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domingo, 28 de noviembre de 2021

Hemingway y el hombre que inspiró "El viejo y el mar"

 

“Decía siempre “la mar”. Así es como le dicen en español cuando la quieren. A veces los que la quieren hablan mal de “ella”, pero lo hacen siempre como si fuera una mujer. Algunos de los pescadores más jóvenes, los que usaban boyas y flotadores para sus sedales y tenían botes de motor comprados cuando los hígados de tiburón se cotizaban alto, empleaban el artículo masculino, lo llamaban “el mar”. Hablaban del mar como de un contendiente o un lugar, o incluso un enemigo. Pero el viejo lo concebía siempre como perteneciente al género femenino y como algo que concedía o negaba grandes favores, y si hacía cosas perversas y terribles era porque no podía evitarlo. La luna, pensaba, le afectaba lo mismo que a una mujer”.

El fragmento inicial y el que dejamos más abajo pertenecen a "El viejo y el mar", obra de 1951 que le valió a Ernest Hemingway el PulitzerNobel de Literatura de 1953, una sensacional novela sobre la que el escritor opinaba así:  

"Siempre intento escribir de acuerdo con el principio del iceberg. Hay nueve décimos del bloque de hielo bajo el agua por cada parte que se ve de él. Uno puede eliminar cualquier cosa que sepa y eso sólo fortalecerá el iceberg. Si un escritor omite algo, porque no lo sabe, habrá un agujero en su relato. El Viejo y el Mar podría haber tenido más de mil páginas, y dar cuenta de cada personaje, cómo vivían, cómo habían nacido… No cuento ninguna de las historias que conozco sobre la aldea de pescadores. Pero este conocimiento es lo que constituye la parte sumergida del iceberg."

Para muchos estudiosos de la obra, el viejo que protagoniza la obra está inspirado en un pescador canario, Gregorio Fuentes, hombre de llamativos ojos azules y nacido en Lanzarote que emigró a Cuba muy joven. Este pescador fue el encargado del barco de pesca de Hemingway, el "Pilar", y con el acompañó durante décadas al aventurero escritor en sus salidas de pesca en busca de su ansiado  Marlín azul, salidas que tenían como escenario la corriente del Golfo. Al no saber leer ni escribir, Gregorio Fuentes nunca leyó su historia, la de "Santiago", en "El viejo y el mar". Murió con 104 años.

"El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Las pardas manchas del benigno cáncer de la piel que el sol produce con sus reflejos en el mar tropical, estaban en sus mejillas. Estas pecas corrían por los lados de su cara hasta bastante abajo, y sus manos tenían las hondas cicatrices que causa la manipulación de las cuerdas cuando sujetan los grandes peces. Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un árido desierto. Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y éstos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos."


Imágenes: Imagen 1: De Flickr (CC BY-NC-ND 2.0) - Imagen 2 de Wikimedia Commons (CC0)

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