“No me fío de nadie que no beba, el mundo entero lleva tres copas de retraso.”
Eso decía Humphrey Bogart y puede que por eso mismo se llevará tan fenomenalmente bien con el director John Huston. Ambos rodaron seis películas juntos y no es excesivamente descabellado pensar que su amor por el whisky podía estar detrás de muchas de esas colaboraciones.
Tras ponerse Bogart a las ordenes de Huston en maravillas como: "El Halcón maltés" (1941), "A través del Pacífico" (1942), "El tesoro de Sierra Madre" (1948) y "Cayo Largo" (1948), al aventurero director se le metió en la cabeza cazar un elefante en África y la historia de aquel heroico barquito llamado "La reina de África" le venía que ni pintada para convencer a los estudios de la necesidad de rodar en escenarios reales y de camino le pagaran el safari. Una jugada maestra que le permitiría hacerse con su codiciado trofeo de caza (Clint Eastwood contaría la historia en la magnífica "Cazador blanco, corazón negro") y de propina rodar una película sensacional. Solo le faltaba un compañero ideal con el que tomar unos tragos en los ratos libres. Así, justo después de que John Huston llamara a Humphrey Bogart para ofrecerle el papel protagonista de "La Reina de África" (1953) junto a Katherine Hepburn, en un rol muy alejado de los que solía hacer el actor, este le comentaba a su esposa, Lauren Bacall: "El Monstruo quiere que vaya a rodar en plena selva africana, con cuarenta grados a la sombra, en una aldea plagada de mosquitos y rodeada de animales salvajes. Naturalmente, he aceptado..." Bogart tenía la costumbre de llamar a Huston, su amigote de juergas, con el apelativo "El monstruo" por que según el propio Bogie era "la única persona que conozco capaz de beber más whisky que yo en una sola tarde...".
Lauren Bacall pensó que Humphrey no escucharía sus silbidos desde África y se marchó con él al idílico rodaje de la película en plena selva, sabedora además de que después de los rodajes vendrían los habituales maratones de trasegar líquidos y su ayuda sería esencial por las mañanas para que Bogart recuperara un poquito de verticalidad con sus desayunos. Tal era la querencia que tenían estos dos personajes al whisky, que prácticamente todos los integrantes del equipo de rodaje de la película se pusieron enfermos por un problema con el agua, excepto Bogart y Huston que jamás la bebían; nunca se les habría ocurrido teniendo reservas de whisky a mano.
Felices ellos.
ResponderEliminar