martes, 16 de abril de 2024

Miles Davis, las mujeres y el jazz


“Desde el primer compás de un concierto soy capaz de adivinar qué hizo mi batería la noche anterior. Si no ha dormido no le queda nada.... las chicas siempre están ahí para arrebatarle la fuerza a los músicos. Son peligrosas. Por otro lado, son ellas quienes realmente tienen un feeling por la música. Nos hacen componer canciones de amor, todas esas canciones de amor, todas diferentes, son ellas…” 

Son palabras de "El principe de las tinieblas", que es uno de los apodos con el que se conoce al gran Miles Davis, uno de los pilares indiscutibles del jazz. Su disco "Kind of blue" es el álbum más vendido de la historia del jazz. Del be bop, al  jazz fusión pasando por el cool, Miles era un trompetista con una trayectoria profesional tan inclasificable como él mismo: "Rebelde y negro, inconformista, frío y con estilo, airado, sofisticado y ultra limpio, añade el rasgo que quieras: yo era todas esas cosas y más". Un genio, sin duda fanfarrón y orgulloso de si mismo, cruel y vulnerable a la vez y con una única debilidad (aparte de las drogas): las mujeres. 

Arriba lo vemos en compañía de la enigmática Jeanne Moreau, actriz protagonista de "Ascensor para el cadalso" (Un ascenseur pour l'echafaud - 1958), una buenísima película de cine negro francés dirigida por Louis Malle y para la que Davis compuso una sensacional banda sonora. En el vídeo que ponemos a continuación vemos un trocito de la película con el famoso paseo de la diva francesa con la música de Miles Davis de fondo. No cabe duda de que las mujeres son capaces de desatar la inspiración de cualquier hombre con el más sencillo de sus gestos, con tan solo andar por la calle mirando la vida a su alrededor. La película os encantará si se cruza en vuestro camino, pero ya solo la banda sonora de "Un ascenseur pour l'echafaud" es toda una delicia

Hora de ver caminar a la Moreau, con Miles Davis de fondo:


Imagen: Tomada de Pinterest -Fuente Original

domingo, 14 de abril de 2024

De cuando Picasso aún no podía comprarse ni un par de guantes


"Me gustaría vivir como un hombre pobre con mucho dinero" (Picasso)

Y el caso es que con el tiempo, Picasso se hizo un pintor sumamente rico gracias al reconocimiento general y a la elevadísima cotización alcanzada por su obra encontrándose el artista todavía en plenitud creativa, algo que le convertiría en un verdadero mito viviente del arte a imagen de lo que le ocurrió también, antes de morir, a Miguel Ángel. Tan consciente era de su papel en el arte moderno que se ufanaba en decir: "Cuando era un niño mi madre me dijo “si vas a ser soldado, serás general. Si vas a  ser monje, terminarás siendo el Papa”. En lugar de eso, me convertí en pintor y terminé siendo Picasso"

Pero también es cierto que en sus inicios Picasso no estaba sobrado de fondos. En los primeros años del siglo pasado, en aquella época en la que compartía piso con Modigliani en el Bateau-Lavoir y pintaba obras de su periodo azul como "El guitarrista ciego" o los "Saltimbanquis", la economía de Picasso no daba para mucho, tenía para pinturas y poco más, pero a la vez, como todo joven (nació en 1881) tenía una cierta tendencia por aparentar y vestirse a la moda (algo que después creo que dejó un tanto en el olvido) y como quiera que no tenía con qué comprarse el par de guantes que por entonces eran la sensación en el vestuario masculino, llegó a un acuerdo con su amigo Ángel Fernández de Soto, un especie de dandi que quedó inmortalizado en el famoso cuadro "El bebedor de absenta". Cómo quiera que este era poseedor de un par de maravillosos guantes, Picasso, ni corto ni perezoso le propuso que compartieran el par, usando un guante cada uno de ellos. Y así, paseando uno al lado del otro, con una mano esplendorosamente enguantada y la otra desnuda, pero discretamente alojada en el bolsillo del abrigo, paseaban ufanos y risueños por las calles, por supuesto a la última moda…. El tiempo de posar con alpargatas y en calzoncillos, como un rico que vive como si fuera pobre, no había llegado aún para Picasso.

Por cierto, el cuadrito al que hacíamos referencia, este del "Bebedor de absenta" que tenemos arriba a la derecha, fue vendido en 2010 en Christie's por 42'1 millones de euros. ¿Cuántos pares de guantes se podrían comprar con ese dinero? Picasso pensaba de su retratado amigo, el ya citado Ángel Fernández de Soto, que era "un gandul divertido" que vivía más para la juerga y la noche que para el arte. Y ahí lo tienen preparándose su "hada verde" para brindar por todos nosotros. Si Picasso hubiera pintado también el par de guantes sobre la mesa, seguro que hasta podría haberse cotizado más. 

Imágenes: Img 1 - De Wikimedia Commons (CC0) - Img 2 de Flickr (CC BY-NC-SA 2.0)

viernes, 12 de abril de 2024

"Perseo y Andrómeda" de Pierre Puget, "El Miguel Ángel de Francia"


 "El mármol tiembla frente a mí, no importa cuán grande sea la pieza"

La frase podría haber sido firmada por Miguel Ángel y sin embargo corresponde a Pierre Puget, un escultor, pintor y arquitecto barroco que alcanzó tal maestría y versatilidad en las artes, sobre todo en la escultura, que se ganó con el tiempo el sobrenombre de "El Miguel Ángel de Francia", reconocimiento que resulta muy definitorio de su talento en un país en el que abundan los grandes escultores. En esta línea, el escritor y crítico Theofhile Gautier, escribía en 1854, 160 años después de la muerte del escultor: "Pierre Puget se ha convertido en el mayor estatuario de su época y quizás en el artista más francamente francés del que podemos vanagloriarnos"

Buen ejemplo del dominio que Puget tenía sobre el mármol a la hora de trabajarlo es la obra "Perseo y Andrómeda", realizada por encargo de Luis XIV en 1684 y que actualmente se expone en el Louvre. La obra, en la que Puget contó con la ayuda de Christophe Veyrier, es de un notable virtuosismo y dotada de gran movimiento, tal y como ocurría con las obras de Bernini del que Puget recibió enseñanzas y una gran influencia.  

La escultura muestra a Perseo liberando a Andrómeda de la roca a la que había sido encadenada como ofrenda a un monstruo marino a raíz de la jactancia de su madre, Casiopea, que presumía de ser más bella que las Nereidas. Otras fuentes dicen que de quien alababa Casiopea su extremada belleza era de su hija, la propia Andrómeda. El caso es que Poseidón, protector de las Nereidas, molesto por aquellas palabras, inundó las tierras donde vivían los progenitores de Andrómeda con las aguas del mar y envió un monstruo marino (Ceto) de voracidad insaciable que haría estragos entre el ganado. Pronto se supo por el Oraculo de Amón que la única salvación era ofrecer en sacrificio a Andrómeda a aquel monstruo, por lo que la ataron desnuda a una roca a su merced. Cuando Perseo la vio indefensa en la roca se enamoró de ella y tras hablar con sus padres, logró el compromiso de que si la salvaba le sería entregada en matrimonio. Ante el monstruo, Perseo hizo uso de la cabeza de la Medusa que provocó que este quedara convertido en coral. Fue así como la hermosa Andrómeda se convirtió en la esposa del valiente Perseo.

Ya en esta página hablamos de la escultura "Milón de Crotona", una de las obras maestras de Puget, a la que habría que añadir, por ejemplo, su "San Sebastian", ubicado en la genovesa basílica de Santa María Assunta, obra soberbia en la que se puede apreciar igualmente la gran influencia de Bernini.

Imágenes: De Wikimedia Commons - Imagen 1 (CC0) - Imagen 2 (CC BY 3.0)

miércoles, 3 de abril de 2024

Luigi Pirandello, la identidad y las máscaras

 

"Cada uno de nosotros cree ser siempre el mismo. Y somos uno distinto con cada persona. Nos hacemos ilusión de ser siempre el que creemos ser. Y siempre nos equivocamos"

"Cada uno de nosotros cree que es uno solo, pero eso es una asunción falsa; cada uno de nosotros es tantos, tantos, cuantas son todas las potencialidades del ser que hay en nosotros... Conocemos únicamente una parte de nosotros mismos, y con toda probabilidad, la menos significativa".

"Ser es hacerse el ser que se es y ningún otro"

"¿Qué hace el hombre? Aun cuando sea viejo, siempre está febril; ansía algo, pero sin verse a si mismo; no puede evitar tomar una actitud incluso ante su propio ser, y representa infinidad de papeles que él desea creer auténticos y dignos de ser tomados en serio"

Son palabras del dramaturgo italiano Luigi Pirandello (1867-1936), para el que el ser humano siempre fue un collage de distintas máscaras superpuestas e intercambiables. Logró el Nóbel de literatura en 1934 "por su poder casi mágico para convertir el análisis psicológico en buen teatro". El escritor, siempre humilde y un tanto melancólico, se mostraba, como decía Horacio Hotheguy: "obsesionado por la relatividad de la verdad, la crisis de la identidad, la imposibilidad de ser uno mismo... llevando a planos realistas, la dramática discusión del hombre con su angustia más intima". Su teatro, según sus palabras estaba repleto de todas esas tensiones:

“…Cuando un hombre vive, vive y no se ve vivir. Ahora bien, colocad un espejo ante él y haced que se vea a sí mismo en el acto de vivir y, conmovido por sus pasiones, o se quedará atónito y sin habla ante su propio aspecto, o apartará la vista para no verse, o escupiendo con repugnancia a su propia imagen cerrará el puño como si fuese a golpearla; y, si ha llorado, ya no podrá seguir llorando; y si reía, ya no podrá seguir riendo, y así sucesivamente. En una palabra, se producirá una crisis… Esa crisis es mi teatro”

Pirandello sufrió intensamente la locura de su esposa Antonietta a cuyo cuidado se consagró hasta la muerte de ésta, negándose a ingresarla en un sanatorio mental a pesar de los comportamientos hirientes que esta, en sus desvaríos, tenía para el escritor: 

"Hay momentos en que dudo de mi propia razón. ¿Cuál es mi personalidad real? ¿La que he vivido hasta ahora o el fantasma despreciable, mezquino y engañador creado por la locura de mi mujer?"

Su obra más conocida es "Seis personajes en busca de autor" y en torno a ella explicaba la dificultad del acto de crear buceando en su propio yo:

"Queridos amigos, hacer una obra teatral es muy difícil. Y aunque yo haya escrito mas de cincuenta, puedo deciros que cada vez que inicio un drama, los fantasmas de los personajes y sus circunstancias no me dejan en paz. Sé que salen de mi interior, pero he aquí que también, sé que antes convivieron conmigo, día a día, a lo largo de la vida (...). No basta con captar la idea que uno presiente con cierta claridad, también es necesario observar minuciosamente todo lo que ocurre alrededor y sacar conclusiones generales. pero aun entonces la tarea esta lejos de acabar. Las criaturas de mi imaginación, igual que los "seis personajes" tienen una voluntad propia; no se coordinan de una manera armónica, sino que cada una piensa en si misma como núcleo de toda la obra. Y aun cuando haya logrado encuadrar armónicamente a los personajes, ¿cómo voy a encerrarlos, matarlos, dentro de los moldes convencionales?; ¿cómo invento para ellos una nueva escena, un nuevo lenguaje?"

Fue la muerte, junto a la identidad y la locura, uno de los ejes de la obra de Pirandello, y para aquella escribió su última escena: "Ultimas voluntades que han de respetarse":

"Que mi muerte transcurra en silencio; ruego a los amigos, a lo enemigos, no hablar de ella en los periódicos, no darse siquiera por enterados. Ni anuncios, ni participaciones. No se me debe vestir después de muerto. Envuélvaseme desnudo en una mortaja. nada de flores sobre el lecho y ningún cirio encendido. Coche fúnebre de infirma clase, el de los pobres. Desnudo. Y que nadie me acompañe, ni parientes, ni amigos. El coche, el caballo, el cochero y nada más. Quemadme. Y no bien arda mi cuerpo, que se disperse. Querría que nada, ni siquiera las cenizas, quede de mí. Pero si esto no puede hacerse, que la urna cineraria sea llevada a Sicilia y empotrada en la piedra bruta de la Campiña de Girgenti, donde nací"

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público CC0 en la Fuente Original