Charles Chaplin es con seguridad uno de los talentos más grandes de la historia del cine. Si me permiten una opinión muy personal, Charlie Chaplin es el cineasta total, olvídense de Ford, Bergman, Fellini, Wilder, Huston, Wiler, Hitchcock o el que ustedes prefieran, por muy sesudas que sean sus creaciones y admiración que podamos tenerles (y yo comparto), nadie como Chaplin dominó con tanta excelencia todas y cada una de las facetas implicadas en la creación de una película, desde el guion, pasando por la música, producción, montaje, dirección, y por supuesto la interpretación. ¡Un genio! Y por si fuera poco, nada menos que tres de películas figuran entre las diez mejores de toda la historia del cine según el portal Filmaffinity: "Luces de la Ciudad", "Tiempos modernos" y "El gran dictador". ¡Tres películas entre diez, y dos de ellas mudas y por supuesto en blanco y negro...!
Pero más allá de todos esos méritos, Chaplin es sobre todo el creador de uno de los personajes más icónicos de la historia del cine, el maravilloso Charlot. El caso es que en 1914 Charles Chaplin, junto con otros grandes cómicos, trabajaba para Mack Sennett quien le pidió a Chaplin que creara un nuevo disfraz para la película "Kid auto races at Venice" (Carreras de autos para niños - 1914), que de facto sería la primera en la que aparecería el inmortal Charlot. Parece que lo primero que Chaplin tenía en mente era buscar una forma de alejarse de la influencia del cómico Ford Sterling:
"Iba de plató en plató mirando a los diversos equipos de trabajo. Todos tenían el aspecto de imitar a Ford Sterling. Eso me preocupaba, porque yo no encajaba en su estilo. El interpretaba un personaje de holandés fatigado, añadiendo replicas con acento holandés, lo cual era muy divertido, pero no le aportaba nada al cine mudo. Yo me preguntaba que esperaba Sennett de mí. Me había visto sobre el escenario y debía saber que no estaba allí para interpretar el mismo cómico que Ford, mi estilo era exactamente el contrario. Sin embargo, cada historia, cada situación concebida en el estudio, eran, conscientemente o no, para Sterling. Incluso Roscoe Arbuckle imitaba a Sterling"
El propio Chaplin, en su autobiografía, nos cuenta el mágico momento en que encontró la solución y con ello se produjo el nacimiento Charlot:
"Estaba él (Mack Sennet) junto a Mabel Norman examinando un decorado que representaba al vestíbulo de un hotel, mordisqueando la punta de un puro. -Aquí necesitamos algunos gags -dijo Sennett; después se volvió hacia mi - Maquíllate y ponte un disfraz cómico. Cualquier cosa.
No tenía idea respecto al tipo que iba a hacer. no me gustaba mi atuendo de reportero. Sin embargo, al dirigirme hacia el vestuario pensé que podía ponerme unos pantalones muy holgados, unos zapatones, y añadir al conjunto un bastón y un sombrero hongo. Quería que todo estuviera en contradicción: los pantalones, holgados; la chaqueta, estrecha; el sombrero pequeño, y los zapatos, grandes. Estaba indeciso si debía parecer viejo o joven; pero recordando que Sennett creyó que yo era mucho mayor, me puse un bigotito, que, en mi opinión, me añadiría edad sin ocultar mi expresión. No tenía la menor idea del personaje que iba a representar; pero en cuanto estuve vestido, la ropa y el maquillaje me hicieron sentir qué clase de personaje era. Empecé a descubrirlo, y cuando llegué al escenario había nacido por completo. Al enfrentarme a Sennett me había ya encarnado en el nuevo ser, y me paseé por allí haciendo molinetes con el bastón y contoneándome ante él. pasaron por mi mente en rápida sucesión gags y situaciones cómicas.
El secreto de Mack Sennett estaba en su entusiasmo. Era un espectador magnífico y se reía estrepitosamente con lo que le hacía gracia. Al principio se sonrió levemente, pero luego su cuerpo se retorcía de la risa. Ello me animó, y empecé a explicarle el personaje:
- Fíjese, este personaje es polifacético: es al mismo tiempo un vagabundo, un caballero, un poeta, un soñador, un tipo solitario que espera siempre el idilio o la aventura. Quisiera hacerse pasar por un sabio, un músico, un duque, un jugador de polo. Sin embargo, lo más que hace es coger colillas o quitarle su caramelo a un bebé. Y, naturalmente, si la ocasión lo requiere, le dará una patada a una dama en el nalgatorio, ¡pero solo en caso de incontenible furia! Continué de este modo durante diez minutos o más, manteniendo a Sennett en continua carcajada.
- Está bien -dijo-, sube al plató y veremos lo que puedes hacer allí."
Lo demás son risas, carcajadas e historia del cine. No son una cuestión baladí las ropas elegidas por Chaplin, de hecho, uno de los mayores aciertos del personaje de Charlot es su vestuario; esos zapatones y pantalones grandes, que aderezados con su sombrero bombín y el bastón le confieren al personaje una pretendida dignidad a la vez que un toque de comicidad y tristeza por aquello del "quiero y no puedo". Era lo que se dice un vagabundo con clase. Curiosamente la forma en la que Charles Chaplin conforma este vestuario para dar carta de nacimiento a Charlot, termina por convertirse en un inesperado homenaje a varios de los grandes cómicos de la primera época del cine.
Chaplin solo tenía claro de su nuevo personaje que este llevaría bastón y en realidad es esta la única aportación personal que hace al futuro Charlot, lo demás lo tomara de forma improvisada de los camerinos de los cómicos Fatty Arbuckle y Chester Conklin.
De esta manera aquellos pantalones siempre grandes y holgones que vestía Charlot pertenecían en realidad al orondo Arbukle. El sombrero pertenecía al padre de Minta Durfee que era la esposa de Arbuckle. La chaqueta era de Chester Conklin, aunque también hay quien apunta a Charlie Avery. El bigote salió de un trozo de pelo del cómico Mack Swain. Los zapatos ocupan un papel principal en la construcción del personaje de Charlot, condicionando su forma de andar y su silueta. Como los pantalones, eran de una talla muy superior a la que gastaba Chaplin. Estos zapatos habían pertenecido al ya citado Ford Sterling, un cómico al que Chaplin había sustituido como protagonista de las obras de la Keystone. Los zapatones eran tan grandes que Chaplin tenía que cambiarlos de pie para lograr mantenerlos puestos sin que se le salieran y le permitieran caminar, condicionando eso si sus movimientos, haciéndolos curiosamente más chaplinescos.
Nos cuenta también Chaplin, que tras crear aquel personaje que se convertiría en uno de los iconos de todo un siglo, uno de los actores secundarios de la Keystone le comentó: "Muchacho has encontrado realmente algo, nadie le ha hecho reír tanto en el plató (a Sennet), ni siquiera Ford Sterling".
Un personaje, Charlot, que llenó de risas toda una época y que aún hoy, ciento diez años después, es el mejor antídoto contra el mal humor.
Hola Paco, me gustaría hablar contigo para una colaboración en mi podcast. No veo otra forma de contactar contigo. Saludos.
ResponderEliminarluislopezortiz@gmail.com