jueves, 30 de junio de 2022

Charlton Heston: Cuando no hay Din sin Don

 

No son pocos los que tienen un cierto desprecio por la figura de Charlton Heston a quien nunca le perdonaron su presidencia de la Asociación Nacional del Rifle, sobre todo después de que Michael Moore utilizara a su antojo e interés unas imágenes de una reunión de esta asociación en el documental "Bowling for Columbine", dando una imagen ciertamente distorsionada de una actor que fue de los pocos del star system de su tiempo que fue capaz de coger una pancarta y marchar a favor de los derechos civiles de las personas de raza negra. Hoy os traigo otra anécdota que da una idea de cómo era el talante de este actor, que por supuesto tendrá sus claros y sus oscuros, como todos, pero que no se merece una demonización tan salvaje como la que sufrió en los últimos años de su vida.

Charlton Heston fue uno de los protagonistas de la película "55 días en Pekin" (Nicholas Ray - 1963), una superproducción en la que compartió cartel con Ava Gardner y David Niven. Para la filmación se había elegido los exteriores de Madrid, concretamente las Rozas, y muchos de los extras eran de la zona, amén de un gran número de asiáticos que llegaron al film de forma ciertamente rocambolesca y que contaremos en otra entrada en un futuro próximo.

En este entorno, Heston se movía por el lugar con un chófer español llamado Ricardo Pérez, con el gustaba de chapurrear algunas palabras en su aún deficiente castellano, de modo que en uno de sus viajes, se dirigió al chófer y le dijo en castellano:
- ¿Cómo va, viejo? ¿ Todo en orden?"
- " Bastante bien, señor, solo que hace cinco semanas que no me pagan". le contesto el chofer
- "¡Cinco semanas! ¿Por qué no me lo has comentado antes? Espera, ni arranques. Iré a decírselo al señor Prades"

La película estaba producida por Samuel Bronston y Jaime Prades era uno de sus hombres de confianza. Cuando Heston trató el asunto con Prades, este se le mostró aparentemente indignado y le aseguró que su chófer cobraría de inmediato el dinero que se le debía.

Una semana después Heston le preguntó al chófer:
- ¿Has cobrado ya los atrasos?
- No señor, Nadie quiere hablarme del asunto. Ya son más de seis semanas"
Heston, visiblemente enfurecido volvió al despacho de Prades y le dijo:
- "Jaime, ¿qué diablos pasa aquí? ¿Lleváis gastados no sé cuantos millones en esta película y le regateáis el dinero a un pobre chófer que trabaja por poco dinero a la semana?

Prades, de nuevo puso cara de circunstancias y le prometió, enfadado con la situación, una pronta solución, pero curiosamente esta no tuvo lugar y el chófer seguiría igual durante un tiempo. Finalmente Charlton Heston se presentó de nuevo ante Prades, no creo que llevara un rifle en la mano cosa que todos hubiésemos entendido, pero si que me lo imagino con cara de pocos amigos. Prades en cuanto lo vio dijo:

"¡Chuck! ¡Por favor, por favor, no me digas que tu pobre Ric todavía no tiene su dinero!".
- "No, Jaime", respondió Heston, "Ric ya ha cobrado. Le he pagado yo. Lo que le debíais y un mes por adelantado. Ahora no le debéis nada a él, me lo debéis a mí. Me gustaría cobrar ahora mismo, por favor".

Prades, no supo que decirle al actor, simplemente se limitó a pagarle el dinero que le debía justo en ese momento.  Lo dicho, no hay din sin don.

Imagen: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro: Fuente Original

lunes, 27 de junio de 2022

Betty Grable, la chica de las piernas del millón de dólares


 

Durante la Segunda Guerra Mundial, época por excelencia de las "pin ups", una de las estrellas más famosas entre la soldadesca era Betty Grable; ni tan siquiera las soberbias Marilines, Ritas, Lanas o Charises podían competir con los posters de aquella chica en bañador, que oportunamente fotografiada de espaldas, presumiendo de sus piernas y alrededores, parecía invitar, digamos que picaronamente, a seguirla con aquella miradita que nos lanzaba por encima de su hombro derecho. Era la foto que copaba la mayoría de las taquillas de las calenturientas fuerzas "armadas" estadounidenses, llegando a ser conocida como "La chica de las piernas del millón de dólares". Acerca de su talento como actriz ella misma decía: "Soy una chica de canto y baile. Puedo actuar lo suficiente para salir adelante. Pero ese es el límite de mis talentos". Pero también era consciente de sus fortalezas, de sus activos e intentaba sacarles todo el partido posible: "Tengo dos buenas razones para el éxito, y estoy de pie sobre las dos". "Mis piernas me hicieron".

El estupendo diccionario de actores cinematográficos de Manuel Gutierrez Silva dice de esta singular popularidad de la actriz: 

"Comenzaba una década (la de los 40) durante la cual Betty se colocó entre las estrellas más populares de Estados Unidos, muy especialmente en los años de la guerra y por razones de índole casi sociológica. Las mediocres comedias musicales que interpretó daban al público la distracción sin aditivos que éste buscaba (…) Constituye el ejemplo de la actriz sin especial talento interpretativo que sin embargo gustaba al público americano de entonces por su sencillez, su relativa simpatía y, sobre todo, sus famosas piernas, aseguradas por la Fox a un precio millonario en la compañía Lloyd's de Londres. Tanto es así que una foto de la estrella en bañador (la que encabeza este post) enloqueció a los soldados durante la guerra, y la imagen de la rubia adornó las paredes de muchos barracones para levantar los ánimos (y seguramente algo más…) Es por ello que a las starlettes que posaban en aquellos posters se las conoce como pin up girls, término que en 1944 daba titulo precisamente a un film de la pin-up por excelencia: Betty Grable. Y es que , frente a la sofisticación ambigua y de aires europeos de Garbo o Dietrich, los reclutas preferían el erotismo ingenuo y agradablemente provinciano de Betty, la buena chica optimista y sanota que les traía el aroma hogareño de Minnesota o de Kansas, y que se parecía más a las camareras, dependientas y empleadas de fabrica con las que ligaban los días de permiso"

La foto a la que se hace alusión en el anterior texto llegó a ser incluida por la revista Life en su lista de las 100 fotografías que cambiaron el mundo y fue obra del fotógrafo de estudio Frank Powolny. Zanuck produjo para ella y sus piernas, varias decenas de lujosos musicales en tecnicholor resultando uno de los últimos el exitoso "Como casarse con un millonario" en el que era acompañada por Lauren Bacall y una Marilyn que pujaba decididamente por quitarle su lugar en los sueños eróticos de los americanitos. 

El ocaso de la carrera de Betty estuvo marcado por las disputas con los ejecutivos del estudio que la hacían trabajar hasta el agotamiento. La cosa llegó a tal punto que en medio de una discusión con Darryl F. Zanuck, ella le tiró su contrato y salió furiosa de su despacho. De manera gradual fue dejando el cine, pasó a la televisión y destacó en Las Vegas.

Estuvo casada con Jackie Coogan, aquel maravilloso chavalín que hizo con Charlie Chaplin la película "El chico". Tras divorciarse de este se casó con el sensacional trompetista de jazz Harry James. En 1973 fue ingresada en repetidas ocasiones por problemas médicos que terminaron por empeorar y finalmente provocarle la muerte. En el banco tenía una caja de seguridad y en su interior se encontró una nota en la que se podía leer: "Lo siento, no hay nada más". Había llegado a ser conocida como Lady Taquilla, hizo ganar millones a los estudios para los que trabajaba, alegró a toda una generación, pero sus últimos días pasaron entre serias dificultades económicas. Como diría Sinatra: "That's life"....


Imágenes: Img 1 de Wikimedia Commons (CC0) - Img 2 e Img 3 Cortesía de Doctor Macro

sábado, 25 de junio de 2022

Luca Brasi, un matón de la Mafia en el reparto de "El Padrino"

 

"Realmente, Luca Brasi era un hombre capaz de asustar al mismo diablo. De corta estatura y cuadrado, su sola presencia llevaba la intranquilidad a cualquier ambiente. Sus ojos eran color marrón pero fríos como el hielo. Su boca, más que cruel, parecía sin vida; delgada, como de goma y de color morado. Tenía fama de ser un hombre terriblemente violento y era legendaria su devoción por Don Corleone. De hecho, en sí mismo era una de las bases sobre las que se asentaba el poder del Don. No había muchos como él. No temía a la policía, ni a la sociedad, ni a Dios, ni al infierno; no temía ni amaba a nadie. Pero había elegido, había escogido temer y amar a Don Corleone."

Así describía Mario Puzo al temible Luca Brasi en la novela "El padrino", un personaje de extraordinaria importancia y fuerza tanto en el relato original como en la película, en la que curiosamente había algún que otro personaje que, salvo en el banquillo y ante el juez de turno, nunca habían actuado. El "actor" que dio vida al despiadado y leal matón Luca Brasi, brazo ejecutor de la familia Corleone cuando ofrecían un trato que nadie pudiera rechazar... manteniendo esperanzas de seguir con vida, es un buen ejemplo de ello. Coppola se encontró con que el actor que, según sus planes, iba a encarnar a este personaje murió antes de realizar sus escenas y se vio obligado a buscar un sustituto con rapidez.
 
En el set de rodaje no eran pocos los matones de la mafia que controlaban que la película no tomara derroteros indeseados (de hecho la película es muy generosa para con la organización, de la que ofrece una visión nada negativa), y uno de aquellos "soldati" era un antiguo luchador de wrestling, Lenny Montana, grande y de aspecto y modales primarios, que se había reconvertido en matón de la familia Colombo y según las malas lenguas, en un singular pirómano amigo de amarrar un objeto empapado en queroseno a la cola de un ratón, darle fuego y echarlo a correr por el edificio que debía ser quemado, aunque otras veces simplemente colocaba una vela encendida delante de un reloj de cuco, para que cuando este diera la hora cayera sobre los cortinajes y produjera su fatal resultado. 

El caso es que, a los ojos de Coppola, aquel sujeto reunía las cualidades necesarias para encarnar a su tenebroso Luca Brasi y además, el hecho de contratarlo, suavizaba la tensión con todos aquellos controladores de sombrero borsalino que frecuentaban la filmación.

Lenny Montana se puso tan nervioso al saber que tendría que actuar delante de Marlon Brando que no paraba de repetir una y otra vez su frase. Coppola que lo vio en tal trance se dio cuenta de que aquellos nervios definían a un personaje que, a pesar de ser sanguinario si era necesario, también mostraba sus pocas luces y una lealtad inquebrantable para con su Don al que respetaba y temía por encima de todo, de modo que encargó modificar el guion para introducir aquella faceta del personaje.

"Don Corleone, me honra y le agradezco que me haya invitado a su casa, para la boda de su hija. Ojala el primogénito sea varón."

Eso era, más o menos, todo lo que tenía que decir, y cuando llegó el momento de filmar, sus nervios volvieron a aparecer y a trompicones dijo su texto como bien pudo. Coppola supo que era mejor no tocarlo, que era un momento sensacional tal y como se había desarrollado y así es como lo vemos en la pantalla. Y es que no tiene precio ver a un verdadero matón de la mafia con tembleque de piernas por tener que decir unas líneas delante de Don Vito. Un personaje, este Brasi, que redondea más si cabe la obra, lastima que finalmente, en la película, tuviera que "dormir con los peces".




En el libro, la escena se describe así:

"Una vez en presencia del Don, el terrible Brasi se convirtió en manso cordero. Dio la enhorabuena a Don Corleone y expresó su esperanza de que el primer vástago fuera un niño. Luego entregó al Don un paquete lleno de dinero como obsequio para los recién casados. Había logrado su objetivo.

Hagen se dio perfecta cuenta del cambio operado en Don Corleone, quien recibió a Brasi tal como un rey saludaría a un súbdito que le hubiese prestado un gran servicio, es decir, guardando las distancias pero con respeto y consideración. Todos los gestos, todas las palabras de Don Corleone indicaban a Luca Brasi con toda claridad que se le valoraba en gran medida. El Don no mostró sorpresa ni por un momento ante el hecho de que el regalo le fuera entregado personalmente. Lo comprendía.

La suma que había en el sobre superaba, casi con toda seguridad, la de los demás sobres. Brasi había pasado muchas horas decidiendo cuál sería la suma más adecuada, teniendo en cuenta, claro está, lo que probablemente darían los demás. Quería ser el más generoso, para demostrar el alcance de su respeto, y ésa era la razón por la que había querido entregar en persona su sobre al Don, torpeza que el Don supo disculpar. Hagen vio que el rostro de Luca Brasi mudaba su expresión, por lo general siniestra, por otra casi alegre y amable. Antes de salir de la estancia, el hombre besó la mano del Don mientras Hagen, prudente, le dedicaba una amistosa sonrisa que Brasi agradeció con una mueca cortés de sus finos y amoratados labios.

Cuando la puerta se cerró detrás de Luca Brasi, Don Corleone lanzó un suspiro de alivio. Aquél era el único hombre del mundo capaz de ponerle nervioso; era una fuerza de la naturaleza, una fuerza que nadie podía controlar del todo. Al tratar con él, era preciso poner el mismo cuidado que al manejar dinamita. El Don se encogió de hombros. También era posible hacer estallar dinamita sin peligro alguno, si llegaba el caso. "

Imágenes: De Wikimedia Commons - Img 1: (Uso Justo) - Img 2: (CC0)

viernes, 24 de junio de 2022

Fragmento de "El Paraíso perdido" de John Milton

 

"El Todopoderoso le arrojó de la etérea bóveda, envuelto en abrasadoras llamas; y con horrendo estrépito y ardiendo, cayó en el abismo de perdición, para vivir entre diamantinas cadenas y en fuego eterno, él, que osó retar con sus armas al Omnipotente.

Nueve veces habían recorrido el día y la noche el espacio que miden entre los hombres, desde que fue vencido con su espantosa muchedumbre, revolcándose en medio del ardiente abismo, aunque conservando su inmortalidad. Condenado quedaba empero a mayor despecho, toda vez que habían de atormentarle el recuerdo de la felicidad perdida y el interminable dolor presente. Dirige en torno funestas miradas, que revelan inmensa pena y profunda consternación, no menos que su tenaz orgullo y el odio más implacable; y abarcando cuanto a los ojos de los ángeles es posible, contempla aquel lugar desierto y sombrío, aquel antro horrible, cerrado por todas partes y encendido como un gran horno. Pero sus llamas no prestan luz, y las tinieblas ofrecen cuanta es bastante para descubrir cuadros de dolor, tristísimas regiones, lúgubre oscuridad, donde la paz y el reposo no pueden morar jamás, donde no llega ni aun la esperanza, que donde quiera existe. Allí no hay más que tormentos sin fin, y un diluvio de fuego alimentado por azufre, que arde sin consumirse.

Tal es el lugar que la Justicia eterna había preparado para aquellos rebeldes; y allí ordenó que estuviera su prisión en las más densas tinieblas, tres veces tan apartada de Dios y de la luz del cielo, cuanto lo está el centro del universo del más lejano polo. ¡Oh! ¡qué diferencia entre esta morada y aquella de donde cayeron!"

El fragmento pertenece a "El Paraíso perdido", la famosa obra de John Milton (1608-1674) publicada en 1667, un poeta inglés que tenía claro que el cielo y el infierno pueden mostrarse también ante nosotros sin la necesaria intervención de demonios o divinidades y así decía: "Nuestra mente, en sí misma, puede hacer un cielo de los infiernos y un infierno de los cielos".

En la imagen superior se puede ver la ilustración que Gustave Doré hizo para este pasaje, en el que se puede ver al Arcángel San Miguel lanzando fuera del cielo a los ángeles rebeldes. Y cerrando la entrada aparece la escultura conocida como "El ángel caído" (1877), obra de Ricardo Bellver  ubicada en el madrileño Parque del Retiro. 


Imágenes: De Wikimedia Commons: Img 1 (CC0) - Img 2 -recortada- (CC BY-SA 3.0)

jueves, 23 de junio de 2022

El cine según Stanley Kubrick en diez frases


 

"Desde el inicio hasta el final de una película, mis únicos límites son aquellos que me imponen la cantidad de dinero de que dispongo para gastar y la cantidad de sueño que necesito. Algo te importa o no te importa, y sencillamente no sé dónde marcar la frontera entre esos dos puntos"

"No importa que los actores no sepan sus líneas o que no las conozcan bien. Un actor sólo puede hacer una cosa cada vez. Incluso cuando sabe sus líneas lo suficientemente bien como para decirlas mientras piensa sobre ellas, siempre se encontrará con que tiene que lidiar con las emociones que marcan la toma. En una escena con fuerte carga emocional, siempre es mejor poder rodar tomas completas para permitir al actor mantener una emoción continua, y es raro que un actor llegue a este punto más de una o dos veces. Hay, empero, escenas que se benefician de las tomas extra, pero incluso en estas no estoy seguro de que las primeras tomas no sean más que ensayos a los que se les añade la adrenalina de estar siendo grabado por la cámara"

"Cuando se piensa en los mejores momentos de una película, creo que casi siempre se relaciona con las imágenes en lugar de escenas, y ciertamente nunca en los diálogos. Lo mejor que una película sabe hacer es utilizar las imágenes con la música y pienso que esos son los momentos que recuerdas. Otro elemento es la forma en que un actor hizo algo: el modo en que Emil Jannings sacó su pañuelo y se sonó la nariz en The Blue Angel (1930), o los maravillosos giros lentos que Nikolay Cherkasov hizo en Ivan The Terrible (1944)."

"Creo que Bergman, De Sica y Fellini son los únicos tres cineastas de todo el mundo que no son solo oportunistas artísticos. Con esto quiero decir que no solo se sientan y esperan a que llegue una buena historia para luego hacerla. Tienen un punto de vista que se expresa una y otra y otra vez en sus películas, y ellos mismos escriben o tienen material original escrito por ellos."

"Cuando ruedas una película, lleva varios días adaptarse al personal con el que estás, porque es como desnudarse en frente de cincuenta personas. Una vez que ya te has acostumbrado, la presencia de otra persona en el montaje es disonante y crea autoconciencia en los actores."

"Los actores son principalmente generadores de emociones, y mientras que algunos están siempre afinados y listos, otros llegarán a un nivel óptimo solo en una toma que nunca volverán a realizar de la misma forma, independientemente de cuánto lo intenten."

"Creo que es necesario ver todo el problema que supone llevar una historia a la pantalla. El problema comienza con la elección del lugar; continúa con la creación de la historia, las tomas, los vestidos, la fotografía y la actuación. Y cuando la película está rodada, está sólo parcialmente acabada. Creo que la postproducción es sólo la continuación de la dirección de una película. Creo que el uso de los efectos audiovisuales y los títulos principales son parte de la forma de contar la historia. Creo que la fragmentación de este trabajo, que sea llevado a cabo por diferentes personas, es algo perjudicial."

"Pienso que la mejor trama es que no haya trama. Prefiero un comienzo tranquilo, que se vaya metiendo en la piel de los espectadores y que los envuelva de tal forma que puedan apreciar las notas de gracia y los tonos suaves, para que no tengan que ser golpeados con giros en la trama o herramientas de suspense"

"La esencia de las artes escénicas es permitir que una idea llegue a la gente sin que la idea se explique claramente. Si algo se dice directamente, deja de ser tan potente como cuando dejas que la gente lo descubra por su cuenta"

"Una de las cosas que siempre encuentro difíciles, una vez que la obra está terminada, es cuando un periodista o un crítico pregunta: «¿qué estabas intentando decir en la película?» Sin intentar parecer demasiado presuntuoso con esta analogía, me gusta responder lo que T.S. Eliot dijo a alguien que le había hecho esa pregunta. Creo que era acerca de The waste land, una pregunta sobre qué quería decir con el poema. Él respondió: «quise dar a entender lo que dije». Si pudiera decir lo mismo de manera diferente, lo habría hecho"

En la imagen se puede ver a Stanley Kubrick en el set de rodaje de "Senderos de Gloria" (1957)

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

miércoles, 22 de junio de 2022

Isabelle Adjani: "La sublime"

 

"No es que tenga miedo de dejar de ser guapa, ¡siempre he tenido miedo de no serlo!"

Son palabras de la francesa Isabelle Adjani (1955), sin duda una de las mejores actrices europeas y también una de las más bellas. Esta misteriosa actriz, celosa de su vida privada como pocas, llegó a ganar cinco veces el prestigioso Premio César y fue nominada en dos ocasiones a los Oscar, con lo que no es de extrañar que a partir de los años 70 fuera apodada "La sublime". "Hay muchas actrices que sólo existen para ser dirigidas o deseadas", decía la actriz que puede que consiguiera las dos cosas. Entre su filmografía es imposible no recordar trabajos como "Diario intimo de Adela H" - 1975- (a la que pertenece la fotografía con la que acompañamos esta entrada), "El quimérico inquilino" -1976- "Nosferatu, fantasma de la noche" -1979- "Camille Claudel" (1988) y sobre todo "La reina Margot" -1994-. Sobre las diferencias que a su parecer pudieran existir entre las películas europeas y las estadounidenses decía:

"Para mí, no hay diferencia, porque en ambos casos sigo siendo yo misma. Pero como los presupuestos americanos son más importantes, todo está en proporción y mucho más jerarquizado, con un star system que, en el fondo, sólo existe allí, y que trae consigo unas limitaciones y una disciplina desconocidas en los platós europeos. En Europa, hay, incluso para una estrella, límites que no se pueden sobrepasar, o uno corre el riesgo de ser rechazado por la tripulación. En Estados Unidos, la tripulación es realmente un proletariado al servicio del star system, un sistema que funciona como una verdadera dictadura y que nadie, por cierto, parece desafiar. Nadie dice que no, nadie dice que pare. Es muy extraño."

Imagen: De Flickr -deepskyobjet- : (CC POR 2.0): Fuente Original

martes, 21 de junio de 2022

"No decía palabras" - Luis Cernuda


 

No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza
porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.


El poema, obra de Luis Cernuda, tiene por título "No decía palabras" y la fotografía que lo acompaña es de Brassaï: "Pareja en un café cerca de la Plaza de Italia"

Imagen: De Flickr -rocor- (CC BY-NC 2.0)

sábado, 18 de junio de 2022

El Sargento Hartman de "La chaqueta metálica"

 

"Soy el sargento de artillería Hartman, vuestro instructor jefe. A partir de ahora únicamente hablaréis cuando se os hable, y la primera y la última palabra que saldrá de vuestros sucios picos será señor. ¿Me entendéis bien, capullos?
Reclutas: ¡Señor, sí, señor!
Sgto. Hartman:¡Qué coño, no os oigo! ¡Gritad como si tuvierais huevos!
Reclutas:- ¡Señor, sí, señor!
Sgto. Hartman: Si alguno de vosotros, nenas, sale de esta isla, si sobrevivís al entrenamiento, seréis como armas, ministros de la muerte, siempre en busca de la guerra. Pero hasta ese día, sois una cagada. Lo más bajo y despreciable de la Tierra, ni siquiera algo que se parezca a un ser humano. Solo sois una cuadrilla de desgraciados, una panda de mierdas inútiles pasadas por agua. Como soy muy duro, sé que no voy a gustaros, pero cuanto peor os caiga, mejor aprenderéis. Soy duro pero soy justo, y aquí no hay ninguna intolerancia racial, no desprecio a nadie porque sea negro, judío, latino o chicano. Aquí todos sois igual de insignificantes. Y mis órdenes son acabar con todos aquellos que no sean capaces de dar la talla en mi amado cuerpo. ¿Me entendéis, capullos?"

Sin duda alguna, uno de los atractivos de "La chaqueta metálica" (1987), la sensacional película de Stanley Kubrick, es el periodo de instrucción de los soldados en la primera parte del film. Dos personajes se fijan en nuestra memoria con una fuerza inmensa: el soldado patoso al que daba vida Vincent D'Onofrio y el Sargento Hartman, el inflexible y durísimo instructor de artillería. El actor que daba vida a Hartman, Ronald Lee Ermey (1944- 2018 - EEUU), era ciertamente un sargento instructor de los marines ya retirado por las heridas recibidas en su estancia en Vietnam y Okinawa. Sus estudios de arte dramático le valieron para hacer papales de rol militar en "Los chicos de la compañía C" y "Apocalipse Now" previos a su elección para "La chaqueta Metálica".

Se cuenta que para dar más realismo a las secuencias de adiestramiento de los reclutas, el propio Ermey decidió no confraternizar con ninguno de los actores que participaban en las escenas; no se veían ni comían juntos, de modo que la única visión que tenían del brutal instructor es cuando aparecía enfundado en aquel impresionante uniforme lanzando improperios a diestro y siniestro. El resultado fue memorable y los actores ciertamente se ponían tan nerviosos y temerosos como lo harían verdaderos reclutas ante los gritos y gesticulaciones de un instructor todopoderoso, tanto, que a veces hasta olvidaban sus frases. 

Después de participar en más de 70 películas e incluso dar voz a los soldaditos de Toy Story, se puede decir que Ronald Lee Ermey era ya más un actor que un militar y a pesar de ello y del paso de los años, el propio Ermey contaba que cuando coincidía casualmente con alguno de los actores de "La chaqueta metálica" que tuvo bajo su "instrucción", todavía ninguno de ellos le dirigía la palabra. Su Sargento Hartman es sin duda un personaje icónico e inimitable aunque muchos otros actores lo intentaran hasta la saciedad.

Como complemento os dejamos este vídeo en el que el iracundo Sargento Hartman "toma contacto" con sus soldados. 


Imagen: De Flickr - Père Ubu - (CC BY NC 2.0) - Fuente Original

viernes, 17 de junio de 2022

Quentin Tarantino, sus personajes y los actores.


 

"Hay actores que quieren que se les diga todo. Otros no quieren que se les diga nada. Soy yo quien ha creado los personajes, se más sobre ellos de lo que los actores podrán saber jamás. Ellos pueden convertirse en los personajes, pero el experto soy yo. Son "mis" personajes, no "sus" personajes. Los autorizo a interpretarlos exactamente igual a cómo lo hace un actor de teatro. Stanley Kowalski no pertenece a Marlon Brando. Vito Corleone, en cambio si le pertenece"

Cita de Tarantino obligada después de ver su "Django desencadenado", una película plagada de personajes intensos y sensacionales. La fotografía es obra Jean-Baptiste Mondino y formaba parte de la fase de promoción de "Malditos bastardos". La frase ha sido tomada de la revista "Dirigido por" (febrero 2013).

Imagen: De Flickr - (Laura Loveday) - (CC BY-NC-SA 2.0) - Fuente Original

jueves, 16 de junio de 2022

Charles Chaplin o el arte de hacer reír

 

La genialidad no pocas veces consiste en ver las cosas desde un ángulo diferente al de la mayoría. Se cuenta que en cierta ocasión el guionista de cine Charles MacArthur fue a ver a Charles Chaplin a fin de que le diera consejo sobre como manejar algunas escenas cómicas:

"- ¿De qué se trata? - le preguntó Chaplin

- Pongamos un ejemplo - se explicaba Charles MacArthur- ¿Cómo podría lograr que una mujer gorda que caminara por la 5ª Avenida resbalase con una piel de plátano y eso moviera al público a la risa? Eso se ha hecho ya miles de veces, no tiene misterio, todo el mundo sabe qué sucederá nada más ver aparecer a la mujer gorda en la pantalla.... ¿Cómo lograrlo? ¿Cree que podría mostrar en primer lugar la piel de plátano, luego a la gorda y, después el resbalón? No parece muy original. ¿Y si muestro primero a la gorda, luego la piel de plátano y, finalmente, el resbalón?

- No exactamente, pero sí, -respondió Chaplin-. Primero se muestra a la gorda acercándose a la piel de plátano, luego la propia piel de plátano. Finalmente, plano de la gorda y la piel de plátano a la vez... Ella se detiene ante la piel de plátano, da un paso a un lado para evitarla pero sin quitarle la vista de encima, ¡y zas! va y se cae por el agujero de una alcantarilla"

En la foto podemos ver a Charlot junto a su perro "Scraps" en una imagen de "Vida de perro" - 1918.

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0)- Fuente Original

miércoles, 15 de junio de 2022

Víctor Mature: ¿El peor actor del Hollywood clásico?

 

Víctor Mature  era un actor sobre el que siempre se vertieron muchas críticas negativas. Por estupendo que apareciera en títulos como "Pasión de los Fuertes" (su papel como Doc Holiday es memorable), "Una vida marcada" (injustamente olvidada), "El beso de la muerte", "Sinuhé el egipcio" o en su abanico de películas de temática bíblica, entre las que destacan "La túnica sagrada" y "Sansón y Dalila", no fueron pocos los que mantenían que era uno de los peores actores del Hollywood de los años 40 y 50 y que ante la pantalla su único recurso dramático se limitaba a encoger y distender torpemente los músculos frontales. El propio Mature terminó por jugar con dichos comentarios cuando en una ocasión, al intentar entrar en un selecto restaurante (otros dicen que a un club de golf) y ser rechazado por su profesión de actor, alegó: "No soy actor, tengo sesenta y cuatro películas y cientos de artículos de crítica de cine que así lo avalan". Los comentarios que le dedicó Groucho Marx tampoco le ayudaban: "No me gustó "Sansón y Dalila". Sansón tiene más pechos que Dalila". A pesar de todo ello, parece que uno de los grandes recursos de Mature, era su voz, algo que aquí nos perdimos con los doblajes. Tenía una soberbia voz de barítono de la que según cuenta Barbara Leaming, se dijo en Broadway: "Cada vez que abre la boca para hablar, su voz te traspasa igual que una dosis de coca. ¡Qué bestia" Y quien duda que una buena voz es un tesoro en la pantalla, capaz de hipnotizar a más de un espectador.

Pero más allá de sus controvertidas cualidades actorales, Mature fue protagonista de alguna divertida anécdota. Una de las bazas de Mature para destacar era su gran estatura, medía 1'88 mts y le decían "The Hunk" (el grandullón). Orson Welles, que medía 1'92 mts, rodó con él la película "Los tártaros" (1961- Richard Thorpe), y parece que Mature se sentía un poco incomodo y acomplejado ante la presencia de Welles, lo que le llevó a tomar actitudes un tanto risibles. Lo cuenta el propio Orson Welles:

"Alguien del departamento de vestuario le dijo a Víctor Mature, falsamente que yo me había hecho arreglar mi calzado para parecer unos cinco centímetros más alto. Él se hizo arreglar las sandalias que debía llevar en esa escena para ganar ocho centímetros de estatura y la consecuencia fue que casi no podía andar con ellas. Eran unas sandalias realmente cómicas con las que uno parece una de esas chicas cariocas en sostén que bailan durante el carnaval. Apenas podía cruzar el plató con ellas, pero estaba dispuesto a parecer más alto que yo a toda costa. ¡Sin pararse a leer el guion, con lo que hubiera visto que en todas nuestras escenas juntos yo siempre aparezco sentado en el trono! Y, para colmo, cuando llegó la escena en la que nos batíamos a espada, el doble que lo sustituyó era absolutamente más bajo que yo...."


Fuente: Revista "Imágenes de actualidad" del mes de noviembre 2012 y "Casa de citas - Hollywood habla" de Lluis Bonet Mojica.
Imágenes: Img 1 de Wikimedia Commons (CC0) - Img 2: Cortesía de Doctor Macro

martes, 14 de junio de 2022

Alfred Hitchcock: Suspense en el ascensor

 

Alfred Hitchcock, al que vemos en la imagen preparando una escena de su película "Los pájaros" ("The birds" - 1963), era un maestro en jugar con las emociones de los demás, en crear inquietud y desasosiego incluso en las situaciones más inverosímiles. Un ejemplo es la broma que solía representar el director cuando se subía a un ascensor con otras personas desconocidas. Al arrancar el mecanismo empezaba a contarle a su acompañante, que ya sabía de la broma:

"La sangre había salpicado las paredes, se vació sobre el suelo, no dejaba de manar de su boca y su nariz”.

 Continuaba el relato dando otros datos de una situación verdaderamente macabra, y regulaba su extensión para concluir en el piso donde se tenían que bajar con un comentario del tipo:

“Así que tuve que cogerle la cabeza y le pregunté qué le había pasado”.

Evidentemente cuando el ascensor llegaba a su destino y se abrían las puertas nadie quería salir del ascensor, todos estaban presos de la curiosidad por saber que le podía haber ocurrido a aquel pobre desdichado del que se hablaba. Tras un par de intensos segundos, una vez conseguido el efecto, era Hitchcock el que abandonaba el ascensor, sin hablar nada más y dejando a todo el mundo plantado allí, intrigados y sorprendidos. Los dejaba en su terreno. Todo un personaje.

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domingo, 12 de junio de 2022

Robert Mitchum: De vagabundo a estrella de cine

 

"No me gusta ser una estrella. No me gusta que se adueñen de mí. Fui un vagabundo, sigo siéndolo y lo seré siempre...". ¿Premios, homenajes? "Olvídame, cariño".

Son palabras de Robert Mitchum, un actor ciertamente singular que con los años se autodefinía como  “la puta más vieja del lugar"; parecía que no hacía nada en las películas, que era el colmo de la inexpresividad, que no las preparaba... y sin embargo era meticuloso hasta en el más  mínimo detalle, resultando sus interpretaciones siempre eficaces y a gusto de los directores que siempre contaban con él. A pesar de ello el solía mofarse de sí mismo diciendo: "Actuando, tengo tres expresiones, mirando a la derecha, mirando a la izquierda, y mirando al frente"

Su vida, antes de convertirse en actor, no había sido fácil, su padre murió cuando el solo tenía dos años, siempre estaba metido en travesuras y peleas y con 12 años, su madre lo mandó con sus abuelos. Eran los años de la depresión y tras ser expulsado del colegio por pelearse con el director vivió como un vagabundo que viajaba como podía en los trenes, al más puro estilo de "El emperador del norte" (evidentemente sin billete) y temiendo siempre ser descubierto por unos guardias que eran especialmente duros con este tipo de "viajeros". Por entonces se ganaba la vida en combates de boxeo, de hecho, esa mirada un tanto caída y de aparente falta de sueño, puede tener su origen en una lesión producida en una de esas peleas. Era un chico sin futuro al que se le cruzó la suerte en su camino y lo convirtió en actor. Un momento a partir del cual, para su fortuna, no cabía "Retorno al pasado"

Mitchum afirmaba: “Me he hecho actor de cine... yo me dije si Rintintin puede lograrlo, para mi será mucho más fácil”. Para él, actuar era recitar eficazmente unas cuantas frases y poner cara de póker, una forma sencilla de ganar mucho dinero. "¿Qué es ser actor?: Un oficio que se ejerce desde las nueve de la mañana a seis de la tarde, donde te pagan los viernes y te dicen cómo moverte y qué decir". Así lo veía Mitchum y le fue muy bienSupongo que toda aquella peripecia vital de su juventud le sirvió para aderezar sus papeles con sutiles matices que a pesar de aquella criticada sobriedad los hacían inmensamente atractivos. 

"¿Mi diferencia con otros actores? Que han estado menos tiempo en la cárcel que yo" 

Y es que al parecer, entre unas cosas y otras, vagancia, peleas, drogas... estuvo detenido la friolera de 37 veces. El no dejaba de reírse de las críticas que le hacían sobre su forma de actuar. Cuando alguien le preguntó:  "¿Cuáles son sus registros interpretativos?" El se limitó a contestar: "Tengo dos: con caballo y sin caballo".

Detrás de su sempiterna gabardina se escondía un hombre que volvía locas a las mujeres,  tanto es así, que entre otros se le conocen sonados affaires con Carrol Baker, Marilyn Monroe, Rita Hayworth, Ava Gardner... Supongo que le daba igual que fueran rubias o morenas, altas o bajitas, pero eso sí, siempre hermosas. En cierta ocasión le preguntaron "Míster Mitchum, ¿qué opina de Marilyn Monroe y de Sarah Miles?". "Bueno, una era más alta que la otra".

Era un sólido bebedor y en alguna que otra ocasión tuvo problemillas con la ley por posesión ilícita de drogas, algo que por la manera en que abordó la situación terminó por cincelar aún más su imagen de duro y rebelde, otorgándole el favor del público. Casi se podría decir que "Con él llegó el escándalo", y sin embargo solo se casó una vez; con su primera novia, Dorothy Spence, siendo muy jovencito y este matrimonio duró la friolera de 57 años, hasta la muerte del actor en 1997. A las demás mujeres que se le cruzaron en su vida siempre supo decirles a tiempo aquello de "Olvídame Cariño".

Según iba ganando años, tuvimos la impresión de que Mitchum siempre actuaba metiendo la barriguilla para adentro, como si fuera uno de esos donjuanes de playa que esconden la tripita e hinchan el pecho para impresionar a las chicas, y a pesar de ello seguía haciéndose dueño de la pantalla. Un grandioso actor. Como los tatuajes de sus manos en "La noche del cazador", o lo odias o lo amas, pero seguro que no te deja indiferente.

Algunas perlas suyas: 

"Soy actor porque no conozco otra profesión por la te paguen tanto por estar siempre esperando" 

"En mi oficio sólo debes memorizar y no tropezar con los muebles, sólo eso, y Rin Tin Tin por cierto lo hace muy bien, por eso cobra tanto."

En cierta ocasión le dijo a un director: "Tus diálogos son tan malos que hay que escupirlos como si te sacaras algo de entre los dientes".

Sobre sus películas: "No me pagan por verlas, y, además, aparcar delante del cine es un coñazo"

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sábado, 11 de junio de 2022

Los inicios de una "bailarina" llamada Ella Fitzgerald


La infancia de Ella Fitzgerald no puede decirse que fuera muy fácil. Su padre, William Fitzgerald, abandonó el hogar familiar cuando la pequeña Ella tenía tan solo dos añitos. Su madre, Temperance (Tempie) pronto se unió a otro hombre con el que la relación no fue fácil para Ella y en el que hay referencias de abusos y maltratos. No era muy responsable a la hora de asistir al colegio y no le faltaron los problemillas con la policía, lo que termino llevándola a ser internada en un reformatorio del que se escapaba con la misma facilidad con la que lo hacía de su casa. Era una chica avispada y sabía ganarse unas monedas bailando por las calles o avisando a las prostitutas cuando iba a aparecer la policía. La verdad es que nada apuntaba a que fuera a ser una de las grandes damas del Jazz, la más grande, Lady Ella, y el caso es que no tardó mucho en demostrarlo. En 1932, el año en que falleció su madre, nada estaba más lejos del pensamiento de la futura estrella que dedicarse al mundo de la canción, de hecho todas sus energías iban encaminadas a cumplir con su sueño de ser una gran bailarina. A tal objeto se presentó en el concurso semanal "Amateur Night Show" en el "Apollo Theatre" del Harlem neoyorkino. La cantante cuenta esta pirueta del destino:

"Un día, hice una apuesta con dos amigas: como a las tres nos atraía el escenario, sorteamos a ver quien se presentaba a un concurso para principiantes. Yo gané. Quería presentarme como bailarina pero, en el último momento casi me obligaron a cantar, de modo que canté. Así comencé a ganar todos los concursos" (...) "Yo quería ser bailarina, no cantante –insistía Ella–. Salí al escenario y al ver a toda la gente tuve un ataque de nervios. Entonces traté de cantar."

Nunca había tomado clases de canto y todas sus referencias se condensaban en las horas que se pasaba escuchando la radio. Curiosamente, la primera influencia de la mejor de las voces negras fue la de una cantante blanca, sentía predilección por la melodiosa voz, cargada de swing de Connie Boswell, una de las integrantes de las Boswell Sister, y así, cuando se lanzó a cantar para salir lo más airosa posible de aquel inesperado problemilla con sus nervios, trató de imitarla y cantó la pieza "Judy" con la que para sorpresa de la propia cantante ganó el concurso. 

Entre el público estaba el sensacional Benny Carter que ya intuyó el enorme potencial que tenía aquella muchachita de tan solo 16 años, y la recomendó a Benny Goodman y a Fletcher Henderson como vocalista para sus orquestas pero la cosa no fraguó. Finalmente sería el pequeñajo y genial Chick Webb el que la contrataría para su orquesta por un salario de aproximadamente 25 dólares, gracias a la insistencia de un músico de origen bengalí llamado Bardu Ali que no paraba de recomendarsela: "Jefe esta chica tiene algo". Ella Fitzgerald cuenta al respecto:

"Al principio, Chick tenía un hombre como cantante y no quería una mujer. Entonces me dijo: Mañana tocamos en Yale, tomate un autobús hasta ahí y si les gustas, te quedas en la banda." 

En la primera prueba y estando su participación en la orquesta todavía en el aire, se hacía necesario convencer a Moe Gale, el manager del grupo al que previamente Chick Webb le había advertido, sabiendo que la edad podía ser una traba:

"No la mires. Sólo escucha su voz"

Supongo que la sensación sería la misma que describió la genial Mary Lou Williams cuando la escuchó por primera vez: 

“Cierta noche andaba yo vagando por Harlem y llegué finalmente al Savoy. Después de bailar algunas piezas, escuché una voz que me produjo escalofríos en la espalda.... Corrí hacia el escenario para ver a quien pertenecía, y descubrí a una muchacha de aspecto agradable y piel morena, parada allí con toda modestia y cantando esas cosas maravillosas. Me contaron que se llamaba Ella Fitzgerald y que Chick Webb la había sacado de un show de aficionados....”

Evidentemente cayó rendida ante su voz, al igual que lo hemos hecho todos los aficionados del jazz después de que gracias a los nervios de aquella malograda bailarina nos regalaran a la más portentosa de todas las cantantes de jazz.


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viernes, 10 de junio de 2022

Joan Crawford o como ganar un Óscar desesperadamente


“Me encanta interpretar a zorras. Todas las mujeres somos un poco zorras. Y los hombres incluso más.” (Joan Crawford)

Con esta frasecita como inicio creo que casi sobra decir que Joan Crawford era, además de una soberbia actriz, una persona sumamente particular y con una personalidad muy fuerte. Es famoso su enfrentamiento con Bette Davis y todo el acontecer del rodaje de "¿Qué fue de Baby Jane?", tanto como para que haya generado una serie de televisión al respecto, la muy interesante "Feud". Y si bien es innegable su talento como actriz, lo cierto es que, tras una esplendorosa etapa en los años 30, la Crawford se encontraba ya entrados los años cuarenta "compuesta y sin Óscar", algo que no podía consentir una leona como ella y que estaba dispuesta a remediar fuera como fuese a poco que se le presentase la ocasión. 

Y la ocasión de ganar la estatuilla dorada se le presentó en 1945 gracias a su sensacional actuación en "Alma en suplicio" (Mildred Pierce), película dirigida por Michael Curtiz en la que daba vida a una ama de casa que tras la muerte por asesinato de su segundo marido, sufre un interrogatorio a través del cual cuenta su vida y los sacrificios y esfuerzos que tuvo que hacer para ofrecer a su caprichosa hija -Ann Blyth- todas las oportunidades que ella no pudo tener.

Con este trabajo se siente con posibilidades de ganar definitivamente el Óscar pero también es consciente que frente a ella tiene poderosas competidoras: Ingrid Bergman por "Las campanas de Santa María"Greer Garson por "El valle del destino"Jennifer Jones por "Cartas a mi amada" y Gene Tierney por "Que el cielo la juzgue". Parece que a la Crawford le preocupaba especialmente esta última porque de sus oponentes era la única que tampoco había ganado el Óscar y su interpretación había sido también excelente.

Y el caso es que esta Joan Crawford era por mor de no tener un Óscar una verdadera "alma en suplicio" como Mildred, su personaje, y desesperada como estaba por ganar la estatuilla de una manera u otra, decidió echar toda la carne en el asador y acordó con su agente que ella desde un mes antes de la entrega de los premios estaría enferma, sin dejar nunca claro la gravedad de su dolencia.

La Crawford sabía muy bien el efecto que tendría su supuesta enfermedad sobre los miembros de la Academia que habrían de votar el premio, y para meter un poco más de presión de calderas, comunicó con tan sólo dos semanas de antelación que no podría asistir a la ceremonia de entrega de los premios por sus problemas de salud, que la tenían imposibilitada en cama.

La estratagema dio resultado, y gracias a su "buena actuación", durante la película y después de ella, le fue concedido el premio a la mejor actriz que fue recogido por Michael Curtiz, director de la película, que posteriormente se lo entregó a la "enferma" que muy metida en su papel, lo recibió en la cama y en presencia de los miembros de la prensa, a los que no tuvo empacho en declarar:

“Al diablo si los votantes de la Academia me dieron el Óscar a mí, por razones sentimentales, por Mildred o por 200 años de esfuerzo: me lo merecía”

Ni que decir tiene que unos días después se recuperó totalmente, puede que por los efectos milagrosos de San Óscar. Ya podía mirar al cielo y dar Gracias.



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jueves, 9 de junio de 2022

Salinger entre el centeno

 

"Me paso el día entero diciendo que estoy encantado de haberlas conocido a personas que me importan un comino. Pero supongo que si uno quiere seguir viviendo, tiene que decir tonterías de esas."

La frase pertenece a "El guardián entre el centeno" (1951), la única novela del que posiblemente sea uno de los escritores más enigmáticos y reservados de la historia de la literatura, el siempre esquivo J.D. Salinger. El escritor decía de su retirada del mundo:

"Hay una paz maravillosa en no publicar. ... Es pacífico. Todavía. Publicar es una terrible invasión de mi privacidad. Me gusta escribir. Vivo para escribir. Pero escribo sólo para mí y para mi propio placer. ... No necesariamente tengo la intención de publicar póstumamente, pero me gusta escribir para mí mismo. ... Yo pago por este tipo de actitud. Soy conocido como un tipo de hombre extraño y distante. Pero todo lo que estoy haciendo es tratar de protegerme a mí y a mi trabajo."

La imagen es una ilustración de Robert Vickrey para una portada de la revista Time en 1961.

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miércoles, 8 de junio de 2022

¿Qué haría Marlon Brando con los patos?


Las estrellas de cine nunca dejan de sorprendernos y siempre hay historias a su alrededor con las que hay que ser prudentes. Marlon Brando tiene un buen catálogo de historias de este tipo. Parece que cuando se hospedaba en el Hotel Castellana Hilton de Madrid (hoy Hotel InterContinental Madrid), y según contaba el ya fallecido Enrique, uno de los antiguos maîtres del hotel, Marlon Brando a su paso por el mismo, tenía la rara costumbre de pedir que le subieran diariamente a su suite uno o dos patos:

¿Cómo los quiere? —le preguntaban— ¿En confit, a la naranja…?
No, no —interrumpía Brando—. Vivos, los quiero vivos.

Si se tiene un cliente como Marlon Brando y quiere patos vivos se le llevan y punto. A la mañana siguiente, cuando llegaba el momento de arreglar la habitación, las camareras se encontraban un paisaje un tanto dantesco: los patos aparecían degollados sobre el suelo en medio de un charco de sangre y algo desplumados. Qué parte del método Stanislawsky entrenaba Brando con los patos es un absoluto misterio. Vete tú a saber las excentricidades de estas estrellas. Igual ensayaba la escena de un asesinato en un film noir....  En cualquier caso y para evitar comentarios, los trabajadores de un hotel tienen clara la consigna: "el silencio es oro", o bien se podría decir como en aquella mítica película del actor: impera "La ley del silencio" y el chisme quedaba dentro del Hotel. Solo había que tener una cosa en mente: tener preparados dos nuevos patos "vivos" para el día siguiente. 

En la página 245 del libro "Brando Unzipped" de Darwin Porter, se especula con que esa misteriosa conducta suya hacia los patos podría haberla aprendido en un sórdido local francés llamado le "La casa de los patos". Es lo que se imaginan. Brando después de visitar el local, según apunta Darwin Porter, decía de si mismo que era "trisexual"...

Fuente: La anécdota aparece en un artículo del Diario "El País Semanal" del día 03/02/2018 titulado "Las juergas de Ava Gardner, Frank Sinatra y Marlon Brando en Madrid" - de Germán Pose

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lunes, 6 de junio de 2022

Marlene Dietrich, Buñuel y la película "Fatalidad"


El genial director de cine Luis Buñuel contaba en sus memorias como, junto a un amigo suyo, habían desarrollado un cuadro esquemático a través del cual eran capaces de averiguar cual sería el desenlace de una película cualquiera partiendo de lo sucedido en los primeros minutos de la película, incluso sin verla. Sigue contando que alguien se mostró incrédulo al respecto de dicho método y retó al director a acertar el final de una determinada película que a su entender tenía una trama perfecta y estaba llena de giros inesperados en el guion. Buñuel preguntó:

- ¿Cómo empieza?
- Sale Marlene Dietrich fumando….
- No me digas más, al final la fusilan por espía…

Y el caso es que resultó que era cierto, al final el personaje que interpretaba la Dietrich en aquella película que aun no se había estrenado terminaba ante un pelotón de fusilamiento por espionaje. La película en cuestión era "Fatalidad" (Dishonored - 1931), una de esas obras que junto a "El ángel azul" y "Marruecos" forjaron el mito de Marlene, una verdadera "femme fatale" cincelada hasta el más mínimo detalle por el director de cine Josef von Sternberg. 

La espía a la que daba vida Marlene era el Agente secreto X-27, una viuda amiga de los gatos negros y de las medias del mismo color que, para sobrevivir a la Primera Guerra Mundial, ha de dedicarse a la prostitución y que en un determinado momento es requerida por el Servicio Secreto Austriaco para que ayudándose de su belleza, consiga una información vital para salvar miles de personas y cambiar el curso de la guerra. Frente a ella tendrá al Coronel Kranav (Victor McLaglen) del Ejercito ruso, un galán, que siempre se burla de ella, y que termina conquistándola. 

Las luces utilizadas por el director se aliaron con las facciones de la actriz y ayudada de disfraces y de atuendos sensuales y atrevidos, Marlene aparecía como una verdadera tentación para todos. Evidentemente si fue descubierta en sus actividades no pudo ser por otra causa que por el irrefrenable amor por un coronel rival, que terminará siendo su perdición. 

Quizás Victor McLaglen, en su papel de cautivador coronel, resulte el elemento que más chirria en la película pues no daba con suficiencia el tipo de galán que se espera de la trama. Marlene por supuesto estaba arrebatadora e incluso en la situación más comprometida sabía resultar provocadora, como cuando se arreglaba para ir a su muerte utilizando como espejo la brillante hoja del sable del soldado que la tenía que conducir a su fusilamiento, trance en el que por supuesto no se dejaba vendar los ojos y afrontaba con valentía, tanta que hasta secaba las lagrimas del soldado y se pintaba los labios y se arreglaba las medias, frente al pelotón de fusilamiento, justo antes de recibir la descarga fatal. Qué menos que dejar un bonito cadáver. 

En las mismas fechas Greta Garbo daba vida a otra espía legendaria "Mata Hari", pero esa es una historia que contaremos en otro momento.


En el siguiente vídeo se recoge la escena del fusilamiento:


FICHA DE LA PELÍCULA:

TÍTULO ORIGINAL: Dishonored
AÑO: 1931
DURACIÓN: 90 min.
DIRECTOR: Josef von Sternberg

REPARTO: Marlene Dietrich, Victor McLaglen, Gustav von Seyffertitz, Warner Oland, Lew Cody, Barry Norton

GUIÓN: Josef von Sternberg, Daniel Nathan Rubin

MÚSICA: Karl Hajos, Herman Hand
FOTOGRAFÍA: Lee Garmes (B&W)
PRODUCTORA: Paramount Pictures


Imágenes: Todas son cortesía de la estupenda página Doctor Macro: Fuente Original

domingo, 5 de junio de 2022

El día que Marilyn le pidió matrimonio a Einstein

 

Puede que Einstein y Marilyn sean dos de los personajes más icónicos del siglo pasado y pensar en una posible relación entre ellos no deja de tener su morbo. De Marilyn resultaba incomprensible su encanto y su belleza mientras que de Einstein resultaba incomprensible su inteligencia y por supuesto su compleja teoría de la relatividad. De hecho en sus primeros años resultaba todo un desafió para el intelecto de muchísimos grandes talentos de la física y la matemática, tanto que se podían contar con los dedos de las manos los que de verdad eran capaces de comprender todas sus implicaciones y entresijos. No es de extrañar que cuando un periodista se le acercó pidiéndole que le explicara los secretos de su famosa teoría le contestara:  ,

 - "Podría usted explicarme como se fríe un huevo?

  El periodista un tanto sorprendido por la pregunta-respuesta le dijo, que sí, que ciertamente podría explicárselo. Entonces Einstein completó:

- " Perfecto. Pues hágalo, pero suponga que yo ignoro lo que es un huevo, una sartén, el aceite y el fuego"

  Y es que en este caso la relatividad era demasiado barco para tan poco marinero, como puede que le ocurriera al propio físico con Marilyn. Cuenta la leyenda que en cierta ocasión coincidieron Don Alberto y Lady Marilyn en una reunión de sociedad, y esta última sabedora de que si en aquella sala había una estrella más rutilante que ella misma era sin duda el gran físico de pelo alborotado, se dirigió a él de la misma forma que los admiradores se acercaban a ella, con timidez y expectación. No sabiendo muy bien como llevar adelante la conversación le dijo en un momento dado: 

"Qué dice profesor, deberíamos casarnos y tener un hijo juntos. ¿Se imagina un bebé con mi belleza y su inteligencia?"

Supongo que Einstein esbozaría una cortés sonrisa y ahí quedaría la cosa. Unos minutos más tarde, otro de los invitados que había presenciado la escena le preguntó a Einstein sobre las palabras que le había dicho Marilyn, que ya se había retirado, y Einstein tras repetírselas completo: 

"Desafortunadamente temo que el experimento salga a la inversa y terminemos con un hijo con mi belleza y su inteligencia"

Afortunadamente a Marilyn, como dice el chiste, no le hacía falta Einstein a su lado para presumir de tener el mejor "Físico" del mundo.

En cualquier caso, se quiere hacer constar que son multitud de fuentes las que niegan tal cruce de palabras entre la actriz, mucho más inteligente de lo que la anécdota cuenta y el físico, seguramente más galante de como queda aquí retratado. De hecho la anécdota parece referirse en realidad a un encuentro entre la bailarina Isadora Duncan y el escritor George Bernard Shaw. Sea como fuere el terreno de las anécdotas es siempre pantanoso y lleno de equívocos y falsas atribuciones, algo que conviene tener muy presente cuando se cuenta o se lee cualquiera de ellas.

Imagen: La imagen es un fotomontaje de Brailliant, tomado de Pinterest: Fuente original