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sábado, 1 de junio de 2024

Grandes directores a las órdenes de Billy Wilder

 

Los directores de cine nunca han sido muy dados a aparecer en las películas de otros. Cuando a Billy Wilder le pidió Cameron Crowe que apareciera junto a Tom Cruise en su película "Jerry McGuire" (1996), no logró convencerle y cuando Crowe le insistió con el argumento de: "No es más que un papel pequeño" Wilder se disparó: "¿Un papel pequeño? ¡Entonces, desde luego que no voy a hacerlo!". En cualquier caso a Billy Wilder le gustó la forma en la que Cameron Crowe contó la anécdota en la revista Rolling Stone, lo que propició una serie de encuentros que sirvieron de base para un libro-entrevista maravilloso, equiparable al de Truffaut con Hitchcock. Supongo que tenían cosas en común, ambos eran directores y guionistas a la vez. Crowe había ganado un Oscar como guionista en el año 2000 por "Casi famosos" que también dirigió.

Pero Wilder si que sabía la forma de engatusar a otros directores grandiosos para que trabajaran en sus películas, por supuestos con papeles a su medida. De hecho no creo que haya otro director que haya conseguido tantas gloriosas participaciones de este tipo. A su lado trabajó Eric von Stroheim haciendo del Mariscal Erwin Rommel (foto de arriba) en "Cinco tumbas al Cairo" y de criado en "El crepúsculo de los dioses", la misma película en la que apreció brevemente Cecil B. de Mille haciendo de él mismo, así como Buster Keaton, que además de un maravilloso actor cómico, era a la vez director de la mayoría de sus grandes películas. También contó con Charles Laughton en "Testigo de Cargo" un actor que solo rodó una película como director, pero es de tal calidad "La noche del cazador" que bien puede ser citado en la lista, máxime siendo su trabajo con Wilder posterior a esta película. Hay otros actores que trabajaron con Wilder que terminaron poniéndose detrás de la cámara como directores pero sin grandes resultados y que solo citamos a modo de curiosidad: Ray Milland, Jack Lemmon, Klaus Kinski o Kirk Douglas. Pero del que queríamos hablar hoy era de una vaca sagrada de la dirección, el gran Otto Preminger (foto de abajo) que trabajó a las ordenes de Billy Wilder en "Traidor en el infierno" (Stalag 17 - 1953) en la que daba vida a Oberst Von Scherbach, el sádico comandante de un campo de prisioneros de guerra en el que hacía sus pinitos William Holden. De esta colaboración contaba Wilder Kevin Lally en su libro "Billy Wilder. Aquí un amigo":

"Preminger era la personificación del director autoritario. Tenía una pésima reputación por sus constantes regañinas a gritos a los actores y al equipo técnico. Según cuenta la leyenda de Hollywood, Preminger intentó una vez "tranquilizar" a un actor nervioso acercando su cara a dos centímetros de su nariz y gritándole. "¡Tranquilícese!". Tony Curtis afirma que Wilder le contó que, el primer día de rodaje para Preminger en "Traidor en el infierno", Wilder puso en práctica el mismo truco con el tembloroso director".

El propio Billy Wilder contaba al respecto:

"(Preminger) siempre se olvidaba de sus frases. Era muy estricto como director, pero él... Solía decir: "Perdóneme, estoy un poco desentrenado", y por la noche siempre te enviaba dos kilos de caviar. Era muy generoso. Pero con los actores.... a los extras que hacían de soldados y que habían trabajado para él anteriormente, a esos actores, los trataba a patadas. Así que cada vez que Preminger me pedía disculpas por no recordar sus frases, los extras que había detrás de él me miraban y me decían (Wilder levanta el dedo corazón) "Hágale así"

Cuando ocurrió esta anécdota Preminger ya hacia unos años que había rodado "Laura", pero no hacía tantos de la maravillosa "Al borde del peligro" y acababa de rodar "Cara de ángel" (1952) y tras esta experiencia como actor con Wilder, pronto rodaría obras maravillosas como "Carmen Jones", "Rio sin retorno", "El hombre del brazo de oro", "Buenos días tristeza", "Anatomía de un asesinato", "Éxodo" o "Tempestad sobre Washington". Supongo que pondría de los nervios a todo el equipo de esas películas pero el resultado es sin duda inmejorable.

Curiosamente, Stroheim y Preminger, los dos directores más sobresalientes y más autoritarios que trabajaron con Wilder, acabaron vestidos en sus colaboraciones para este con el uniforme nazi, algo que toma cierto significado cuando recordamos que ambos, como el propio Wilder, eran de ascendencia judía y habían nacido en el desaparecido Imperio Austrohúngaro, cuyos despojos no tardó en anexionarse el III Reich. Supongo que ponerse aquel uniforme era una forma de exorcizar sus propios demonios. Quien sabe.


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