera un simple botón de una guerrera o un proyectil.
Imagen 1: El Mariscal Ney al frente de una carga de caballería en Waterloo - Obra del pintor francés Louis-Jules Dumoulin (1860-1924) - De Wikimedia Commons (CC0) - Dominio Público - Fuente Original
Imagen 2: Dentadura postiza con dientes de Waterloo - Museo Militar - Dresde - Alemania - De Wikimedia Commons - (CC BY SA 3.0) - Fuente Original
Imagen 3: La retirada de Napoleón de Moscú - Obra del pintor aleman Adolph Northern (1828-1876) - De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original
Fuentes:1.- ¿Cómo se limpiaban los campos de batalla de las guerras napoleónicas?
lunes, 26 de julio de 2021
Groucho Marx Vs Joan Manuel Serrat
Pero mejor se la escuchamos al bueno de Serrat, que para eso tenemos Youtube:
domingo, 25 de julio de 2021
Hermann Hesse y el amor por los libros
"No hay ninguna lista de libros que sea imprescindible leer y sin la cual no existan salvación y cultura. Pero para cada uno hay un número considerable de libros en los que puede hallar satisfacción y placer. Encontrar esos libros poco a poco, establecer con ellos una relación duradera, asimilarlos gradualmente, si es posible como una propiedad externa e interna, constituye para el individuo un esfuerzo propio, personal, que no puede descuidar sin reducir de manera fundamental el círculo de su cultura y de sus placeres, y con ello, el valor de su existencia.
Igual que no se llegan a conocer a través de un libro de botánica el árbol o la flor que se ama especialmente, no se conocerán ni encontrarán los libros favoritos propios en una historia de la literatura o en un estudio teórico. El que se ha acostumbrado a ser consciente del verdadero sentido de cada acto de la vida cotidiana (y ésa es la base de toda formación), aprenderá muy pronto a aplicar también a la lectura las leyes y las diferenciaciones esenciales, aunque en un principio sólo lea revistas y periódicos.
El valor que puede tener para mí un libro, no depende de su fama y popularidad. Los libros no están para ser leídos durante algún tiempo por todo el mundo y constituir un tema fácil de conversación y ser olvidados después como la última noticia deportiva o el último asesinato: quieren ser disfrutados y amados en silencio y con seriedad. Sólo entonces revelan su belleza y su fuerza más profundas.
Sorprendentemente el efecto de muchos libros aumenta cuando son leídos en voz alta. Pero eso sólo es válido para poesías, relatos breves, ensayos cortos de forma depurada y obras parecidas. Leyendo bien en voz alta se puede aprender mucho, sobre todo se agudiza el sentido del ritmo secreto de la prosa, base de todo estilo personal.
El libro que ha sido leído una vez con placer, debe comprarse sin falta aunque no sea barato. El que disponga de escasos recursos hará bien en comprar únicamente aquellas obras que le hayan recomendado encarecidamente sus amigos más íntimos, o las que ya conozca y aprecie, y que sepa que volverá a leer alguna vez.
El que tenga con algún libro una relación íntima, el que pueda leerlo una y otra vez y encuentre siempre nueva alegría y satisfacción, debe confiar tranquilamente en su intuición y no dejar que ninguna crítica estropee su placer. Hay quien prefiere más que nada leer libros de cuentos y quien aleja a sus hijos de esa clase de lectura. La razón la tiene el que no sigue una norma ni un esquema fijos sino su sensibilidad y las necesidades de su corazón.
Sobre los grandes (como Shakespeare, Goethe, Schiller) debe leerse poco o nada, al menos hasta conocerlos a través de sus propias obras. Cuando se leen demasiadas monografías y descripciones de la vida, es fácil estropearse el maravilloso placer de descubrir la personalidad de un autor a través de sus obras, de crear uno mismo su imagen. Y junto a las obras no debe perderse uno las cartas, los diarios, las conversaciones, por ejemplo las de Goethe. Cuando las fuentes están tan cerca y son tan fácilmente accesibles no hay que contentarse con regalos de segunda mano. En todo caso deberían leerse solamente las mejores biografías; el número de los mediocres es legión."
“Es muy habitual entre nosotros considerar cada trozo de papel impreso como un valor, y que todo lo impreso es fruto de un trabajo intelectual y merece respeto. (...) Muchos se niegan a gastar en libros ni la décima parte de lo que dedican a cerveza y otras banalidades. Para otros, más anticuados, el libro es algo sagrado que acumula polvo en la sala de estar sobre un mantelito de terciopelo.
En el fondo, todo lector auténtico es también amigo de los libros. Porque el que sabe acoger y amar un libro con el corazón, quiere que sea suyo a ser posible, quiere volver a leerlo, poseerlo y saber que siempre está cerca y a su alcance. Tomar un libro prestado, leerlo y devolverlo, es una cosa sencilla; en general lo que se ha leído así se olvida tan pronto como el libro desaparece de casa. (...) Para el buen lector, leer un libro significa aprender a conocer la manera de ser y pensar de una persona extraña, tratar de comprenderla y quizá ganarla como amigo. Cuando leemos a los poetas, no conocemos solamente un pequeño círculo de personas y hechos, sino sobre todo al escritor, su manera de vivir y ver, su temperamento, su aspecto interior, finalmente su caligrafía, sus recursos artísticos, el ritmo de sus pensamientos y de su lenguaje. El que quedó cautivado un día por un libro, el que empieza a conocer y entender al autor, el que logró establecer una relación con él, para ése empieza a surtir verdaderamente efecto el libro.
Por eso no se desprenderá de él, no lo olvidará, sino que lo conservará, es decir, lo comprará, para leer y vivir en sus páginas cuando lo desee. El que compra así, el que siempre adquiere únicamente aquellos libros que le han llegado al corazón por su tono y por su espíritu, dejará pronto de devorar lectura a ciegas, y con el tiempo reunirá a su alrededor un círculo de obras queridas, valiosas en el que hallará alegría y sabiduría, y que siempre será más valioso que una lectura desordenada, causal, de todo lo que cae en sus manos.
No existen los mil o cien “mejores libros”; para cada individuo existe una selección especial de los que le son afines y comprensibles, queridos y valiosos. Por eso no se puede crear una biblioteca por encargo, cada uno tiene que seguir sus necesidades y su amor, y adquirir lentamente una colección de libros como adquiere a sus amigos. Entonces una pequeña colección puede significar un mundo para él. Los mejores lectores han sido siempre precisamente los que limitaban sus necesidades a muy pocos libros, y más de una campesina que solamente conoce la Biblia ha sacado de ella más sabiduría, consuelo y alegría que los que logre extraer jamás cualquier rico mimado de su valiosa biblioteca.
El efecto de los libros es algo misterioso. Todos los padres y educadores han hecho la experiencia de creer que le daban a un niño o a un adolescente un excelente libro y escogido en el momento adecuado y luego veían que había sido un error. Cada cual, joven o viejo, tiene que encontrar su propio camino hacia el mundo de los libros, aunque el consejo y la amable tutela de los amigos puede ayudar mucho. Algunos se sienten pronto a gusto entre los escritores y otros necesitan largos años hasta comprender lo dulce y maravilloso que es leer. Se puede comenzar con Homero y acabar con Dostoievski o al revés, se puede ir creciendo con los poetas y pasar al final con los filósofos o al revés; hay cien caminos. Pero sólo existe una ley y un camino para cultivarse y crecer intelectualmente con los libros, y es el respeto a lo que se está leyendo, la paciencia de querer comprender, la humildad de tolerar, escuchar. El que solamente lee como pasatiempo, por mucho y bueno que sea lo que lea, leerá y olvidará y luego será tan pobre como antes. Pero al que lee como se escucha a los amigos, los libros le revelarán sus riquezas y serán suyos. Lo que lea no resbalará, ni se perderá, sino que se quedará con él y le pertenecerá y consolará, como sólo los amigos son capaces de hacerlo”.
Estos dos fragmentos pertenecen a la obra "Escritos sobre literatura" (Alianza - 1983), un titulo en el que se reúnen ensayos y cartas en los que Hermann Hesse rememora críticamente sus lecturas y reflexiona en torno a su propia labor creadora, sus grandes novelas y como vemos en estos fragmentos sobre su amor por los libros. El primer entrecomillado pertenece a la entrada "El trato con los libros" (1907) y el segundo a "Leer y poseer libros" (1908). En el libro se presentan uno a continuación del otro y yo no he sabido decidirme por uno de los dos.
Imagen: De Wikimedia Commons - (CC BY-SA 3.0 NL) - Fuente Original
sábado, 24 de julio de 2021
Séneca y la brevedad de la vida
"No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho. La vida es suficientemente larga para hacer en ella cosas grandes si la empleáramos bien. Pero el que se lo pasa en vaciedades, el que no se dedica a nada bueno, siente, al empuje de la última hora inevitable, que se le ha escapado la vida sin darse cuenta de que estaba caminando por ella. No se nos ha dado una vida breve, sino que nosotros hacemos que lo sea; y no somos pobres de tiempo, sino que lo desperdiciamos. Pasa como con los que se han hecho con grandes riquezas, pero que no son sensatos; todo se les disipa en un instante. Si esas riquezas, aunque no fueran muchas, llegan a un buen administrador, se acrecientan con su mismo uso. Así, nuestra vida es bastante larga para quien la sabe usar bien"
El fragmento pertenece a la obra "De la brevedad de la vida", escrita en el 55 d. C. por cordobés Lucio Anneo Séneca, figura principal en Roma, tanto como intelectual como político, durante los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. El busto, del siglo XVII, es de autor anónimo y pertenece a la colección del madrileño Museo del Prado.
Imagen: De Wikimedia Commons - (CC BY 3.0) - Fuente Original
jueves, 22 de julio de 2021
Epicuro y el placer
"Comamos y bebamos que mañana moriremos"
Sí, pero... Y es que estas palabras del filósofo griego Epicuro de Samos (341 a. C. - 270 a. C.) a buen seguro serían matizadas por el propio pensador. Epicuro, nombre que puede traducirse como "aliado" o "camarada", fue el creador del "epicureísmo", una corriente de pensamiento que estaría totalmente de moda en esta sociedad nuestra tan desenfrenada, si no fuera porque a la mayoría de la gente, que tan persistente es en la búsqueda ilimitada del placer, cuanto más inmediato mejor, no se le olvidara de continuo el contrapeso de la moderación y el término medio que tan importante resulta en las enseñanzas del filósofo.
Epicuro entendía que el fin último de la filosofía no era otro que el encontrar la felicidad, considerada esta como la usencia de turbación en el alma y de dolor en el cuerpo, por lo que mantenía que el propósito de la vida humana no era otro que procurarse el placer -modesto y sostenible- y evitar el dolor de la manera más racional posible, alejándose de los indeseados excesos que no hacen otra cosa que conducir al sufrimiento posterior. Solo así se puede alcanzar ese estado ideal denominado "ataraxia", presidido por la tranquilidad y ausencia de miedo y la "aponía" o ausencia de dolor corporal. Su pretendido y mal entendido "hedonismo" no era una entrega al placer a cualquier precio, así, para Epicuro, los placeres han de satisfacerse con inteligencia y eran incompatibles con el descontrol. El filósofo, que señalaba como superiores los placeres del espíritu sobre los del cuerpo, criticaba en la misma medida el desenfreno y la incontinencia como la renuncia a los placeres carnales, por lo que ponía como premisa que la satisfacción de los goces carnales deben ser satisfechos siempre y cuando no lo hagan de forma que lleven al dolor futuro. Mantenía que esa aspiración a la felicidad, más que del derroche, de la ostentación o del desenfreno, podía ser alcanzada más fácilmente por aquellas personas que vivían una vida sencilla, autosuficiente y rodeada de amigos.
Se estima que Epicuro escribió alrededor de 300 obras de las que tan solo han llegado a conservarse tres cartas y un par de colecciones de citas. En esos pocos restos de su pensamiento queda patente su sabiduría y esconden perlas como las que siguen:
"Lo insaciable no es la panza, como el vulgo afirma, sino la falsa creencia de que la panza necesita hartura infinita".
"¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia."
"Debemos buscar a alguien con quien comer y beber antes de buscar algo que comer y beber, pues comer solo es llevar la vida de un león o un lobo."
"La muerte es una quimera: porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, ya no existo yo."
"Es absurdo pedir a los dioses lo que cada uno es capaz de procurarse por sí mismo."
"El hombre que no se contenta con poco, no se contenta con nada."
"No ha de ser dichoso el joven, sino el viejo que ha vivido una hermosa vida."
"Retírate dentro de ti mismo, sobre todo cuando necesites compañía."
"Vale más ser desgraciado y racional que feliz y falto de razón."
"El que no considera lo que tiene como la riqueza más grande, es desdichado, aunque sea dueño del mundo."
"El exceso de cólera engendra la locura."
"El más grande fruto de la autosuficiencia es la libertad"
"De todos los bienes que la sabiduría procura para la felicidad de una vida entera, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad."
"Quien afirma que aún no le ha llegado la hora o que ya le pasó la edad, es como si dijera que para la felicidad no le ha llegado aún el momento, o que ya lo dejó atrás."
"¿Dioses? Tal vez los haya. Ni lo afirmo ni lo niego, porque no lo sé ni tengo medios para saberlo. Pero sé, porque esto me lo enseña diariamente la vida, que si existen ni se ocupan ni se preocupan de nosotros."
"¿Dios está dispuesto a prevenir la maldad pero no puede? Entonces no es omnipotente. ¿No está dispuesto a prevenir la maldad, aunque podría hacerlo? Entonces es perverso. ¿Está dispuesto a prevenirla y además puede hacerlo? Si es así, ¿por qué hay maldad en el mundo? ¿No será que no está dispuesto a prevenirla ni tampoco puede hacerlo? Entonces, ¿para qué lo llamamos Dios? "
"Así como el sabio no escoge los alimentos más abundantes, sino los más sabrosos, tampoco ambiciosa la vida más prolongada, sino la más intensa."
"Límite de la grandeza de los placeres es la eliminación de todo dolor. Donde exista placer, por el tiempo que dure, no hay ni dolor ni pena ni la mezcla de ambos".
"Acostúmbrate a pensar que la muerte para nosotros no es nada, porque todo el bien y todo el mal residen en las sensaciones, y precisamente la muerte consiste en estar privado de sensación. Por tanto, la recta convicción de que la muerte no es nada para nosotros nos hace agradable la mortalidad de la vida; no porque le añada un tiempo indefinido, sino porque nos priva de un afán desmesurado de inmortalidad."
"Así pues, practiquen la filosofía tanto el joven como el viejo; uno, para que aún envejeciendo, pueda mantenerse joven en su felicidad gracias a los recuerdos del pasado; el otro, para que pueda ser joven y viejo a la vez mostrando su serenidad frente al porvenir."
En la imagen se puede ver un busto de Epicuro que es copia romana del siglo II a partir de un original griego de la primera mitad del siglo III a. C. Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original
miércoles, 21 de julio de 2021
Humphrey Bogart y la bebida
Tras manifestarse así, en una declaración que yo había de oír muchas veces en los años siguientes, regresó de nuevo al bar. Recogí la libreta y el lápiz, y me dirigí a la puerta. "¿Dónde vas?", preguntó Bogie. "¿Cómo vamos a iniciar una entrevista, si partimos de la base de que no confías en mi?", pregunté. "Yo no bebo y, desde luego, tengo más pelo en la cabeza que tú, pero eso ocurre con la mayoría de los hombres". Bogart meditó un momento. "Pues entonces vas a tener que trabajar muchísimo para que confíe en ti", dijo. Al final, diez años después, llegó a confiar en mí, pero le costó mucho tiempo. Incluso entonces, cuando iba a visitarle a su casa, hallándole a él ya muy enfermo, me llamaba "un parasito como todos los de la prensa".
martes, 20 de julio de 2021
Miguel Ángel Vs Camilo José Cela
«Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas. Aquéllos gozan de un mirar sereno y al aroma de su felicidad sonríen con la cara del inocente; estos otros sufren del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como las alimañas por defenderse. Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie puede borrar ya»
El fragmento pertenece a "La familia de Pascual Duarte", obra escrita por Camilo José Cela en 1942. Para acompañarla hemos elegido un fragmento del Juicio Final de la Capilla Sixtina pintado por Miguel Ángel en la que podemos ver a un condenado arrastrado a los infiernos.
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fragmento - Fuente Original
lunes, 19 de julio de 2021
En la opera ¿mejor parecer italiano?
España ha sido un País bendecido por la abundancia de grandes voces operísticas, desde Placido Domingo o José Carreras a Alfredo Kraus como desde Victoria de los Ángeles o Teresa Berganza a Montserrat Caballé. Pero no siempre fue así el orgullo por nuestra propia identidad. Años después de que una española (luego nacionalizada francesa), la conocida María Malibrán (en la foto de cabecera), resultará todo un acontecimiento en los templos operísticos de toda Europa, a la altura de lo que con los años haría María Callas, en España surgía una moda ciertamente curiosa. Entre los años 1880 y 1885, no era extraño que los cantantes españoles, intentando dar un plus de supuesta calidad a sus facultades vocales, italianizaran sus apellidos de modo que si un tenor se llamaba Bazán pasaba mágicamente a ser Bazzani, Brunet se trastocaba en Brunetti, Rovira pasaba a ser Rubiratto, Pons se tornaba Ponsini y así un largo etc... Una metamorfosis que curiosamente se ha estado dando recientemente en algún caso dentro del mundo de la moda española, pero ese es otro cantar que dejaremos para otro libreto. El caso es que como el asunto no dejaba de tener su gracia y un puntito de ridiculez, no tardaron los agudos cronistas de la época en sacar chanzas de esta vergonzante renuncia a sus raíces de los cantantes y les dedicaron letrillas como la que sigue:
"Gutierrini y Pericini
son, aunque acaben en "ini",
dos españoles cantantes,
que, si malos eran antes,
son ahora... "peorini"
Afortunadamente, otros, como el barítono Carlos Marín, son conocidos con todo orgullo como "Carlitos de España", en este caso por ser el integrante español del grupo "Il Divo", quien por supuesto no oculta su amor por nuestra música más española, la Zarzuela; como muestra dejamos el siguiente vídeo en el que le vemos interpretando el precioso "Vals del Caballero de Gracia" de la obra de Federico Chueca "La Gran Vía".
Dedicado a mi esposa Mariam, ella sabe la "razonini"
Imagen: Tomada de Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original
domingo, 18 de julio de 2021
Buster Keaton y su encuentro con el cine
sábado, 17 de julio de 2021
Noches de boda - Joaquín Sabina
viernes, 16 de julio de 2021
Las últimas palabras de Marlene Dietrich
jueves, 15 de julio de 2021
Sergio Leone y las gabardinas de "Hasta que llegó su hora"
Mas allá de la famosa Trilogía del Dólar, Sergio Leone cuenta en su haber con otro sensacional spaghetti western: "Hasta que llegó su hora" (Once upon a time in the west). Rodada en parte en el almeriense desierto de Tabernas en 1968, resultó técnicamente una película novedosa en varios aspectos y gracias al éxito de las precedentes, Sergio Leone pudo rodar con más medios, lo que sin duda le ayudó a olvidar que le obligaran a postergar un poco más su gran obra "Erase una vez en América". A pesar de ello parece que Leone tampoco podía permitirse muchos lujos. Una de las prendas que ayudan a crear una atmósfera muy especial, justo desde el inicio de la película, son las gabardinas que portan los actores en la escena del apeadero. Si ya antes el poncho de Clint Eastwood no había tenido repuesto y terminó hecho unos zorros tras tres rodajes, en esta película parece que las estilosas gabardinas que usan algunos de los protagonistas, estaban también contaditas. Si no no se comprende la siguiente anécdota.
Poco antes de empezar a filmar la mentada escena, Al Mulock, uno de los actores que debían participar en ella, encontrándose ya totalmente caracterizado y vestido para la misma, decidió repentinamente acabar con su vida y se tiró por la ventana de su habitación de hotel en Guadix. No murió de inmediato por lo que hubo tiempo para su traslado a un hospital. Sergio Leone, creyendo seguramente que la caída no era tan grave, no estuvo por la labor de paralizar el rodaje y como aquellas ropas que llevaba el moribundo actor eran esenciales para la escena que tenía en mente, exigió que se le retiraran antes de que la ambulancia pudiera trasladar al maltrecho actor. En el trayecto al hospital una costilla perforó uno de sus pulmones y murió. Las gabardinas eso sí, con la banda sonora de Morricone de fondo, lucieron espectaculares.
Imagen: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro - Fuente Original
miércoles, 14 de julio de 2021
Julio Cortázar y la juventud
"Estoy de acuerdo con lo que dices
sobre la pérdida del impulso de la primera juventud. Pero cuántas macanas se
hacían en su nombre. (...) Es curioso, yo guardo el recuerdo de mi juventud con
tanta triste ternura como vos, pero hoy en día me siento tanto o más ávido que
entonces. La diferencia es que trato de pegar el tarascón de una sola vez, y no
dar vueltas mordiéndome la cola como los cachorros. Yo creo que la única gran
pérdida son las ilusiones, y a veces las certidumbres, por hermosas que sean,
no alcanzan a reemplazarlas. De todos modos, hay algo innegable: de muchacho
uno no sabe realmente lo que hace. (...) Toda la conciencia vigilante de este
mundo no paga, quizá, aquellos deslumbramientos de los dieciocho años, aquel
valor increíblemente mágico de un pocillo de café en su momento, de una playa,
de una página de un libro. ¿Te acuerdas lo que era recibir entonces el regalo
de un amigo? Era como una salpicadura de divinidad. Las más pequeñas cosas, una
cita, un cumpleaños, un banco de plaza, todo estaba cargado de infinito, no sé
decirlo de otra manera. Uno reía y lloraba de otra manera. No sabes, no puedes
saber lo que despierta en mí el recuento de pasado que haces al final de tu
carta. Cada nombre, cada música, cada episodio que mencionas. Tú eres el único,
ya que los comparte conmigo. Cuántos muertos, cuántos ausentes y cuánto olvido
preparándose en el tiempo. Creo que después de todo tu carta me ha hecho un
poco de daño, del cual no eres culpable."
Fragmento de una carta escrita por Julio Cortázar el 27 de noviembre de 1954 a su amigo, el pintor, poeta y escritor bonaerense Eduardo Jonquières.
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martes, 13 de julio de 2021
"El padre" de Anthony Hopkins, las hojas y Bizet
lunes, 12 de julio de 2021
"Dos cuerpos" de Octavio Paz Vs "El beso" de Gustav Klimt
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.
domingo, 11 de julio de 2021
Kierkegaard Vs Marcel Marceau
"Una vez sucedió que en un teatro se declaró un incendio entre bastidores. El payaso salió al proscenio para dar la noticia al público. Pero éste creyó que se trataba de un chiste y aplaudió con ganas. El payaso repitió la noticia y los aplausos eran todavía más jubilosos. Así creo yo que perecerá el mundo, en medio del júbilo general del respetable que pensará que se trata de un chiste."
Son palabras del filósofo danés y padre del existencialismo Søren Kierkeagard. El pensamiento aparece en su obra Diapsálmata (1843). Para ilustrarlo hemos elegido una foto del francés Marcel Marceau, que no es un payaso talmente, si no el más famoso de los mimos. Conocido también por "Bip", el nombre del personaje que le hizo inmortal, no le hicieron nunca falta palabras para expresar, con absoluta elegancia, todo tipo de sentimientos en el escenario y a pesar de ello decía:
"Nunca hagas hablar a un mimo. No se detendrá"
¿Qué callarán los mimos?
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original
sábado, 10 de julio de 2021
Marilyn Monroe presume de curvas
viernes, 9 de julio de 2021
Miguel Ángel y el azul de "El Juicio Final"
"La perfección no es cosa pequeña, pero está hecha de pequeñas cosas"
Son palabras de Miguel Ángel, quien como es sabido, nunca estuvo muy contento con los encargos recibidos del papado para pintar la Capilla Sixtina; el artista no se consideraba pintor -¡menos mal!- y sentía que aquel encargo le alejaba de su verdadera pasión: la escultura. Veinticinco años después de pintar la bóveda de la Capilla recibió el encargo de pintar "El Juicio Final", una obra en la que habría de invertir cinco años. El dinero que recibía Miguel Ángel por el encargo no era como para tirar cohetes lo que unido a que el coste de los pigmentos para elaborar las pinturas había de salir de su bolsillo provocaba que el artista fuera muy prudente a la hora de elegir que colores usaba, toda vez que no todos los pigmentos tenían ni la misma calidad ni el mismo coste, una limitación que se nota mucho en los austeros colores usados en la bóveda de la Capilla.
Todo cambió cuando la acaudalada familia de los Farnesio llegó al papado con Paulo III y este le dio a Miguel Ángel los recursos necesarios para que pudiera materializar la idea que tenía en mente del Juicio Final en toda su magnificencia y sin escatimar en gastos; solo así pudo costearse el carísimo polvo de lapislázuli, esa pequeño plus con el que Miguel Ángel pintó el cielo de su Juicio y logró dotarlo de ese exuberante azul, convirtiéndose este color en un elemento esencial de una de las obras más extraordinarias de la historia del arte y sin cuya presencia, no cabe duda alguna, no habría sido la misma.
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