"Lo que más admiro en los demás es la ironía, la capacidad de verse desde lejos y no tomarse en serio"
Son palabras de Jorge Luis Borges, el escritor de obras tan celebradas como "El Aleph", Ficciones" o "El libro de Arena", quien sin duda tuvo que encajar, casi como una mala broma del destino, que su progresiva ceguera se acentuara en el momento en el que fue nombrado Director de la Biblioteca Nacional de Argentina en 1955. Al respecto decía el propio escritor:
"Poco a poco fui comprendiendo la extraña ironía de los hechos. Yo siempre me había imaginado el Paraíso bajo la especie de una biblioteca. Ahí estaba yo. Era, de algún modo, el centro de novecientos mil volúmenes en diversos idiomas. Comprobé que apenas podía descifrar las carátulas y los lomos. Entonces escribí el Poema de los dones"
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche
Un oftalmólogo, a fin de intentar salvaguardar la muy exigua visión que por entonces le quedaba le prohibió leer y escribir para que no forzara la visión, de modo que a los 58 años, hubo de adaptarse para poder seguir disfrutando de los libros que ya no podía leer, para ello buscó la ayuda de Alberto Manguel, un jovencito de 15 años que trabajaba durante el verano en una de las librerías a las que acudía con regularidad el escritor y que durante cuatro años le hizo de lector (como el de aquella película) y le ayudó a revisitar la obra de muchos escritores de cuentos antes de que Borges se lanzara a escribir esos fabulosos relatos que tanta fama le dieron. En sus recuerdos, Manguel, que con el tiempo también se convertiría en escritor, decía de Borges:
"Borges tenía muy poca paciencia con la estupidez. Cuando algún escritor decía alguna tontería, su humor era absolutamente feroz y demolía con cuatro palabras la estupidez que fuera" "Podía ser generoso, pero una buena frase era más importante para él que un buen gesto".
Esta naturaleza sentenciosa de Borges y su afilado ingenio provocaron alguna que otra anécdota.
Se cuenta que con ocasión de una huelga contra la dictadura argentina, Borges no quiso sumarse a la misma ni dejar de dar sus clases en la Universidad. Como su posición parecía firme y se negaba a abandonar la clase, uno de los estudiantes le dijo que iba a cortar la electricidad para que no pudiera continuar con la enseñanza ese día. Borges se limitó a responder:
"No me preocupa, he tomado la precaución de ser ciego"
En otra ocasión en la que lo entrevistaban en Roma, uno de los periodistas trato de buscarle las cosquillas al educado escritor y que este perdiera la compostura y le regalara con su salida de tono un titular. Con dicho propósito no cejó en su empeño de poner en aprietos a Borges, que con mucha cintura lograba esquivar al periodista, quien ya pasando a la artillería pesada le preguntó:
- ¿En su país todavía hay caníbales?
- Ya no, - dijo Borges sin descomponer el gesto - nos los comimos a todos.
Imagen: Tomada de Wikimedia Commons -CC0 - Fuente Original
Desde luego Borges sabía como responder con contundencia, y una historia triste e irónica la de su condición de ceguera.
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