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martes, 1 de diciembre de 2020

El día que el ateo Bertrand Russell se convirtió en Papa


"El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas"

La frase es de Bertrand Russell, quien más allá de ser un gran filósofo y humanista era un reputado matemático. Él, mejor que nadie, sabía como se puede jugar con los números y hacer posible lo imposible con ellos. Por sus estudios de lógica mantenía ante sus alumnos que en los enunciados condicionales del tipo "Si A entonces B" (Si llueve la calle está mojada), si se parte de un enunciado falso podemos llegar a deducir cualquier cosa. Explicaba esto en una clase de filosofía, cuando uno de los alumnos se agarró a la afirmación del profesor y le dijo: 

- Imagine que usted piensa que 2 + 2 = 5. ¿Se puede deducir que usted es el Papa?

Russell a esas alturas tenía muchos kilómetros, ya de joven, tras ingresar en el Trinity College de Cambridge, sus profesores, impresionados por la brillantez del alumno le recomendaron para que se integrara en la sociedad de discusión intelectual "Los Apóstoles" en el que otros alumnos tan brillantes como él se reunían para discutir sobre lo divino y lo humano, fuera lo que fuera, sin tabúes ni cortapisas, dejando su mente volar y estimulando su capacidad de razonar y debatir intelectualmente. Eso de que 2+2 fuera igual a 5 no era obstáculo para una mente como la suya, algo más complejo era para el profesor asumir que un ateo convencido como él se convirtiera por obra y milagro de una suma incorrecta en el líder de la iglesia católica, pero aun así, de forma  relampagueante ofreció al alumno una genial respuesta para mantener su aseveración inicial:

Si. -le contestó Russell con determinación- Supongamos que 2 + 2 = 5; entonces seguramente estará usted de acuerdo conmigo en que si restamos 2 unidades en cada lado de la ecuación, nos da que 2 = 3. Por simple simetría e invirtiendo los términos de la ecuación, tenemos que 3 = 2 y restando nuevamente una unidad de cada lado de la ecuación, obtenemos que 2 = 1. Ahora, dado que el Papa y yo somos dos personas distintas, y dado que 2 = 1, el Papa y yo somos uno. Como resultado de ello, yo soy el Papa.

Estoy seguro que Russell podría haber explicado el misterio de la Santísima Trinidad, ese que postula que "Dios es Uno y Trino" (1=3) con idéntica facilidad.

"Las matemáticas poseen no sólo la verdad, sino la suprema belleza, una belleza fría y austera, como la de una escultura [...] Las matemáticas pueden ser definidas como aquel tema en el cual ni sabemos nunca lo que decimos ni si lo que decimos es verdadero" (Sir Bertrand Russell) 

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

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