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lunes, 29 de noviembre de 2021

El "Ande yo caliente" de Góngora y el "Invierno" de Houdon


 

Ande yo caliente
y ríase la gente.
Traten otros del gobierno,
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
y en las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente
y ríase la gente...

Parece que estos versos iniciales del poema "Ande yo caliente" de Luis de Góngora (1561-1627) fueron escritos ayer mismo, para recibir estos fríos a los que de manera tan anómala se resistieron a dejar su sitio las bonancibles temperaturas de un verano que preocupantemente empieza a copar casi todo el año. Pero no solo de fríos habla el poema, puede que eso sea lo de menos. "El que dirán" siempre estuvo ahí condicionando nuestros comportamientos, y aunque no son tiempos para pensar solo en uno mismo y olvidarnos de los problemas que nos rodean, también es cierto que tanto desatino generalizado termina por enervar a cualquiera y llega un momento, en el que un poco de paz y recogimiento es imperativo y un placer obligado el poder disfrutar bien calentito de ese buen desayuno con mantequillas y pan tierno, en estas frías mañanas de invierno, con una naranjada y si se tercia un aguardiente. 

La escultura que Jean-Antoine Houdon (1741-1828) dedicó al "Invierno" (1787) y que se expone en el neoyorkino Metropolitan Museum of Art, muestra una bella y aterida mujer apenas cubierta de su desnudez por un fino paño. Seguro que esta "Lady Winter" agradecería comenzar el día abandonando su frio pedestal y acompañarnos en ese reparador desayuno al estilo de Góngora, cubierta aunque fuera de ropas viejas y humildes, y sentir al fin su cuerpo caliente, por mucho que se riera la gente. 

Para los curiosos queda aquí el resto del poema de Góngora:

Coma en dorada vajilla
el príncipe mil cuidados
como píldoras dorados,
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
y ríase la gente.


Cuando cubra las montañas
de plata y nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del rey que rabió me cuente,
y ríase la gente.

Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles;
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente.

Pase a media noche el mar
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama;
que yo más quiero pasar
de Yepes a Madrigar
la regalada corriente,
y ríase la gente.

Pues Amor es tan cruel,
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada,
do se junten ella y él,
sea mi Tisbe un pastel,
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente.

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

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