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miércoles, 17 de agosto de 2022

La ira de Beethoven

 

"No hay nada tan bello como acercarse a la Divinidad y derramar sus rayos sobre la humanidad"

Pocos en la historia saben realmente como debe ser tal sensación; Beethoven, el dueño de esas palabras, fue sin duda uno de los elegidos. Aunque no todo fue un camino de rosas para él. De todos es conocido el carácter fuerte y apasionado del compositor y que tras destacar como un portentoso pianista, fue perdiendo gradualmente la audición, obligándole ello a alejarse, poco a poco, del terreno de la interpretación para volcarse en su maravillosa faceta de compositor. Pero este abandono de los escenarios no ocurre de la noche a la mañana y Beethoven solo se convencerá de ello tras algún que otro desastre musical.

Se cuenta que en el estreno de uno de sus conciertos para piano en el vienés "Theater an der Wien", Beethoven se encontraba al piano ejecutando la parte que le correspondía de la pieza a la vez que dirigía a la orquesta desde su banqueta, algo realmente difícil en situaciones normales, y que para Beethoven, ya medio sordo, era una verdadera temeridad.

Concentrado exclusivamente en la música y en el débil eco que de ella llegaba a sus oídos, no le quedaba margen de atención para otros detalles y así, en uno de esos pasajes en los que la música empezaba a subir de intensidad y culminaba en uno de esos apoteosis sonoros tan típicos de las obras del maestro de Bonn, este abrió de forma entusiasta los brazos en un gesto de plenitud y no pudo evitar tirar al suelo las velas que iluminaban el atril con la partitura. Rápidamente se ayudó de dos chicos del coro que se colocaron a los lados del piano sosteniendo las entonces imprescindibles velas, pero no pasó mucho tiempo antes de que se repitiera el mismo pasaje de la obra y de nuevo, en aquel éxtasis sonoro, Beethoven repitió el gesto, golpeando en esta ocasión la cabeza de uno de los niños, provocando que se le cayera la vela al suelo y que el otro niño, asustado ante el frenesí y los aspavientos que mostraba el maestro, saliera corriendo del escenario. El público, ante este segundo percance no pudo ya reprimir sus risas y el teatro estalló en una sonora carcajada que no pasó desapercibida al debilitado oído de Beethoven, quien enfurecido se centró en su piano e intentó acallar las risas con el poder de su arte al teclado. Fue tal la rabia con la que tocaba que rompió seis cuerdas del piano. Solo la música que bullía en su cabeza le salvó de la tragedia de finalizar sus días como pianista. Como el mismo decía:

"Estuve a punto de poner fin a mi vida, lo único que me lo impidió fue mi arte. Porque me pareció imposible dejar este mundo antes de haber producido todas las obras que siento la necesidad de componer; y así he seguido arrastrando esta existencia miserable"

"¡Actúa en vez de suplicar. Sacrifícate sin esperanza de gloria ni recompensa! Si quieres conocer los milagros, hazlos tú antes. Sólo así podrá cumplirse tu peculiar destino"

Os dejo unos minutos de la película "La amada inmortal" (1994 - Bernard Rose) en la que podemos ver a Gary Oldman dando vida a Beethoven. En el video vemos al compositor, ya muy mermado en su audición, como se ayuda de las vibraciones del instrumento para poder modular su forma de tocar. Ya no se sentaba ante el piano en público y con esta pequeña trampa de hacerlo probar un piano, supuestamente a solas, querían comprobar el porqué de su negativa a tocar ante los demás. La pieza que suena es el primer movimiento de la Sonata nº 14 - op. 27 nº 2  "Quasi una fantasía" por todos conocida como Sonata Claro de Luna. Película muy recomendable para los melómanos y también para los amantes del buen cine. 


La escultura de la imagen de cabecera se encuentra en la Konzerthaus (Casa de conciertos) de Viena

Imagen: De Wikimedia Commons - (CC BY-SA 2.0) - Fuente Original

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