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sábado, 4 de junio de 2022

Manhattan Transfer y los poéticos zapatos de John dos Passos


 

"Babilonia y Nínive eran de ladrillo. Toda Atenas eran doradas columnas de mármol. Roma descansaba en anchos arcos de mampostería. En Constantinopla los minaretes llamean como enormes cirios en torno del Cuerno de oro... Acero, vidrio, baldosas, hormigón serán los materiales de los rascacielos. Apilados en la estrecha isla, edificios de mil ventanas surgirán resplandecientes, pirámide sobre pirámide, blancas nubes encima de la tormenta!"

El fragmento pertenece a "Manhattan Transfer" (1925), una de las obras mas recordadas de John dos Passos, escritor estadounidense de nacimiento pero descendiente de portugueses, por lo que su nombre completo era John Roderigo Dos Passos. El caso es que este gran escritor, miembro destacado de la Generación Perdida, que logró con acierto novelar la realidad social norteamericana y en particular la del Nueva York de los inicios del siglo XX, tuvo que trabajar de joven en labores ajenas a la escritura a fin de poder ganarse la vida. Solo cuando terminaba su obligaciones diarias podía dedicarse plenamente a leer y a escribir. No era extraño que llegada ya la noche se le escuchara recitar en voz alta sus poemas favoritos. En una de estas ocasiones, leía apasionadamente un poema de Walt Whitman cuando desde la calle se escuchó un grito:

-!Cierra la boca de una vez!

A continuación, y se supone que a falta de piedras, el escritor pudo ver como un zapato se estrellaba contra su ventana rompiendo los cristales y cayendo en la habitación donde este se encontraba. Dos Passos, que parece que heredó el buen ojo de su abuelo zapatero, se dirigió sin dudarlo a la ventana y grito igualmente:

- Pienso seguir recitando poesía a voz en cuello hasta que me tire el otro zapato. Acabo de descubrir que son de mi número.

Otro fragmento de "Manhattan Transfer" (si lo leen en voz alta, aléjense de las ventanas, por lo que pudiera pasar):

"El crepúsculo redondea suavemente los duros ángulos de las calles. La oscuridad pesa sobre la humeante ciudad de asfalto, funde los marcos de las ventanas, los anuncios, las chimeneas, los depósitos de agua, los ventiladores, las escaleras de incendios, las molduras, los ornamentos, los festones, los ojos, las manos, las corbatas, en enormes bloques negros. Bajo la presión cada vez más fuerte de la noche, las ventanas escurren chorros de luz, los arcos voltaicos derraman leche brillante. La noche comprime los sombríos bloques de casas hasta hacerles gotear luces rojas, amarillas, verdes, en las calles donde resuenan millones de pisadas. El asfalto rezuma luz. La luz chorrea de los letreros que hay en los tejados, gira vertiginosamente entre las ruedas, colorea toneladas de cielo."

Imagen: De Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0) - Fuente Original

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