"¿Sabes que me hace más feliz que nada? Dame seis cuerdas y seré feliz" (B.B. King)
Y tocándolas, como
sólo él sabe hacerlo, nos hará feliz también a nosotros. No en vano, B.B. King es
uno de los pilares fundamentales del blues y protagonista del mismo durante
gran parte de su historia.
Nadie habría imaginado que aquel chico de un pueblecito
del sureño estado de Mississippi, marcado a fuego por la pobreza, el racismo y
el duro trabajo en los campos de algodón algún día sería el indiscutible “Rey del Blues”.
El mismo hablaba así de sus primeros años: “Empecé
a recoger algodón cuando tenía 7 años. Trabajaba desde el amanecer hasta el
anochecer... Ganaba 35 centavos al día”. Con el tiempo lo que ganó fue el
cariño, respeto y admiración de todos los amantes de la música y, no hay que
olvidarlo, 15 premios Grammy.
Su verdadero nombre
era Riley B. King y su apodo de B. B. King deriva de su etapa como DJ en un
programa de radio de la emisora WDIA de Memphis. Allí se presentaba como "Beale
Street Boy King", apodo que con los años acortó a “Blues Boy” y por último
a su enigmático B.B. una marca acreditada que solo podría discutírsela Brigitte
Bardot.
Aunque por supuesto
hubo una guitarra especialmente significativa en su vida, todas las que
vinieron detrás de esta siempre tuvieron el mismo nombre: “Lucille”, pero pocos
saben el motivo de tal fijación. ¿Un posible amor?
El nombre les viene
de un incendio que hubo en un local del poblado de Twist (Arkansas) sobre 1949,
donde tocaba en sus inicios. El fuego se desató cuando se volcó un barril medio
lleno de queroseno que ardía en medio del salón, una forma barata, y muy peligrosa,
de calentar aquellos garitos en invierno. Todo el mundo salió huyendo ante el
fuego y B.B. King también, pero cuando se dio cuenta de que había olvidado su
preciosa guitarra Gibson L-30 en el local, volvió a recuperarla jugándose el
pellejo por ella. El incendio fue tan repentino y virulento
que dos personas murieron a consecuencia del mismo. Fue más tarde, tras saber B.B.
King que el incidente había sido provocado por dos hombres que se peleaban por
una muchachita llamada Lucille y que en el barullo golpearon el bidón, cuando
pudo meditar sobre el serio peligro que había corrido su vida. Escarmentado por la experiencia decidió darle
el nombre de aquella chica, Lucille, a la guitarra de tan solo treinta dólares que le llevó a internarse en las llamas. Por supuesto se lo mantuvo a las guitarras que
vinieron después, con la clara intención de no olvidar nunca que no se debe arriesgar la vida tan
alegremente.
Agradecido a su guitarra, sobre todo a la primera, le dedicó una canción, “Lucille”,
que comenzaba diciendo:
“El sonido que estás escuchando es el de mi guitarra. Se llama Lucille,
y estoy loco por ella. Lucille me sacó de la plantación… podría decirse que fue ella quien me trajo la
fama.”
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